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Jaque mate a Santrich

El exnegociador de las Farc cayó en una acción de película. La Fiscalía y la DEA tienen estas evidencias para sostener que Santrich participó en una conspiración para enviar diez toneladas de cocaína a Estados Unidos.

14 de abril de 2018
Esta imagen corresponde a la reunión grabada por la DEA de Jesús Santrich y Marlon Marín con narcos mexicanos para finiquitar la venta de un cargamento de coca. A la izquierda, el cuadro que el ex jefe guerrillero dedicó al capo del cartel de Sinaloa Rafael Caro Quintero.

Todo indica que Jesús Santrich –50 años de edad– pasaría varios años en una celda en Estados Unidos. El compendio de evidencias recogidas por las autoridades incluye grabaciones, fotos, documentos y testimonios. “Muy pocos casos tienen tanta acreditación probatoria como este”, aseguró el fiscal general, Néstor Humberto Martínez.

La debacle de Santrich empezó en junio pasado. En rigor, fue un efecto colateral de las pesquisas que la Fiscalía adelantaba contra Marlon Marín, un sobrino de Iván Márquez dedicado a sacarles coimas a los contratos de la paz. Las interceptaciones dieron cuenta de los acercamientos de Marín con narcos del cartel de Sinaloa a fin de venderles 10 toneladas de cocaína. Ante la expectativa de un encuentro con emisarios mexicanos en Colombia, la fiscal del caso ordenó seguir a Marín. La gran sorpresa vino cuando los miembros del CTI encargados advirtieron que, a su vez, otros agentes encubiertos monitoreaban a los mexicanos en Bogotá.

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El fiscal general cruzó información y así determinó que la DEA venía pisándoles los talones a los emisarios desde México. Estos empezaron a exigirle a Marín un encuentro directo con quien era su jefe a la sombra. Y, entonces, hacia octubre pasado, el sobrino de Iván Márquez empezó a comunicarse con Jesús Santrich.

Poco a poco la Fiscalía y la DEA, trabajando de manera coordinada, documentaron los nexos del veterano exguerrillero y exnegociador de paz con los narcos de Sinaloa. Muestra de ello es un cuadro que este mismo pintó y dedicó al jefe de ese cartel el 2 de noviembre: “Para Don Rafa Caro con aprecio y esperanza de paz. Santrich”.

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En el expediente hay también decenas de interceptaciones. Varias de estas muestran conversaciones entre Marín y el asistente personal de Santrich, pero en unas cuantas se oye la voz del propio exguerrillero. Una de estas llamadas tuvo lugar el 8 de febrero: Marín se comunica y el asistente le dice que la reunión planeada con los mexicanos no se podrá realizar porque surgió un imprevisto. Pero luego Santrich toma el teléfono y acepta hacerla en la madrugada “pero si vienes tú también, yo solo no me reúno con nadie”, le dice.

Las autoridades además documentaron la entrega de 5 kilogramos de droga en un hotel de Bogotá. Los involucrados llevaron la sustancia a los laboratorios de los mexicanos para analizar su pureza y así definir el precio por 10 toneladas. Pero el encuentro clave tuvo lugar después, en la propia casa de Santrich del barrio Modelia, al occidente de Bogotá. El exguerrillero no sabía que entre los comensales había un colaborador de la DEA que grabó con una cámara oculta toda la reunión (ver foto). Allí definieron que pagarían en Miami, a un emisario que se identificaría con un billete marcado, los 15 millones de dólares que recibiría “la familia” (el grupo de Santrich) por la droga entregada en Colombia.

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El círculo contra el exguerrillero se cerró justamente en Florida. Tal como definieron en la reunión previa, allá concretaron el pago de 5 millones de dólares, la suma acordada como desembolso inicial del negocio. La DEA también filmó esa operación. Luego, otro audio dio cuenta de que a Santrich le advirtieron lo que se le venía encima: “Recibí una llamada… dicen que hay una vaina rara, un operativo de detención para ti, que tiene que ver con extradición”, le dice alguien que se identifica como Fabio. Santrich le pregunta qué tan seguro es, para cuándo y cuál es su fuente de información, a lo que este responde: “Un man de la Policía, pero espérame me pongo al día”. 

Esa advertencia alertó a las autoridades y precipitó la captura del exguerrillero. Este ya completa una semana en los calabozos del búnker, donde se declaró en huelga de hambre mientras insiste –contra la evidencia– que su caso es un montaje. El torbellino político que genera su captura y probable extradición apenas comienza.