Geopolítica
Joe Biden y Nicolás Maduro, ¿soplan nuevos vientos en las relaciones entre Washington y Caracas?
Expertos en temas internacionales intentan desentrañar las razones que llevaron a la Casa Blanca a reconocer a Nicolás Maduro como interlocutor, algo que parecía imposible.
El sábado 5 de marzo, una delegación de la Casa Blanca llegó al despacho de Nicolás Maduro para retomar un diálogo que estaba muerto. La conformaban Roger Carstens, enviado presidencial para asuntos de rehenes; Juan González, director del Consejo Nacional de Seguridad para el Hemisferio Occidental; y James Story, embajador de Estados Unidos en Venezuela, quien atiende en Bogotá.
Por Venezuela participaron el presidente Nicolás Maduro; su esposa, Cilia Flórez; y el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez. Fue un diálogo al más alto nivel entre los Gobiernos de los dos países.
Hace apenas dos años, justo en marzo de 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ofrecía 15 millones de dólares a quien diera información para capturar a Maduro por “narcoterrorista”.
Desde enero de 2019, Estados Unidos había reconocido a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, quien es el otro gran afectado por la decisión de Biden.
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Aunque no hay una declaración formal de reconocimiento a Maduro como autoridad legítima del país, el haber enviado a una delegación del más alto nivel desde la Casa Blanca al Palacio de Miraflores genera un hecho político indudable.
Son muchas las hipótesis que tienen hoy a Maduro hablando con la Casa Blanca :la compra de petróleo venezolano para suplir el vacío que deja el crudo que se adquiría en Rusia, debilitar al principal aliado de Vladímir Putin en América Latina, presionar un cambio democrático en ese país, lograr la liberación de los estadounidenses encarcelados en prisión y forzar una reducción en los precios del crudo a nivel mundial, entre otras.
La del petróleo
La primera razón que ha salido a relucir para este cambio de agenda entre Caracas y Washington es que, al suspender Estados Unidos la importación de petróleo y derivados de Rusia, necesita suplir ese vacío con petróleo venezolano.
El país vecino todavía cuenta con las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo. Según el World Energy Trade, alberga un poco más de 300.000 millones de barriles de crudo bajo tierra, muy por encima de Arabia Saudita, Canadá, Irán, Irak y Rusia, en ese orden.
Rusia es el segundo productor de crudo del mundo después de Estados Unidos. En 2021 extrajo un promedio de 9,7 millones de barriles por día y exportó la mitad, lo que convirtió este rubro en uno de los más importantes de su economía. Estados Unidos consume cerca de 22 millones de barriles diarios y solo produce 11,5 millones de barriles, lo que significa que tiene un faltante de casi el 50 por ciento.
Estados Unidos apenas le compra a Rusia el 8 por ciento de sus hidrocarburos y solo el 3 por ciento de su petróleo crudo. Sus principales abastecedores son dos vecinos: Canadá (4,1 millones de barriles por día) y México (500.000).Rusia ocupó en 2021 el puesto noveno entre los proveedores de crudo a Estados Unidos, con un promedio de 200.000 barriles por día. Hoy Colombia le vende más petróleo a Estados Unidos que Rusia, con un promedio de 212.000 barriles por día.
Si la razón del cambio de estrategia de Washington frente a Caracas es compensar el déficit del crudo vendido por Rusia, no parecería suficiente. Venezuela apenas comienza a mostrar una leve mejoría en la producción de petróleo, pues la crisis económica, el bloqueo y la corrupción del régimen la arruinaron. Pasó de 3,3 millones de barriles por día en su mejor momento (1999) a solo 400.000 en 2020. Lo confirmó el ministro de Petróleo de Maduro, Tareck El Aissami. De los más de 90.000 millones de dólares que Venezuela llegó a recibir por venta de crudo en un año, descendió a poco más de 2.000 millones de dólares.
Hoy Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, pero depende de la gasolina refinada que Irán le vende para su consumo doméstico. El galón de gasolina en sus estaciones de servicio, donde diariamente se observan kilómetros de filas de automóviles, ha llegado hasta los 10 dólares.
Muchas de las refinerías y de los oleoductos terminaron convertidos en chatarra, que los trabajadores de las compañías vendían por kilos para tratar de subsistir. No hay analistas que crean de verdad que un incremento en la producción petrolera de Venezuela alcance a impedir el aumento en los precios internacionales de crudo.
Quitárselo a Rusia
Si Washington apostó por ablandar la postura de Maduro frente a Moscú, lo habría logrado un poco. Tras la reunión con los enviados de la Casa Blanca, Maduro pasó de dar su “fuerte apoyo” a Putin por su invasión a Ucrania a decirles ahora a sus ministros: “Hemos decidido tocar la campana de alerta para buscar la paz, para buscar condiciones que permitan acuerdos sólidos entre Rusia y Ucrania”.
Desde hace más de una década, Rusia ha sido un aliado de Venezuela en la venta de armas y asesoría militar. El excanciller colombiano y exembajador en las Naciones Unidas Julio Londoño le dijo a SEMANA que el cambio de opinión de Maduro frente a Moscú por lo menos hará que el Kremlin “tome nota” de esa determinación.
Algunos medios internacionales han comentado que, tras un posible fracaso de Rusia en Ucrania por el endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos y de la Otan y por la resistencia del pueblo ucraniano, Putin podría mover las fichas de su ajedrez en esta parte del continente para desafiar a Washington.
Lo que está por verse es si ahora, como interlocutor de Biden, a quien le prometió seguir en “conversaciones”, Maduro mantendrá la misma proximidad con Moscú. Otros analistas señalaron que uno de los fines primordiales de la nueva relación Caracas-Washington podría ser el fortalecimiento de la democracia venezolana. Maduro envió un mensaje en ese sentido al incorporar a dos miembros de la oposición al tribunal electoral, que tiene cinco bancas. También anunció que va a “reformatear” las relaciones con la oposición.
“Hemos decidido reactivar el diálogo con todos los sectores políticos, culturales y sociales. El diálogo de México recibió un duro golpe, pero, si pedimos diálogo para el mundo, tenemos que dar ejemplo. Vamos a un diálogo más amplio e inclusivo en el país”, le dijo Maduro a su cúpula.
El presidente venezolano ha utilizado el diálogo con la oposición como tregua para mantenerse en el poder. Son varios los intentos que actores internacionales, como Noruega, República Dominicana y ahora México, han hecho para tratar de que Maduro acepte que la oposición pueda participar en procesos democráticos.
Asimismo, fue el propio Maduro el que dijo que las nuevas relaciones con Washington podrían lograr un clima de paz en la región. “Tuvimos una visita de una delegación del Gobierno de Estados Unidos. Estuvimos casi dos horas conversando, les dije que toda nuestra voluntad estará para la diplomacia, y así avanzar en una agenda que permita bienestar y paz en nuestra región”, aseguró Maduro. Pero la región tiene que ver con Colombia, y el presidente Iván Duque no cambió su opinión frente a Maduro porque Washington le haya abierto la puerta a Caracas. Al culminar su encuentro con el presidente Joe Biden, dijo: “Nicolás Maduro es un dictador”. Insistió en que se mantendrá en esa determinación y se abstuvo de calificar la decisión de Washington de iniciar conversaciones con Caracas.
La tensión en la frontera entre Colombia y Venezuela es cada vez mayor por la presencia de muchos actores ilegales, que se alimentan del narcotráfico, del contrabando y de la ilegalidad.
Después de la reunión de los delegados de Biden con Maduro, dos ciudadanos estadounidenses encarcelados en Caracas fueron liberados. Unos ocho ciudadanos de Estados Unidos continúan en prisión en Venezuela, acusados de terrorismo y manejo irregular de fondos.
Cualquiera de las hipótesis sobre este acercamiento puede ser posible. Lo cierto es que, por ahora, al parecer nuevos vientos soplan entre Washington y Caracas.