NACIÓN

El hombre que cuidó a Emmanuel no era de las FARC

La Corte Suprema absolvió a José Crisanto Gómez por el supuesto secuestro del hijo de Clara Rojas.

16 de diciembre de 2013
| Foto: Archivo SEMANA

Luego de que en abril de este año José Crisanto Gómez, el hombre que estuvo a cargo de Emmanuel -el hijo de Clara Rojas nacido en cautiverio-, fue condenado por el Tribunal Superior de Villavicencio a 33 años de cárcel, la Corte Suprema declaró la nulidad del fallo de segunda instancia. En el fallo condenatorio del pasado abril, Crisanto fue encontrado culpable de secuestro extorsivo, fraude procesal y falso testimonio. Sin embargo, la Corte Suprema no encontró pruebas suficientes para vincular al campesino con las FARC.


"La conducta de Gómez Tovar en los hechos que se analizan encaja bien con su versión integral de los acontecimientos, desde cuando los guerrilleros le dejaron al menor enfermo en su vivienda del caserío La Paz. La misma lleva a descartar, a la vez, la condición de avivato que con vehemencia se le atribuyó en la resolución de acusación. Si no era guerrillero y sí un vividor sinvergüenza con conocimiento de que tenía en su poder al hijo de una secuestrada importante, con seguridad habría intentado obtener ventaja de la situación. No lo hizo así. Todo indica que habló con la verdad al indicar que como desplazado en El Retorno o en San José del Guaviare, las FARC seguían al asecho. Y coaccionado por las serias amenazas de ese poder armado ilegal, para preservar su vida y la de sus seres queridos, decidió callar la verdad e inventarle un pasado y un nombre a un niño del que después sabría que era el hijo de Clara Leticia Rojas González. Para la Sala resulta comprensible ese comportamiento...", indicó la Corte Suprema en su sentencia.

En su momento, cuando Crisanto se enteró de la condena en su contra, con voz cortada le dijo a Semana.com que la noticia le cayó mal y que no tenía ni cómo pagar la defensa ante una eventual apelación del fallo ante la Corte Suprema de Justicia.

“La noticia me cae como un baldado de agua fría. Mi situación es precaria, he aguantado hambre con mis siete hijos y no tengo como pagar mi defensa. Tendré que pedir limosna para contratar un abogado con experiencia que me ayude”, dijo en abril a este medio.

Su historia

Desde cuando los guerrilleros de las FARC le entregaron un bebé enfermo y le encargaron su cuidado en el 2004, la vida de José Crisanto Gómez tomó tintes cinematográficos. Adoptó a Emmanuel, un pequeño de tres meses que nació del vientre de la entonces secuestrada Clara Rojas y se convirtió en una boca más para alimentar.

Crisanto, según ha contado, huyó con él para llevarlo a un hospital y salvarle la vida porque se encontraba gravemente enfermo. Desde entonces se convirtió en el peor enemigo de la guerrilla, mientras que para la justicia no era más que un campesino que había cometido el peor de los delitos: secuestrar a un recién nacido. Por eso pasó cuatro años en la cárcel La Picota, hasta cuando un juez lo absolvió en primera instancia.

En entrevista con Semana.com en febrero pasado, Crisanto aseguró que no se arrepiente de nada. “A pesar de todo lo que nos ha tocado vivir a mí y a mis hijos, sigo convencido de que hice lo que debía. Sabía que yo era la única esperanza de vida para Emmanuel”.

Ya libre, Crisanto publicó sus memorias en el libro El hijo de la selva, que luego inspiraría la polémica cinta Operación E. También viajó a España a la presentación de dicha película. Tras una pesadilla de cuatro años en la cárcel, lejos de sus siete hijos, sentía que la vida le volvía a sonreír. Sin embargo, la justicia volvió a inscribir su nombre como uno de los peores delincuentes.

José Crisanto Gómez es enfático en que él nunca maltrató y mucho menos secuestró al niño. “El comandante guerrillero ‘Martín Sombra’ narró cómo al bebé se le fracturó el brazo al nacer y cómo contrajo lesmaniasis. Incluso, él mismo fue el partero. El maltrato viene desde ahí. Yo lo único que hice fue brindarle afecto y cariño a Emmanuel. Yo tenía cinco hijos y ninguno ha sufrido maltrato”.

“¿Secuestro?, para qué iba a secuestrar a un niño si tenía cinco y dos más que venían en camino. Es algo que no he podido entender. Tratan de culparme por algo que no hice, ¿qué secuestrador va a poner en custodia a su víctima en una institución del Estado? Es absurdo”, aseguraba Crisanto a comienzos de este año cuando creyó que su tragedia había terminado.

Hoy la justicia nuevamente le devuelve su libertad y el campesino espera que esta vez sí sea definitiva.