HAITÍ
“Jovenel Moïse vio venir la muerte en total soledad”: diario en Haití revela sus últimos minutos de vida
El periódico “Le Nouvelliste” revela que el presidente alcanzó a avisarle a su equipo de seguridad.
Jovenel Moïse sabía que lo querían matar y lo había dicho varias veces. Ese fatídico día, que él tanto anticipó, llegó el pasado 7 de julio y su crimen hoy estremece a América. Una crónica del diario Le Nouvelliste, uno de los principales de Haití, relata de manera cruda cómo fueron sus últimos momentos con vida, después de que “un torbellino de ruido provocado por las ráfagas de armas automáticas” apagara completamente su vida y dejara herida de gravedad a su esposa.
El diario cuenta que mientras la gente del barrio se escondía bajo sus camas, al escuchar los ruidos de una guerra en sus ventanas, el hombre más poderoso de Haití alcanzó a pedir auxilio. Lo hizo con el comisionado divisional Jean Laguel Civil, coordinador de su seguridad. “Sin formalidad, el presidente pidió ayuda”, dice el diario.
“Jean Laguel Civil, según su declaración firmada ante el juez adjunto de paz de Pétion-Ville, Carl Henry Destin, llamó al comandante de la Unidad General de Seguridad del Palacio Nacional (USGPN), comisionado Dimitri Hérard”, sostiene la investigación del periódico.
Hérard hoy está en la mira por ser uno de los supuestos cómplices del asesinato. El jefe de seguridad viajó varias veces en 2021 con escala en Colombia, lo cual ha causado suspicacias. Una investigación realizada por Jake Johnston para el Center for Economic and Policy Research (CEPR) reveló además detalles sobre otra que se le adelanta a Hérard por el tráfico de armas desde el país norteamericano, que podría arrojar más información de los autores intelectuales y materiales del crimen del mandatario de Haití.
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Según el informe de Johnston para el CEPR, una fuente cercana al asesinado presidente Moïse y que por seguridad conservó el anonimato, “afirmó que Moïse conocía personalmente la investigación de Estados Unidos sobre Hérard y que Moïse les había dicho que ‘Estados Unidos se está ocupando de eso’”.
A pesar de que el presidente había advertido estar bajo ataque, los mercenarios entraron sin problema a su casa. “La sala donde Jovenel Moïse celebraba sus conferencias, la gran mesa, las sillas y la televisión Sharp estaban salpicadas de balas. La cerradura de la puerta que daba acceso a la sala de estar fue arrancada y arrojada al suelo”, relata el diario.
El diario relata la escena del crimen en el segundo piso de manera dantesca. “En el segundo nivel, el dormitorio del presidente Moïse está literalmente acribillado a balazos”, señala. Relata posteriormente lo que encontró el juez Carl Henry Destin en su cuerpo: 12 impactos de bala dados a mansalva, sin ninguna piedad.
“La oficina y el dormitorio del presidente fueron saqueados. Lo encontramos acostado boca arriba, pantalón azul, camisa blanca manchada de sangre, boca abierta, el ojo izquierdo afuera. Vimos un impacto de bala a nivel de su frente, uno en cada pezón, tres en la cadera, uno en el abdomen“, había indicado el magistrado cuando hizo público el informe forense, recuerda Le Nouvelliste.
“Lo presentía”
En entrevista con El País de España en febrero, dijo que un grupo de familias vinculadas al sector eléctrico quería acabar con su vida por quitar de las manos de pocos los recursos de muchos. Sin embargo, a la hora de su muerte, su lista de enemigos era larga.
En la entrevista, una de las últimas que otorgaría, dijo que había un golpe de Estado en marcha organizado por empresarios que “controlan los recursos del país y siempre han puesto y quitado presidentes”, y denunció un supuesto plan para matarlo en el que habrían resultado detenidas 23 personas, entre ellas altos mandos de la Policía. Ya para entonces su vida era un infierno, vivía resguardado y sabía que sus enemigos le respiraban en la nuca.
Nació en Trou du Nord, Haití, hace 53 años. Su papá era agricultor y su madre costurera. A los 6 años, su familia se mudó a Puerto Príncipe, donde continuó estudiando hasta llegar a la Universidad de Quisqueya y se graduó como educador, pero jamás ejerció. En 1996 se inició como comerciante de bananos hasta que descubrió la política. En 2015, el presidente Michel Martelly designó a Moïse como candidato a la presidencia de su partido Tèt Kale. Accedió y comenzaron sus problemas.
Su primera campaña electoral le permitió llegar a una segunda vuelta con Jude Celestin, pero ante denuncias de fraude solo se confirmó su victoria un año después al repetirse los comicios. Fue entonces cuando se desató el primero de sus problemas políticos. Sus adversarios empezaron a contar sus cinco años de mandato el día en que Martelly dejó el cargo, pero Moïse argumentaba que como inició en 2017, este terminaría en 2022.
En febrero denunció el frustrado intento de golpe de Estado y de asesinato. Ya para entonces la crisis política era grave: el mandatario gobernaba por decreto, pues había disuelto el Parlamento un año antes y se jugaba su mayor carta al convocar un referendo para cambiar la Constitución y fortalecer los poderes de la Presidencia, permitiendo, entre otras cosas, la reelección. Lo acusaron de autoritario y se sumaron a la lista de detractores varios senadores opuestos a su idea de unir las dos cámaras en un solo Parlamento.
Sus enemigos también eran externos y la lista la encabezaba Nicolás Maduro. Moïse fue aliado de los Estados Unidos en su postura contra Caracas y cortó sus lazos comerciales con ese país. La venganza fue dulce, los venezolanos filtraron documentos que lo salpicarían en un escándalo de corrupción con la petrolera Petrocaribe y la sola sospecha desató violentas protestas.
A la inestabilidad política se suma el hambre en esa nación de 11 millones de personas, en la que 60 % vive en condición de pobreza, 25 % en pobreza extrema y donde reina la criminalidad. A la devastación por el sismo en 2010 y varios huracanes, se sumó la pandemia y Haití –el país más pobre del continente– se convirtió en el único donde no hay una campaña de vacunación.
La comunidad internacional observa con preocupación la crisis sin albergar mayores esperanzas. Haití ha sufrido 20 cambios abruptos –y a veces violentos– de Gobierno en tan solo 35 años. Es poco probable que con la muerte de Moïse llegue la calma.