NACIÓN
Jóvenes asesinados en Tibú iban a ser paseados por el pueblo con el rótulo de “ladrones”
SEMANA fue hasta Tibú y habló con una persona que alcanzó a ver con vida a los dos jóvenes, mientras eran humillados por algunos pobladores.
No paran las reacciones en el país luego de que en días pasados circulara un video en el que se aprecia a Alexánder José Fernández Rodríguez, de apenas 15 años, y a Jackson Enrique Arriaga, de 23, cuando son detenidos por un grupos de personas en zona rural de Tibú (Norte de Santander) luego de que ambos fueran sorprendidos robando prendas de vestir de algunos comercios en ese municipio. Luego, los jóvenes aparecieron sin vida.
El video fue grabado el viernes 8 de octubre. En este se aprecia a los jóvenes de nacionalidad venezolana atados a las manos. Después fueron retenidos por unos hombres y rematados por integrantes de grupos ilegales en una carretera del municipio.
Alexánder José Fernández Rodríguez y Jackson Enrique Arriaga fueron hallados tirados en una esquina del barrio Largo, a escasos tres kilómetros de donde fueron retenidos y humillados.
El menor de edad se encontraba boca abajo y aún sostenía su morral vinotinto; las manos seguían atadas con cinta transparente. Nadaba en su propia sangre y portaba un cartel con el calificativo “ladrones”.
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Entre tanto, Jackson yacía unos metros más adelante, sobre la maleza. Ambos fueron asesinados con tiros de gracia, sin ninguna piedad, y dejados a la intemperie como hacen con los restos de cualquier animal que perece en esta zona.
SEMANA llegó a Tibú y siguió los aterradores pasos que terminaron en el crimen de estas dos personas. En ese municipio habló con Roque Antonio González, un reconocido líder y presidente de Domiciliarias –una agremiación de mototaxis–, quien le aseguró a este medio haber presenciado a ambos jóvenes atados de las manos, antes de que se los llevaran del lugar.
“Había gente que quería golpearlos y yo pretendía trasladarlos a la estación de Policía”, le dijo Roque a SEMANA. Aseguró que hicieron varias llamadas para que uniformados llegaran por los jóvenes retenidos, pero esos pedidos de auxilio nunca fueron atendidos; y no porque la fuerza pública no quisiera, sino que es tan compleja la situación de seguridad en ese municipio que una salida en falso de cualquier uniformado le puede costar la vida. No obstante, la Policía aseguró que no recibieron ninguna llamada.
Con esa situación, a Roque y varias de las personas apiñadas a las afueras del establecimiento comercial se les ocurrió pasear por el pueblo a los jóvenes, con el rótulo de “ladrones”, para darles un escarmiento, pero la situación se salió de control. “Fue un error lo que pasó”, afirmó.
“Yo quería llevarlos a la Policía para que no corrieran la misma suerte de todos los ladrones. Cuando ya los vamos a trasladar, la señora del comercio me dice que salga y hable con la gente para que no tomen represalias con los niños (...) Cuando ya vamos a salir, siento un empujón; yo al ver eso empujo también a la persona hacia afuera y, en ese momento, él sacó una pistola, pero no se identifica como miembro de ningún grupo, solo dice que vienen por los niños”, relató Roque.
Agregó que hicieron varias maniobras para proteger a los jóvenes, pero la situación era insostenible: “Yo regreso y digo que ya no vamos a poder pasear los niños, sino que toca llevarlos con prontitud a la Policía”.
“En ese momento me dio rabia, porque, de tantas personas que había ahí, solo tres tratamos de resguardar la vida de esos niños. Ya los íbamos a sacar cuando llega un mototaxi y nos dicen ‘no los saque porque ahí están’. Entonces, yo ya veo otra vez al man que ya venía con la pistola en la mano y me dice: ‘si usted se mete, lo mato’”. Roque aún se reprocha esos momentos en los que la vida de esos dos jóvenes se le fueron de sus manos.
“Nosotros tenemos parte de culpa, pero no somos responsables de lo que pasó. La gente no reaccionó por el temor que se vive aquí día a día”. El personero de Tibú, John Jairo Ascanio, trazó un breve panorama de eso que narró Roque: “Este es el año más violento, hemos tenido más de 50 homicidios selectivos y más de ocho feminicidios”.
SEMANA pudo constatar cómo en el barrio Largo el control de las disidencias de las FARC y el ELN (que han firmado una tregua y ahora comen en la misma mesa) es absoluto y atemorizante.