LA ENTREVISTA LUIS CARLOS VÉLEZ

“La prensa se ha dejado influir, se ha dejado penetrar”: Gossaín

Juan Gossaín, uno de los llamados decanos del periodismo colombiano, sostiene que algunos medios y periodistas se han dejado capturar por las redes sociales y que en algunos casos las investigaciones se han convertido en armas de carácter político.

Luis Carlos Vélez
6 de junio de 2020
| Foto: Archivo particular

Luis Carlos Vélez: ¿Cómo ha visto la cobertura de los medios en tiempo de coronavirus?

Juan Gossaín: La he visto deficiente en unos temas y eficiente en otros. Por ejemplo, la radio ha recuperado mucho de su espacio en el coronavirus haciendo el papel de acompañante de las familias que están en la reclusión, en la cuarentena. En cambio nos ha faltado mucho más periodismo en otros asuntos. Por ejemplo con los mayores de 70 años: la cantidad de protestas que se están produciendo es por falta de información, de explicación, de falta de decirle a la gente la razón del porqué es importante que los mayores de 70 años no salgan. Esto indica que en los temas netamente informativos la prensa ha cumplido su misión, en los temas de orientar a la opinión no ha sido tan eficiente.

L.C.V.: ¿Usted cree que la presencia de las redes sociales ha complicado esta cobertura?

J.G.: Sí señor, porque en las redes sociales, cada red se convierte en la fuente de una persona, en su único informador. Y ahí vienen la corrupción, la manipulación, la mentira, la tergiversación. Por ejemplo, en el caso de la cantidad de contagiados o de muertos en Colombia, si uno lee las redes encuentra 40 cifras diferentes. En el caso de los disturbios que se han presentado en Estados Unidos a raíz del asesinato al señor Floyd, si uno consulta las redes se lleva cuatro, cinco, diez versiones diferentes. Esto tiene que dejarse en los medios que merecen confianza.

L.C.V.: ¿Los medios se están dejando llevar por la locura de las redes?

J.G.: Cuando empezó la gran revolución tecnológica, es decir la electrónica, el computador, las redes sociales, cuando vino toda esa revolución, todos aplaudimos y yo pensé enseguida: esto va a beneficiar a los medios. Lo que hubo fue una cantidad de tergiversaciones y los medios, en lugar de corregirlo, lo que hicieron fue sumarse a ellas porque comenzaron a despedir periodistas diciendo para qué tantos, si yo puedo tomar eso de las redes. Salieron de sus periodistas y comenzaron a tomar de las redes lo que no era exacto. Y entonces lo que era inexacto en las redes se volvió inexacto en todas partes. En la radio, en los periódicos, en la televisión. La inexactitud se generalizó.

L.C.V.: ¿Me está diciendo que las redes le han hecho daño al periodismo?

J.G.: Sin duda. Le han hecho un daño ético, pero también económico. Cada día es menor la circulación de los medios. Cada día es menor la sintonía, le ha hecho daño en todos los campos. En el comercial, en el ético y en la circulación.

L.C.V.: Usted ha dicho en varias oportunidades que este frenesí de redes ha hecho que los periodistas, que debíamos ser los guardianes del manicomio, nos enloqueciéramos…

J.G.: Yo defiendo esa teoría. He dicho que las sociedades, todas desde que empezó la humanidad, tienen un momento en el que se enloquecen; todo se vuelve un manicomio. La prensa se fue convirtiendo con los años en el guardián de ese manicomio. La prensa era la que orientaba a la gente, la que le decía la verdad, la que informaba de todos los hechos. Ahora resulta que el guardián del manicomio también se enloqueció. Imagínese lo que puede pasar en el manicomio si los pacientes, pero también los guardianes, se volvieron locos. La prensa se ha dejado influir, se ha dejado penetrar por los elementos que enloquecieron a los pacientes. La política, los intereses económicos, los intereses sociales. Ahora la prensa también es víctima de ellos.

L.C.V.: ¿Usted qué piensa del periodismo activista o del otro fenómeno que algunos llaman el contrapoder?

J.G.: Depende de para qué se usa y cómo se usa. Si es un periodismo activista en pro de algún interés, deben decirlo. Yo recuerdo cuando los periódicos colombianos, cuando era niño, decían honradamente: diario conservador de Antioquia, diario liberal de Cartagena, semanario conservador del Tolima, etcétera. Si lo están diciendo, ya el lector está advertido. Pero volverse activista a escondidas, disimulado, oculto detrás de la puerta, no. Y lo que estamos viendo hoy es eso. El activismo en favor de algo y en contra de lo demás. Eso no es periodismo. El activismo que no se produzca para defender la verdad donde se presente, liberal, conservador, gobiernista, comunista. No, la prensa no está para eso. Hay que poner urgentemente un letrero en oro en todas las salas de redacción de Colombia: la verdad por encima de todo.

“Cada red social se convierte en la fuente de una persona, en su único informador. Y ahí vienen la corrupción, la manipulación, la mentira, la tergiversación”.

L.C.V.: ¿Se están utilizando supuestas investigaciones como armas en contra de ciertos individuos? 

J.G.: Sí señor, de ambos orígenes. No solo supuestas investigaciones para atacar a los adversarios políticos, también supuestas investigaciones para defender a los amigos políticos. A mí me dicen que el país ha avanzado mucho en periodistas de investigación. Yo me pongo a ver y son periodistas de investigación pero contra uno solo. O es contra Uribe o es contra Petro. Vamos a hablar a calzón quitao. Entonces se llama periodistas de investigación y todas las semanas una denuncia, pero siempre contra Petro. O todas las semanas una denuncia, pero siempre contra Uribe. Y el país llamó a eso polarización. Eso no se llama polarización, se llama mentira. Se llama manipulación, se llama tergiversación. El periodismo de investigación es para investigarlo todo y a todos.

L.C.V.: ¿Por qué cree que los mayores exponentes de ese periodismo cobraron tanta relevancia?

J.G.: Porque el país, ingenuamente y con un poco de candidez, empezó por creer que iban en serio. Qué buena investigación, este hombre se consiguió todos los documentos, todos los papeles secretos, todos los testimonios. Pero al cabo de un año de estar viendo eso, comenzamos todos a decir “bueno, pero este no es el cuento de los papeles secretos, sino siempre contra una sola persona”. De manera que lo que confundió al ciudadano fue el origen del tema creyendo que venía la investigación contra todos los que merecían investigarse. Y no era así. 

L.C.V.: En Estados Unidos el periodismo ha tomado un giro grande hacia el partidismo. CNN, MSNBC son de corte liberal. Fox es de corte conservador. El New York Times y el Washington Post son de corte liberal. El Wall Street Journal, de corte conservador. ¿Cómo ve esa aproximación? 

J.G.: Yo le devuelvo la pregunta. ¿Cómo hizo usted para saber lo que me acaba de decir? Porque ellos mismos dan las pistas, no están tratando de engañar a nadie. Yo voy más lejos, yo les diría que pongan en el periódico: este es un periódico de ideas afines al liberalismo, este es un periódico de ideas afines al marxismo, este es un periódico de ideas afines al conservatismo. No están tratando de ocultarlo en los Estados Unidos. Al contrario, lo demuestran todos los días. La diferencia con Colombia es que aquí no solo ocultan su tendencia partidista, sino que la niegan. Se ofenden. ¿Yo?, ¿cuándo?, ¿mi noticiero de radio, de televisión, mi periódico?, ¿cuándo? Los descubre uno todos los días haciendo eso. No le sumemos a la parcialización, la hipocresía. 

L.C.V.: ¿Qué piensa de las columnas de opinión que son unidades investigativas? 

J.G.: Que deberían dejarles eso a las unidades investigativas. Así como las unidades de investigación no son columnas de opinión, las columnas de opinión no deberían ser unidades investigativas, pero las disfrazan. “Esta columna se tomó el trabajo de hacer una gran investigación que nos llevó mucho tiempo”. Les entregaron la noche anterior los papeles los amigos políticos, y los publican al día siguiente sin investigarlos, sin contrastarlos. Las columnas de opinión no deben ser unidades investigativas. 

L.C.V.: ¿Cómo ve a la radio?

J.G.: Las mediciones son no solo curiosas, sino sorpresivas. Cuando llegó el coronavirus, la radio estaba atravesando su peor momento de los últimos tiempos, por lo que decíamos hace un momento: por las redes sociales que ya se anticipan en todo, porque las radios empezaron a despedir periodistas. Cuando llega el coronavirus, hasta el día de hoy, la radio es la que ha recuperado sus oyentes porque se convirtió en la compañera del encierro, de la cuarentena. Creo que lo han sabido manejar.

L.C.V: La radio de la mañana ha tenido un cambio importante generacional, en el cual me incluyo. ¿Cómo nos ve a los nuevos exponentes de esa radio?

J.G: Con una enorme esperanza. Los veo y los oigo alimentando esa ilusión. Espero que traigan de vuelta la ecuanimidad, la imparcialidad, la veracidad, los viejos principios del oficio. Creo que los periodistas jóvenes, no solo en el sentido de la edad, sino de su trabajo radial, están cumpliendo en términos generales con darle vida a esa ilusión. Devolverle a la radio el respeto y la ética.

L.C.V: ¿Por qué Juan Gossaín no tiene Twitter?

J.G: Por la misma razón por la que no tengo carro. No lo sé manejar.

L.C.V: No sabe cuánta falta nos hace en la radio por las mañanas…

J.G: Me lo suelen decir. Pero le voy a contestar con la misma franqueza. Lo que usted me acaba de decir es una carga. Yo vivo en Cartagena, una ciudad de turistas hasta el coronavirus. Cuando yo salgo a la calle a hacer un poco de estiramiento de pierna, los turistas me paran para pedirme fotos. “Es que mire, don Juan, yo a usted sí le creo, no sabe la falta que me hace”. Eso se agradece, pero no es orgullo. Es una carga más sobre estos hombros. Yo lo que pienso enseguida es: otro más que me echa la carga en los hombros. A ese señor no se le puede quedar mal. Yo sé la seriedad de esto. Yo sé lo que eso significa para mi conciencia, para mi ética. Es una carga que hay que respetar.