ENTREVISTA
"El proceso de paz en Colombia es irreversible": Juan Manuel Santos
El exmandatario colombiano y premio Nobel de la Paz en 2016 habla con BBC Mundo a propósito de su libro "La batalla por la paz" en el que narra las peripecias de un proceso que duró cuatro años y que terminó con la guerra de guerrillas más antigua del hemisferio occidental.
La noche del 2 octubre de 2016 en que, contra todo pronóstico y esperanza, se conoció que el NO había ganado en Colombia el plebiscito que buscaba refrendar el proceso de paz firmado semanas antes entre el gobierno y las FARC, el presidente Juan Manuel Santos consideró renunciar.
En su libro "La batalla por la paz", el ahora exmandatario colombiano consigna que dijo a un pequeño grupo de asesores:
"Hay que analizar todas las opciones -dije-. Todas las opciones. Y una de ellas es renunciar".
"Más adelante escribe: "Muchos -comenzando por mi propia familia- se veían afectados emocionalmente, y yo sabía que en esas condiciones no eran los mejores consejeros".
"Consciente de esto, me retiré unos minutos a reflexionar en silencio. Necesitaba estar solo".
"Respiré hondo, medité, dejé que se aplacara mi mente, y una única respuesta surgió clara en mi interior: tenía que perseverar, el único camino responsable era perseverar".
En el contexto mundial, el referendo colombiano se inscribió en una serie de elecciones y plebiscitos (Brexit, el triunfo de Donald Trump) que mostraban el ascenso de fuerzas conservadoras o de extrema derecha acusadas de haber manipulado la verdad y utilizado el miedo para lograrlo.
Fue lo que luego empezó a conocerse como la "posverdad" (fake news).
Volviendo a esa semana de octubre en Colombia, Juan Manuel Santos convocó a todos los sectores que se habían opuesto al acuerdo, logró despejar dudas de las iglesias evangélicas sobre la supuesta introducción de la "ideología de género" en el acuerdo.
Y de esas reuniones salió un documento con 60 modificaciones propuestas, de las que, en negociación con las FARC, se aceptaron 58.
El acuerdo se había salvado.
Esa misma semana recibió el premio Nobel de la Paz.
Entrevistamos a Juan Manuel Santos con motivo del Hay Festival de Querétaro días antes de que Iván Márquez, exjefe del equipo negociador de las FARC, y otros conocidos guerrilleros anunciaran la semana pasada que retoman la lucha armada en Colombia.
Tras el anuncio, contactamos de nuevo al exmandatario, que nos confirmó que su posición sigue siendo la misma, citando una frase del conocido estadista británico Winston Churchill: "El éxito no es el punto final, el fracaso no es una predestinación. Lo que cuenta es el coraje de continuar. El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo".
Así como en Estados Unidos en los 70 se decía que Nixon era el que podía negociar con China precisamente por su dura posición frente a ese país, tengo la impresión de que usted, al haber sido ministro de Defensa en Colombia y haber asestado tan duros golpes a las FARC, era quien podía impulsar un proceso de paz con ese grupo y contar a la vez con el respaldo del ejército colombiano...
Eso es cierto. Inclusive fui tal vez el único Presidente que portó el uniforme de las fuerzas armadas que desfiló un 20 de julio (día de la Independencia en Colombia).
Mi hijo estuvo en el ejército.
En video: "Hace dos años estaba viendo salir a los guerrilleros de las montañas": Jesús Abad Colorado
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Yo tenía un conocimiento tal vez más profundo que el común de los presidentes y un acercamiento y un respeto de las fuerzas más allá de lo normal.
Eso ayudó muchísimo y también ayudó que no cometí el error de mis antecesores de aislar al ejército de la negociación, sino todo lo contrario.
Lo que hice fue involucrar a todas las fuerzas armadas desde el comienzo, mantenerlas informadas y decirles que una victoria para ellas sería la paz, porque a final de cuentas la que se iba a desarmar era la guerrilla.
Puse dos negociadores del ejército y la policía, dos generales del mayor prestigio, y eso ayudó a generar confianza, porque lo que sucede usualmente es que las fuerzas armadas sienten que las van a negociar, que su futuro va a quedar en manos de su antiguo enemigo, y por eso habían sido tan reacias a una negociación.
Equipo negociador del gobierno colombiano: de izquierda a derecha, Sergio Jaramillo; general de la policía Sergio Naranjo; general del ejército Jorge Enrique Mora; María Paulina Riveros y Humberto de la Calle. Foto: GETTY IMAGES
Usted ha hablado de que nunca se planteó negociar el tema de las fuerzas armadas, algo que por lo general se pide en todos los procesos de paz que involucren a un grupo guerrillero. ¿Cómo hicieron para convencer a las FARC de eso?
Pues la negociación de la agenda fue una parte muy importante, secreta, y ahí se avanzó muchísimo.
Logramos identificar los temas en torno a los cuáles teníamos que ponernos de acuerdo para lograr la paz.
Y ahí dijimos desde un comienzo que no íbamos a poner las fuerzas armadas en la mesa de negociación, que era una de las "líneas rojas", y (las FARC) acabaron aceptando, como aceptaron otros temas que propusimos y que al principio no estaban de acuerdo.
De manera que fue un táctica de negociación exitosa y nunca permitimos que las fuerzas armadas, o lo que ellos llamaban la "doctrina de seguridad nacional", fuese un tema de negociación.
Me imagino que fue vital para el resto del proceso.
Fue muy importante porque generó mucha confianza y respaldo por parte de un sector que era escéptico desde el comienzo con el proceso.
A pesar de la transparencia con la que trataron de conducir el proceso, llama la atención todo lo que trataron de insinuarle al ejército quienes se oponían al proceso: que lo iban a reducir, que les iban a quitar las pensiones para dárselas a la guerrilla... Bueno, de usted llegaron a decir que era comandante de las FARC. Y he escuchado a universitarios, a médicos, que defienden eso como si fuera un hecho.
Bueno, usted sabe que la táctica política de la extrema derecha, incluso del propio fascismo, es aquella famosa frase: "hay que mentir, mentir y mentir que de la calumnia algo queda".
Y en nuestro entorno político esa era una frase famosa hace varias décadas...
...Del expresidente conservador Laureano Gómez
Exactamente. Y eso fue lo que desde el comienzo del proceso utilizaron aquellos que no querían que avanzara.
Unos porque políticamente no les convenía, otros porque siempre hay algunos intereses que se lucran de la guerra y otros por el factor del narcotráfico que ha sido nefasto para el país y que veían que un proceso de paz podía ir en contra de sus intereses.
Entonces confluyeron diferentes intereses en tratar de sabotearlo y uno de los caminos más fáciles y con el que más daño podían causar era precisamente generar miedo, inventarse toda clase de historias para que la gente no apoyara el proceso.
El expresidente Álvaro Uribe Vélez ha sido un acérrimo opositor al proceso de paz adelantado por Juan Manuel Santos. Foto: Getty
Algo que me llama la atención de Colombia es que hay unos temas en los que el país no parece avanzar. Leyendo un libro de memorias y entrevistas del escritor antioqueño Manuel Mejía Vallejo, hablaba de las acusaciones que en los años 40 le hacían los conservadores a los liberales y era prácticamente calcado con lo que ocurre hoy entre los sectores más conservadores con los más progresistas...
Infortunadamente eso es cierto, pero no es un fenómeno colombiano.
La historia tiende a repetirse en muchos sectores de la sociedad mundial.
En Estados Unidos, la polarización que estamos viendo se vio en otros tiempos.
Sí, pensando en la figura suya y la de Álvaro Uribe, es un poco lo que se está presentando a nivel mundial. Usted representa a alguien más cosmopolita, conectado con el mundo moderno, frente a alguien mucho más conservador...
Creo que eso es cierto.
Y eso mismo ocurría incluso al comienzo de nuestra república.
Si releemos la historia, eso que usted acaba de describir estaba presente: unos más progresistas que otros, unos centralistas otro federalistas...
Yo creo que el mundo necesita redescubrir rápido un libreto de lo que yo llamo la "Tercera Vía", porque los extremismos cuando se retroalimentan nos llevan a desastres como las guerra.
En estos momentos la Tercera Vía no es muy popular acá en Reino Unido, que fue donde empezó a plantearse...
No lo es porque uno de sus máximos exponentes cayó en desgracia por otros motivos...
Tony Blair, por la invasión a Irak
... Pero el concepto, la filosofía de la Tercera Vía, que se puede resumir en una frase, "el mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario", es un enfoque pragmático que ha producido los mejores resultados en los países que lo han aplicado.
Nosotros hicimos, al principio de mi gobierno, una cumbre de mandatarios de la Tercera Vía, el presidente Bill Clinton, el primer ministro Tony Blair, Fernando Henrique Cardoso de Brasil, Ricardo Lagos de Chile y Felipe González, presidente del gobierno español, y lo que destacábamos era que durante esos mandatos los indicadores de prosperidad y de avance económico y social fueron los más altos de esos países en la historia reciente.
Santos se inscribe entre los mandatarios de la "Tercera Vía", junto a Bill Clinton, Felipe González, Ricardo Lagos o Tony Blair, con quien incluso escribió un libro sobre el tema. Foto: Getty
La Tercera Vía sí ha funcionado, lo que pasa es que cayó en desgracia por otros motivos. El nombre, no el concepto
Claramente eran otros tiempos, porque fíjese en los mandatarios que menciona: Bill Clinton, Fernando Henrique Cardoso, Tony Blair... Quienes ocupan ahora el poder en sus países no podrían ser más diferentes.
Por eso digo yo que hay que recobrar rápidamente un libreto atractivo políticamente de una nueva tercera vía, porque lo que estamos viendo... Mire el ejemplo de Brasil, la diferencia entre Cardoso y Bolsonaro, eso es como el agua y el aceite.
Por eso no le veo un gran futuro a ninguno de estos países que está cayendo en el extremismo ya sea de izquierda o de derecha.
Otro tema fundamental en el que también me parece que Colombia no avanza es el de las tierras. Fue el primer preacuerdo con las FARC y usted dice en su libro que lo vieron como la oportunidad de hacer reformas que debieron hacerse hace mucho... Pero en Colombia nunca ha sido posible hacer una reforma agraria. De hecho los narcotraficantes hicieron una contrarreforma. Y ahora en los asesinatos de líderes sociales yo veo eso: están atacando sobre todo a los que buscan la recuperación de sus tierras...
El punto uno de la agenda del proceso de paz se refería a lo que denominamos una reforma rural integral, que tiene que ver con la tierra, el acceso, la productividad...
Ha sido un tema que nos ha afectado desde el comienzo de nuestra república, ha sido una añoranza de Colombia durante 200 años.
Ahí coincidimos el gobierno y las FARC y fue tal vez uno de los puntos más fáciles de negociación y el primero que se acordó.
Infortunadamente no logramos pasar las leyes necesarias que se tenían que aprobar en el congreso porque nos faltó tiempo, pero esa es una deuda pendiente que si el país se pone de acuerdo para cumplir sería un avance muy importante.
Usted tiene toda la razón cuando relaciona la muerte de los líderes sociales con las personas que no quieren que se avance en ese punto del acuerdo.
Inclusive antes de terminar las negociaciones nosotros iniciamos la restitución de tierras a los campesinos que habían sido desplazados a punta de fusil. Logramos entregarle a los jueces más de un millón cien mil hectáreas, de las cuales los jueces titularon a campesinos que habían sido desplazados más de 300 mil.
Pero falta mucho camino por recorre y ahí hay que avanzar.
Ese es uno de los puntos en los que el país podría encontrar una unidad en su mayoría, no todos, porque hay algunos que no quieren que eso avance.
Pero ese es un punto en el que el presidente Iván Duque encontraría un inmenso respaldo.
¿Y usted cree que hay voluntad política en el presidente Duque para hacer avanzar este tema?
Yo tomé una decisión cuando hace un año salí del poder y es no comentar sobre lo que está haciendo mi sucesor. Entonces no quisiera entrar en esa discusión porque yo sufrí durante ocho años una oposición implacable de mi antecesor y sé el daño que eso hace.
Yo prefiero seguir la costumbre, por ejemplo, de los Estados Unidos donde los expresidentes en la medida de lo posible no se entrometen en la gestión de sus sucesores.
Perdone que insista en eso, señor Santos, pero en Estados Unidos, por ejemplo, le han reclamado a Barack Obama que no tenga un papel más protagónico frente a lo que está ocurriendo con el presidente Trump.... ¿No ha sentido usted ganas o no le han pedido que asuma un papel más protagónico en defensa del proceso de paz?
Me lo piden todos los días y ganas por supuesto que también he tenido todos los días, porque el alud de críticas o inclusive cuando empiezan a usar el espejo retrovisor (echarle la culpa al gobierno anterior de problemas actuales) pues uno se desespera por no poder responder, pero a la larga al país le conviene más que los expresidentes mantengan prudencia y se dediquen a otras cosas que no sea seguir peleando con sus contradictores políticos.
Un punto que usted destaca como novedoso del proceso colombiano es el de las víctimas. Me llamó la atención que en su último libro"No a la impunidad: jurisdicción universal, la última esperanza de las víctimas", el exjuez español Baltasar Garzón coincide mucho con su visión de ellas. Dice, por ejemplo, que nunca ha encontrado una víctima con deseos de venganza.
Uno de los puntos más novedosos de este acuerdo es que es el primero que se desarrollo en torno a los derechos de las víctimas.
Que las víctimas estuvieran en el centro de la solución del conflicto.
Y Baltasar Garzón tiene toda la razón, porque lo viví.
Al comienzo del proceso yo pensé que quienes se iban a oponer a la Justicia Transicional iban a ser las víctimas porque tenían mucha rabia y sed de venganza.
Me di cuenta -y para mi fue una lección de vida- que era todo lo contrario. Las víctimas resultaron ser las más generosas, las que más abrieron su corazón para el olvido.
Y yo les preguntaba el por qué de esa posición tan generosa, y me decían "porque no queremos que la gente siga sufriendo lo que nosotros sufrimos".
Y tuve una experiencia que fue muy importante para mí durante el proceso: un profesor de Harvard me dijo: "Usted se embarca en un camino muy difícil, que va a estar lleno de dificultades y se va a sentir muy solo. Cuando esté a punto de tirar la toalla, hable con las víctimas, que le cuenten sus dramas. Eso lo va a reenergizar".
Yo me puse como ejercicio cada semana hablar con alguna víctima y eso para mí fue fundamental.
Cuando yo escuchaba sus historias salía con un tremendo entusiasmo a pesar de las dificultades. Ahí fue cuando me di cuenta de que eran las más generosas, las que más querían que el terror de la guerra se terminara.
Hay algo que a mí me inquieta de Colombia: la saña en contra de las víctimas. Es como si sólo se quisiera reconocer a las de un lado y descalificar a las demás
Es nunca se había tenido en cuenta a las víctimas, y si usted analiza otros conflictos se da cuenta de que nadie las consideró. Nosotros en el fondo estábamos haciendo camino al andar.
Cuando aprobamos la ley de Víctimas y Restitución de Tierras en el año 2012 (previo al acuerdo de paz), fue considerado tan innovador por las Naciones Unidas que el propio secretario General viajó a Colombia a su sanción.
Y como las víctimas comenzaron a tener protagonismo y algunos derechos y prerrogativas, eso generó en quienes no querían que el proceso avanzara una animadversión que utilizaron en contra de las víctimas.
Ahí hubo una intención política para en cierta forma satanizarlas, porque eran el centro de la solución del conflicto.
Hay cosas en este proceso que se ven irreversibles. Una son la víctimas. Ese tema se puso en el centro de la agenda en Colombia y creo que ya es irreversible su protagonismo en la vida política nacional. ¿Hay otros puntos que usted considere irreversibles?
Pues mire: el proceso mismo. Ya está en un punto de no retorno, irreversible.
Usted vio lo que sucedió con las intenciones del propio gobierno y de algunos sectores de cambiar algunos puntos en el acuerdo: se encontraron con una muralla infranqueable del congreso, la Corte Constitucional y la comunidad internacional.
Está la jurisprudencia que impuso la Corte Constitucional para que ningún presidente en los próximos tres períodos pueda hacer modificaciones legales que vayan en contra de los acuerdos.
El hecho de que las FARC estén desarmadas, Y no están, como algunos dicen, regresando al monte.
Es un porcentaje muy pequeño el que no está en el proceso, pero la inmensa mayoría se mantiene.
A pesar de los intentos de mucha gente de demeritarlo, el proceso continúa.
Con dificultades, claro, como ha ocurrido con todos los procesos de paz, sobre todo en la parte de la reconciliación. que toma mucho tiempo y necesita que el país vaya madurando, pero el proceso es irreversible.
¿Le sorprendió el compromiso de las FARC?
Pues era lo que buscábamos.
Y lo que tengo que reconocer es que se han comportado con toda responsabilidad después de la firma del acuerdo.
Algunos miembros -incluso del secretariado, como Iván Márquez y Jesús Santrich- traicionaron a su organización, pero el grueso de las FARC está cumpliendo y ha dado unas muestras de seriedad que creo que los colombianos están empezando a apreciar.
¿Le faltó algo a este proceso?
Tal vez en hacerle pedagogía. En explicarlo mejor y contrarrestar con mayor efectividad toda esa campaña de desinformación que se realizó.
Subestimamos los efectos de esa campaña y por eso todavía tenemos problemas.
Por eso lo que usted decía al principio de la entrevista, de que todavía hay gente muy formada e inteligente que sigue diciendo esas barbaridades: que yo soy comandante de las FARC y otras que prefiero no repetir. Eso es producto de que subestimamos el poder de las mentiras.
Que compró el premio Nobel a Noruega con un pozo petrolero...
(Risas) Que me robé 375 millones de libras esterlinas con la complicidad del papa Francisco, que tenía un acuerdo secreto con Hugo Chávez y los hermanos Castro para entregarle el país a las FARC. Inclusive me tenían hasta un nombre como miembro de las FARC: alias Santiago.
Pero con esos sectores del uribismo hay que contar si se quiere construir un nuevo país.
Sí, pero cada vez que se tratan de tender puentes con ellos mueven los límites. Porque hay gente a la que no le gusta la reconciliación. necesitan adversarios, si no hay enemigos se los inventan.
Esa es otra consigna de la extrema derecha que ha sido muy usual en la historia.
Pero es verdad: los intentos de reconciliación hay que mantenerlos, ahí hay que perseverar, porque a la larga la esperanza se impone sobre los odios y la reconciliación se impone sobre la guerra.
Eso también nos lo ha enseñado la historia.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Querétaro, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad mexicana entre el 5 y el 8 de septiembre de 2019.