ENTREVISTA

“Se corrompió la contratación en las regiones”

SEMANA habló con el presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, quien explicó por qué las obras se hacen mal o no se hacen.

18 de abril de 2015

Juan Martín Caicedo Ferrer, presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, advierte que se presenta una situación muy grave en los municipios y departamentos porque a mayor inversión es mayor la corrupción.

Semana: ¿Por qué ha sido tan enfático en denunciar que la contratación de las obras públicas en las regiones se las tomaron las mafias?

Juan Martín Caicedo: Porque es cierto. Mientras que en Colombia no exista una política de pliego único de contratación, los funcionarios van a seguir manejando de manera discrecional los pliegos y poniendo requisitos financieros o técnicos para beneficiar a Pedro, a Juan o a Tomás. Es como un vestido hecho a la medida para licitaciones que de antemano tienen un solo dueño.

Semana: ¿Eso cómo se puede comprobar?

J. M. C.: La cámara tiene un observatorio que recibe denuncias y quejas de procesos de todo el país. Decidimos hacer una muestra aleatoria en 47 municipios, 12 departamentos y 13 alcaldías en Bogotá. Al final encontramos que el 65 por ciento de la contratación de esos municipios se hizo a un único proponente, y el 35 por ciento en los departamentos. En Bogotá el 58 por ciento de los contratos de las alcaldías locales se los ganó un único oferente. Llaman la atención los casos de Usme y Suba porque el ciento por ciento de todos los contratos fueron adjudicados a un único oferente.

Semana: ¿Pero se supone que fueron escogidos a través de licitaciones o concursos públicos?

J. M. C.: Se hacen, pero lo que estamos viendo es que están amarrados. La tendencia son adjudicaciones con un solo proponente, pero también hay otras en las que se presentan unos pocos, pero en la que ya están de acuerdo en quién va a ser el ganador. En otras, a pesar de que se presentan muchos proponentes para cumplir los requisitos de la Ley 80, pasa lo mismo: una licitación de uno.

Semana: ¿Y cómo lo hacen?

J. M. C.: De dos formas. Se crea una línea directa entre un funcionario corrupto y un contratista corrupto para hacer un pliego a su medida, que excluya a cualquier otro proponente, y así repartirse la marrana, como dicen popularmente. La otra modalidad frecuente en los territorios es que entre el funcionario y el contratista aparece en el medio un gamonal o una persona, un Julio, un Emilio, un X o un Y, que hace de puente. En muchas regiones es un político, pero no siempre.

Semana: ¿Qué consecuencias tiene este fenómeno?

J. M. C.: La mayoría de las obras contratadas de esta manera terminan siendo fallidas o inconclusas. Como una porción del presupuesto se destina a pagar la corrupción y las mordidas, el contratista en vez de hacer diez kilómetros de vía hace cinco, o la hace toda, pero de muy mala calidad. Vayan a las regiones para que vean. Por este juego muchas empresas medianas y pequeñas, honestas, que son la mayoría del sector, se están quedando por fuera de la contratación.

Semana: ¿Y quién más pierde?

J. M. C.:
Pues todos los colombianos. Los ciudadanos perdemos, porque no podemos disfrutar las obras que necesitamos y porque nos están robando la plata de nuestros impuestos, la que pone el Estado, que es de todos.

Semana: ¿Cuántos recursos podrían estar comprometidos en el estudio que hicieron?

J. M. C.: En la muestra los contratos fueron por cerca de 1,5 billones de pesos, pero solo se analizó un universo pequeño. Estoy seguro que si se mirara toda la contratación que hicieron departamentos y municipios para obras de infraestructura hay que multiplicar por ocho o por diez. Es decir, están en juego muchos billones de pesos.

Semana: ¿En la muestra, quiénes son los que tienen los indicadores más preocupantes?

J. M. C.: Los departamentos campeones en la contratación de un solo oferente son Casanare y Córdoba. Les siguen Huila, Bolívar, y después más abajo Sucre, Magdalena, Meta, Cesar, Guaviare. En municipios son muchos, como Caucasia, Dibuya, Neiva, Acacías, Barranquilla, Cartagena, Maicao.

Semana: ¿Qué es lo que más le preocupa de este fenómeno?

J. M. C.:
El país está empezando a crecer por cuenta de la infraestructura y estamos teniendo grandes inversiones, que en las regiones podrían superar los 20 billones de pesos en los próximos años, muchos provenientes de la Nación, de regalías... Sin embargo, amparados en la autonomía regional, se están haciendo maturrangas para amañar los contratos y eso puede matar la gallinita de los huevos de oro. No vaya a ser que pase lo mismo que con las regalías, que el país se cansó de que se desviaran para todo tipo de cosas y el gobierno terminó poniendo talanqueras para entregar esos recursos.

Semana: ¿Y eso también está pasando en las grandes licitaciones de 4G?

J. M. C.:
No. Debo dejar en claro que las licitaciones de cuarta generación de concesiones se han hecho de forma transparente y no ha habido quejas al respecto. Lo mismo las que ha asignado Invías, y que ascienden a 6 billones de pesos, porque ellos tienen un pliego tipo.

Semana: ¿Por eso para usted ese es el antídoto?


J. M. C.: Sí. Debe existir un pliego único o tipo. Si la Nación está financiando muchas de estas obras, Planeación Nacional o varias entidades del gobierno central deberían exigir que esto se hiciera. Esa es nuestra recomendación. Sin embargo, hay discusiones de si se deben tocar algunos instrumentos legales o constitucionales para que ese pliego tipo se imponga, sea obligatorio.

Semana: Y por qué tanto silencio de los organismos de control?

J. M. C.: La mayoría de los organismos de control, especialmente regionales, se están haciendo los de la vista gorda. Sin embargo, ya les entregamos este informe a la Contraloría General, a la Procuraduría y a la Superintendencia de Industria y Comercio, entre otros. Un aspecto positivo de que haya un pliego tipo es que frente a las investigaciones que se adelanten por falta de transparencia o posible corrupción, no tendrían que inmiscuirse y desmarañar cada contrato, sino mirar los referentes del pliego tipo. Pero la labor que hoy hacen es compleja, porque en Colombia existen tantos modelos de pliegos como entidades contratantes. Hay más de 1.100 municipios y 32 departamentos en el que cada uno tiene sus propios criterios.

Semana: ¿Pero es una responsabilidad de un funcionario o del alcalde o del gobernador?

J. M. C.: En algunos municipios hay secretarías de infraestructura, en otros existen las antiguas secretarías de obras. Quisiera pensar que en muchos casos los mandatarios no se han dado cuenta de lo que está pasando, pero debo advertir que este mismo fenómeno, de licitaciones de uno solo, se está dando en obras de acueducto, alcantarillado…

Semana: ¿Cree que el fenómeno se ha incrementado en los últimos años?

J. M. C.: Antes, la corrupción estaba involucrada en obras de millones, ahora estamos hablando de billones de pesos. Es un hecho que la locomotora de la infraestructura despegó y eso es lo que nos preocupa. Si no se le pone una talanquera a lo que está pasando, vamos a llegar a la conclusión de que la corrupción es autónoma, descentralizada. Hoy se presenta una paradoja muy grave: a mayores niveles de inversión, mayores niveles de corrupción.

Semana: ¿Hay algo que pueda empeorar este panorama?

J. M. C.:
Nos preocupa que este fenómeno se acreciente por el proceso electoral, que en estos periodos tiende a ser más complejo.