POLÍTICA

¡Juego sucio! Una campaña salpicada por la agresividad, el odio y las trampas

La agresividad, el nivel de odio y las jugadas bajo la mesa desplazaron a las ideas y las propuestas.

14 de mayo de 2022
El juego sucio en la campaña política.
El juego sucio en la campaña política. | Foto: SEMANA

La carrera electoral por la Casa de Nariño se está convirtiendo en una batalla campal, en un escenario violento que parece agudizarse a medida que se acerca la primera vuelta presidencial, el próximo 29 de mayo.

Las redes sociales, como principal tribuna de ataques, son un termómetro para medir el nivel de rabia, el calibre de las denuncias y hasta las estrategias más turbulentas de esta campaña.

Las elecciones de 2022 no son las más violentas en la historia reciente de Colombia. En 2002, por ejemplo, Álvaro Uribe se vio obligado en muchas ocasiones a permanecer encerrado en un hotel en Bogotá porque las Farc planeaban asesinarlo.

Tampoco están marcadas por un escándalo judicial como el del hacker que le costó la presidencia en segunda vuelta a Óscar Iván Zuluaga en 2014, un hecho que terminó siendo un montaje porque dejó a la mayoría de sus protagonistas en libertad.

Sin embargo, las intrigas, los intentos de desprestigio y el odio desplazaron las ideas y las propuestas de los candidatos presidenciales.

La confesión de la senadora electa por el Pacto Histórico Isabel Zuleta, sobre su plan para acabar con la reputación de Sergio Fajardo, demostró que se han desbordado los límites en el empeño de desprestigiar a todo rival que suponga una amenaza electoral para su candidato.

Zuleta reconoció: “A Fajardo lo quemamos y fue una tarea dura, hasta con Procuraduría y Contraloría”. Se trata de una frase que no es de poca monta y que puso en evidencia que al candidato lo quisieron sacar del escenario político.En el fajardismo no hay dudas de que se adelantó una campaña sucia contra el exgobernador de Antioquia, y aunque no está demostrado que haya venido directamente desde el Pacto Histórico, Gustavo Petro respaldó las palabras de Zuleta.

El video donde se observa a la senadora electa hablando de Fajardo enrareció el ambiente político. El candidato de la coalición Centro Esperanza anunció acciones penales para determinar si hubo violaciones a la ley, mientras Federico Gutiérrez se mostró solidario con él. Todo esto pese a que, desde el fajardismo, el senador electo Ariel Ávila puso en marcha la “campaña anti-Fico”, similar a la de Zuleta, con la que también pretende acabar con el buen nombre del exalcalde de Medellín.

Zuleta dijo que hay un plan en contra de Federico Gutiérrez. “La idea es que cuando empiece a salir (en redes), ustedes la empiecen a replicar por todas partes”, dijo la mujer ante un grupo de electores.

Ese escándalo evidencia que en esta campaña parece que el ‘todo vale’ sirve con tal de llegar al poder. Por ejemplo, el abogado Miguel Ángel del Río, excandidato a la Cámara por el Pacto Histórico, confesó la infiltración a la campaña de Gutiérrez, y aunque trató de desmarcarse de su afirmación, a la opinión pública le quedó claro el objetivo.

Igualmente, la campaña del Equipo por Colombia puso en evidencia una supuesta trampa que pretendía dejarlos mal y reveló una fotografía de Michael Colmenares, un venezolano que, al parecer, tiene nexos con grupos armados. Colmenares fue visto en un acto en Norte de Santander, donde estaba la fórmula vicepresidencial Rodrigo Lara Sánchez. “Él estuvo tratando de ingresar a los cuadros directivos de Fico Presidente”, informó la campaña.

Colmenares, según denunció Luis Felipe Henao, jefe de debate de Federico Gutiérrez, está relacionado con militares venezolanos y quiso tomarse fotos con el candidato que se disputa la presidencia con Petro, según todas las encuestas.

“Mandó cartas para poder estar en la campaña y, después, provocar un hecho político donde él saliera con armas, diciendo que quería asesinar al presidente Nicolás Maduro”, sostuvo Henao.

En el Pacto Histórico dijeron que la denuncia era una fábula y se desató un fuerte cruce de mensajes en el que se dijeron de todo. “A ti, Gutiérrez, solo te ha infiltrado la oficina de la mafia, su jefe llegó a ser no solo tu secretario de seguridad, sino tu vecino de apartamento. ¡Sepárate de estas bandas, hombre!”, respondió Petro.

“Más bien el que ha estado en grupos que secuestran, que han asesinado y le han hecho tanto daño al país es él. Claro, él entregó las armas, pero no desmovilizó su espíritu”, contestó Gutiérrez.

Petro ha tratado de relacionar a Gutiérrez con la Oficina de Envigado, una banda criminal antioqueña, pero el candidato de la centroderecha se ha defendido con unas interceptaciones telefónicas de la Fiscalía en las que probaron que sujetos de esa organización planeaban asesinarlo.

En definitiva, la campaña parece centrarse más en desacreditar al adversario que en las propuestas. Algunos analistas consultados por SEMANA coinciden en que si hoy se hiciera una encuesta y se les preguntara a los colombianos sobre los planes de gobierno y los cambios estructurales que proponen los aspirantes para transformar el país, la mayoría se rajaría.

“El ensuciamiento del adversario parece la tarea fundamental de las campañas y sus asesores. El objetivo es quién lograr ensuciar más al contrincante político”, explicó el analista político Juan Carlos Flórez.

En ese aspecto, la izquierda, según algunas voces, tiene una ventaja. “Es experta en guerra sucia porque saben manejar las redes sociales mejor que la centroderecha”, dijo el exvicepresidente Francisco Santos.

Los ataques verbales entre los aspirantes a la Casa Nariño no pasan factura, pero sí tendrán un costo después de las elecciones, según la directora de la Misión de Observación Electoral (MOE), Alejandra Barrios.

“El mandatario se encontrará con una ciudadanía que no cree, en principio, en aquellos que son sus gobernantes. Y este es un país que necesita, por todos sus problemas, un pacto que nos permita a todos caminar hacia un mismo lado. Conclusión: aquí se están sembrando las bases para generar esa desconfianza posterior”, dijo.

La campaña política está tan ardiente que hasta los grupos armados han buscado pescar en río revuelto.

El diario El Tiempo reveló unas presuntas grabaciones de Wilmer Antonio Giraldo, alias Siopas, uno de los herederos más fuertes de alias Otoniel, hoy extraditado a una cárcel de Estados Unidos, en las que se refiere a la necesidad de respaldar a Petro.

Los audios se conocieron en medio del paro armado de esta banda criminal que dejó ocho muertos (tres civiles, dos policías y tres soldados), más de 100 carros quemados y 11 departamentos incomunicados. El Pacto Histórico rechazó ese apoyo. “Lo nuestro, en la campaña de Gustavo Petro y Francia Márquez, es la paz, es el camino de la concordia, de la seguridad. No aceptamos el apoyo de bandas criminales”, dijo Alfonso Prada, jefe de debate de Petro.

El candidato del Pacto Histórico ha hablado de un “proceso de paz integral” con todos los actores violentos y de un gran pacto de la sociedad para la convivencia.

Graves amenazas

Aunque la violencia en esta campaña no puede igualarse con las de años anteriores, Petro denunció amenazas de muerte en su contra y suspendió una visita reciente al Eje Cafetero. La opinión pública conoció detalles del alcance de las intimidaciones. Petro dijo que se trataba de la Cordillera, una banda criminal, y le pidió al Gobierno investigar si un empresario y un senador están detrás de las amenazas.

Por los lados de Federico Gutiérrez, también hubo amenazas de muerte por parte del ELN y el Clan del Golfo. “Ojo con la seguridad del doctor Gutiérrez, información seria nos llega a quienes hemos sufrido tantos atentados”, escribió el expresidente Álvaro Uribe, en Twitter.

Por si fuera poco, grupos armados estarían presionando a los electores en algunas regiones, entre ellas Cauca. En Suárez, la tierra donde nació la fórmula vicepresidencial de Petro, Francia Márquez, y en Bolívar, “los grupos carnetizan a las personas para que voten por Petro. Esto es muy bueno que se investigue, ya que lo han dicho varios indígenas”, denunció Luis Felipe Henao.

Como están las cosas, los electores siguen el intercambio de acusaciones como un serial. A los votantes, por el contrario, les gustaría conocer las propuestas de los candidatos y cómo piensan resolver los principales problemas del país.