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Esta es la aplanadora de Petro en el Congreso: casi todos los políticos se subieron al bus de la victoria, ¿por qué?
El nuevo presidente tendrá que mantener una fina balanza para asegurar su gobernabilidad, darle juego en su gobierno a partidos tradicionales y revisar algunas de sus propuestas sin que sus seguidores se sientan traicionados.
Por estos días, en el Pacto Histórico se la han pasado calculadora en mano haciendo sumas y restas para conformar una coalición que le permita al presidente electo Gustavo Petro tener gobernabilidad.
El mandatario entrante tendrá que convertirse en todo un equilibrista en medio de esa negociación con otros partidos, pues en la política, como se dice popularmente, “no hay almuerzos gratis”.
Petro tendrá que moderar su agenda y otorgar participación en su gobierno a las nuevas fuerzas políticas que llegan a sumarse a su proyecto, pero sin dejar de consentir a los sectores de centro izquierda que lo llevaron a la Casa de Nariño. Un balance complejo.
El petrismo llega al poder con una bancada propia, la más grande del Congreso y la de mayor tamaño en la historia de la izquierda democrática en Colombia. Pero está lejos de ser mayoritaria.
Además del Pacto Histórico, Petro contará con la Coalición Centro Esperanza, el Partido Comunes y las curules indígenas, lo que le da en total 40 votos en el Senado, de 108 congresistas en esta corporación. A esta coalición se sumarían los 14 senadores del Partido Liberal, cuyo director, el expresidente César Gaviria, dio a conocer un pronunciamiento en el que le expresaron a Petro que no le harán oposición.
Gaviria señaló la intención de la colectividad de sumarse a los partidos de gobierno, aunque dijo que están a la espera de cuál será la participación en el gabinete. Con el apoyo liberal, el mandatario de izquierda contaría con 54 apoyos en el Senado, es decir la mitad de la corporación, lo que lo deja muy cerca de obtener mayorías, pero aún sin margen para tramitar sus reformas.
Por si fuera poco, en las últimas horas, el Partido Conservador y ‘la U’ anunciaron su decisión de respaldar la agenda legislativa de Petro y, en su columna en El Tiempo, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, líder de Cambio Radical, destacó el acuerdo nacional que ha propuesto el presidente electo.
En oposición estará el Centro Democrático, mientras que el Partido Mira, con tres curules en el Senado, se declaró en independencia, a pesar de que defiende posturas de centro derecha.
Por los lados de la U, las bancadas se reunieron este jueves y determinaron que se declaran en “no oposición al nuevo gobierno”.
En Cambio Radical, el panorama es similar y la independencia toma fuerza, pues hay líderes como David Luna, el senador más votado del partido, y los miembros de la casa Char que no quieren estar en el gobierno de izquierda.
Ahora, eso es lo que indican las matemáticas, pero en política, como suelen decir los analistas, uno más uno no necesariamente es dos. Los partidos tienen sus propios intereses y una negociación con el Congreso implica no solo llegar a acuerdos programáticos sino también tocar asuntos burocráticos, más aún cuando Petro se encuentra conformando su equipo y los congresistas se alistan para las elecciones de alcaldes y gobernadores del año próximo, en las que tendrán que darles juego a sus bases.
Esto lo han hecho todos los gobiernos. El único que en un principio se negó a esta posibilidad, el presidente Iván Duque, tuvo que echar para atrás su decisión y abrirle espacios a otros partidos ante el bloqueo al que lo sometió el Congreso.
Concesiones
Si quiere mantener su coalición, el petrismo se tendrá que preparar no solo para compartir espacios de representación en el Gobierno con partidos como los liberales, conservadores y la U, sino asumir el costo que esto implica. Se trata nada menos que estar con quienes representan la política tradicional, la misma que fue rechazada por los colombianos en las elecciones presidenciales.
Petro tendrá que encontrar un equilibrio para saber hasta dónde puede abrirle la puerta a otros sectores sin generar muchos roces con un sector del Pacto Histórico que rechaza al establecimiento político, como es el caso de la vicepresidenta electa Francia Márquez, quien durante la campaña aseguró que el expresidente Gaviria “representa el neoliberalismo, representa más de lo mismo y este país requiere un cambio”.
Pero estos roces, por más estratégico que sea el nuevo presidente, se van a presentar, son parte del sacrificio que tendrá que hacer el petrismo para tener mayorías. Para la muestra un botón: lo que está ocurriendo con la conformación de mesas directivas del Congreso.
Por tener la bancada mayoritaria en el Senado, el Pacto Histórico tiene asegurada la presidencia de esta corporación para el primer año del nuevo Congreso. El pulso en el petrismo por escoger quién ocupará esa dignidad resultó en fricciones, más aún cuando Petro le dio el guiño al senador Roy Barreras, quien es visto por algunos de sus copartidarios como alguien que representa la política tradicional. El próximo presidente del Senado primero fue uribista, luego santista y ahora petrista.
En el caso de la presidencia de la Cámara de Representantes, Petro también tendrá que caminar por una delgada línea para no generar mayores fricciones.
El Partido Liberal pidió que este cargo, durante el primer año, sea para uno de sus congresistas. Si el petrismo se niega a esta petición y no apoya al candidato liberal, comprometerá el apoyo de una bancada clave, de 14 senadores y 32 representantes. Pero si acepta esta solicitud y se la juega por el aspirante de los ‘rojos’, generará malestar en la centro izquierda, pues David Racero (Pacto Histórico) y Katherine Miranda (Alianza Verde), le manifestaron al entrante jefe de Estado su interés en ocupar esta dignidad.
En medio de esta recomposición de fuerzas, Petro también tendrá que moderar algunas de sus propuestas de campaña –que de no revisarse difícilmente pasarán el examen del Legislativo– pero sin traicionar a quienes lo eligieron por su programa de gobierno.
Por ejemplo, el liberalismo tiene como líneas rojas el respeto de los ahorros de los colombianos en los fondos de pensiones, mantener la independencia del Banco de la República y no poner más cargas tributarias a la clase media, puntos que chocan con algunos de los planteamientos de Petro.
Mientras tanto, la U se ha opuesto una y otra vez al desmonte del Esmad, pero la eliminación de este escuadrón se ha convertido en un punto de honor para un sector del petrismo.
El nuevo presidente tendrá que mantener una fina balanza para mantener su gobernabilidad. No lograr una buena relación con el Legislativo puede dar al traste con cualquier intención de hacer un buen gobierno. El Congreso no solo deberá tramitar la robusta agenda social con la que llega el Gobierno, sino que es el responsable de la aprobación del Presupuesto General de la Nación, el Plan Nacional de Desarrollo y las reformas tributarias.
Petro tiene las mayorías en el Congreso, pero para asegurar su gobernabilidad tendrá que convertirse en un avezado equilibrista para darle entrada en su gobierno a sectores políticos tradicionales y moderar el discurso con el que fue electo, pero sin traicionar a sus seguidores. ¿Hasta dónde podrá ceder?