NACIÓN
En video: la banda que se dedicada a 'formar' a sus jíbaros
La Fiscalía e Inteligencia del Ejército sumaron esfuerzos para “desarticular” una banda de expendedores que operaba al sur de Bogotá. Aunque basta ir a la calle para observar lo evidente, las autoridades cuentan con videos que muestran el modos operandi de los delincuentes capturados.
Se hacían llamar el clan de los Suancha por cuenta de su segundo apellido, operaban en el sur de Bogotá y la diferencia con tantas otras bandas dedicadas al expendio de drogas ilícitas es que estos, al tenor de aquella frase de cajón “Dale un pez a un hombre, y comerá hoy. Enséñale a pescar, y comerá el resto de su vida”, ofrecían capacitación para que sus colaboradores lograran delinquir sin caer ni muy fácil ni muy seguido.
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La buena nueva de la desarticulación de la banda –“El fin de los Suancha”– la dio en rueda de prensa la Fiscalía, representada por el director del CTI, general en retiro Luis Alberto Pérez, acompañado del oficial de inteligencia del Ejército, coronel Alberto Ochoa. Ambos explicaron al país que el desaparecido clan era liderado por los hermanos Luis Fernando y Jhon Alexander Muñoz Suancha, además de su primo (el de estos) Juan Manuel Suancha Contreras. Con los jíbaros jefes, y luego de dos años de investigación, cayó también una mujer y un ciudadano venezolano encargados de las líneas de distribución, es decir, de entregarle a la red de jíbaros las papeletas que estos revendían.
Según las autoridades, la lograda radiografía de los Suancha da cuenta de una red de traficantes que se habría dedicado a reclutar jóvenes drogadictos, adultos mayores, habitantes de calle y desempleados “para enseñarles los diferentes métodos de camuflaje de las sustancias, las zonas de venta, la identificación de potenciales clientes y la cantidad exacta de debían portar para pasar como consumidores y no ser capturados por las autoridades”. Las autoridades soportaron sus afirmaciones con videos en los que, efectivamente, se ve a plena luz del día a mendigos y menesterosos de diferente edad recibiendo papeletas que ocultan en su ropa raída.
Al respecto anota el comunicado: “vigilancias, seguimientos y otras técnicas de policía judicial evidenciaron que el denominado clan de los Suancha alcanzó a agrupar algo más de 30 expendedores que, luego de superar una etapa de entrenamiento y confianza, invadían parques, zonas comerciales y residenciales, y los alrededores de dos instituciones educativas públicas de la localidad”. Eso no fue todo. Las autoridades fueron más allá. En el curso de las investigaciones descubrieron que los hábiles jíbaros jefes no permanecían en un mismo lugar sino que solían tomar casas en arriendo por apenas un mes en múltiples barrios de la localidad Rafael Uribe Uribe. Los inmuebles que se convertían temporalmente en centros de acopio de las sustancias y luego, sin más, los expendedores se mudaban súbitamente. Las autoridades, aunque no pueden lanzar una frase afirmativa, al respecto consideran: “Estas maniobras para evadir a las autoridades serían financiadas por los jefes del clan familiar”.
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En medio de las pesquisas de la Fiscalía y el Ejército contra el clan Suancha se pudo establecer que el adiestramiento que los cabecillas les daban a los jíbaros reclutados a fin de evadir a las autoridades no era muy eficaz ni para los líderes mismos. O al menos no del todo. Esto, toda vez que al verificar el sistema de antecedentes judiciales se encontró que los jefes de la banda tenían múltiples detenciones y expedientes. Sin embargo, una y otra vez en los últimos años, volvían a las calles pues ante los jueces argumentaban que sus delitos eran excarcelables o que las dosis que les hallaban camufladas eran para consumo personal. Solo los hermanos Luis Fernando y Jhon Alexander Muñoz Suancha, suman 30 anotaciones judiciales relacionadas con tráfico de estupefacientes, porte de armas corto punzantes y consumo de sustancias psicoactivas o prohibidas.
Con semejante prontuario la pregunta que queda en el aire es si las autoridades han procurado develar quién está detrás de los Suancha. La lógica indica que sería más eficaz escalar la investigación que seguir persiguiendo a estos expendedores de oficio. Por lo pronto, según lo que se desprende de la rueda de prensa, no se tiene claro quién o quiénes están detrás de la desvertebrada red de jíbaros del sur de Bogotá. Tras dos años de intensa investigación, ¿no se sabe cómo llegan los alijos o quién antecede a los Suancha?