ATENTADO
La bomba que reconoce las Farc, pero que Vargas pensaba que venía del DAS de Uribe
En 2005, el entonces senador Vargas Lleras aseguró que ese organismo de inteligencia lo tenía chuzado y que había mafias y fuerzas del Estado detrás de su intento de asesinato. Ese episodio, que hoy se resuelve con la carta de las Farc, lo distanció de Uribe de manera irreconciliable.
Las diferencias entre Germán Vargas Lleras y Álvaro Uribe han sido una de las serie de desencuentros más álgidos y problemáticos del poder en Colombia. Cada uno de ellos ha estado en orillas distintas en momentos estructurales de la vida del país, al punto que muchos dicen que si existe alguna amistad irreconciliable es la de ellos dos. En ese largo camino de desavenencias, hubo un hecho que marcó un punto de quiebre: la bomba contra Vargas en el año 2005, cuya autoría hoy reconoce las Farc.
El entonces senador salía de participar en el programa radial Hora 20 en donde hizo una vehemente defensa del traslado de ‘don Berna’ de la cárcel de Cómbita a Itagüí y de la Ley de Justicia y Paz que había permitido la desmovilización de las autodefensas. Pasadas las 10 de la noche y a pocas cuadras de la sede de Caracol Radio, una fuerte explosión lo sorprendió cuando transitaba con su escolta por la carrera novena con calle 67.
Los 50 kilos de explosivos camuflados en un carro Corsa modelo 2003 fueron activados al paso de la caravana. Las dos camionetas 4x4 de sus escoltas quedaron totalmente destruidas. Seis de los hombres que lo protegían quedaron heridos. La reacción inmediata del conductor de Vargas Lleras fue llevarlo a la Escuela de Caballería del Ejército ubicada en Usaquén, a unas 40 cuadras del sitio del atentado.
Las primeras declaraciones que se conocieron sobre el ataque fueron las del presidente Álvaro Uribe, quien llegó hasta el lugar de la explosión tan sólo media hora después de haber ocurrido. “A esos bandidos hay que capturarlos. No nos vamos a dejar de esos bandidos. El Gobierno ofrece una recompensa de 500 millones de pesos a quien dé información que ayude a capturarlos”. Visiblemente descompuesto, el presidente en estas primeras declaraciones no se refirió con nombre propio a las Farc.
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Sin embargo, Vargas Lleras no creía en esa tesis. El miércoles siguiente, Vargas Lleras sorprendió con otra hipótesis. Al periódico El Tiempo le dijo: "¿Hay mafia y políticos detrás de esto? En ese sentido recibimos información y eso es lo que me preocupa en especial en esta oportunidad”. La respuesta del senador le cayó como un baldado de agua fría al gobierno y creó confusión frente a la opinión pública.
Años después, Vargas Lleras le contó a la periodista Vicky Dávila las razones de esa desconfianza y de esa creencia de que detrás de su intento de asesinato realmente había una fuerza del Estado. “Para mí ese episodio del atentado mío fue la ruptura porque yo aún hoy sigo considerando que el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) estuvo comprometido en eso”.
Vargas le relató de manera extensa ese episodio para el libro Enemigos, un documento en el que la periodista narra las razones de otra enemistad: la de Uribe con Santos.
Dávila le preguntó si él creía que Uribe tenía que ver con su atentado. “No, con sinceridad le digo que mi percepción es que el DAS estuvo comprometido en ese hecho y lo que lamento es que esa investigación no haya avanzado hasta sus últimas consecuencias. Recientemente, tantos años después, la reabrieron a instancias del último director que hubo en el DAS (Felipe Muñoz). Pero esta es la hora en que no hay ningún responsable, los procesos que se han abierto han terminado en nada. Hace también un par de años estaban sindicando a un par de estudiantes de una universidad pública, me hice presente en el proceso, revisé el expediente y no había ninguna razón para culparlos”, contestó.
El exvicepresidente también le contó allí esa visita que Uribe le hizo a la Escuela de Caballería y una serie de desencuentros que sucedieron después. “Estaba muy alebrestado. Yo no tuve mucha ocasión de hablar con él. Llegó, hizo un show mediático, molesto con todo el mundo, incluidos los asistentes. No recuerdo qué me dijo, era la actitud…”
Días después, hubo otro episodio molesto entre ambos. Uribe llamó a la pareja de Vargas, Luz María Zapata, y para Vargas lo que vino en esa conversación solo podía demostrar que el DAS lo estaba chuzando. “Le hizo a mi señora una llamada a regañarla, posteriormente. Porque ella muy exaltada, por teléfono, a pocos segundos del atentado me llamó y lo único que se le ocurrió mencionar a segundos de que hubiera ocurrido el atentado era un sentimiento, que puede no tener ningún fundamento, de que el gobierno había estado involucrado. Como naturalmente mi teléfono estaba absolutamente chuzado, pues yo creo que pocos minutos después al presidente de la República le transmitieron esa información”.
Según le relató Vargas a Dávila, Uribe le preguntó a Luz María si “ella creía que él era un asesino y todas las cosas que Uribe dice”, pero que más allá de esa conversación lo que a él le generó una enorme desconfianza fue el hecho de que Uribe conociera una hipótesis que hasta el momento él solo le había planteado a su esposa por teléfono.
“Una cosa de esas no la había comentado con nadie. Lo que sí es cierto es que la conversación privada que yo tuve con ella, a los pocos segundos del atentado, la pusieron en conocimiento del presidente en minutos. Seguramente eso también explica la rabia que hubiera podido tener cuando concurrió a la Escuela de Caballería. Eso pasa por interceptar ilegalmente a las personas”, agregó Vargas.
La tesis de que desde el Estado se hubiera planeado un atentado contra Vargas molestó muchísimo al entonces presidente Uribe. Días después del hecho, en una entrevista a RCN radio, el mandatario aseguró: “Yo mantengo un contacto permanente con las autoridades y me extraña que les hayan dicho eso a los medios de comunicación y que no me lo hayan dicho a mí. Pediría que si hay una filtración de la Fuerza Pública en ese sentido, a mí me toma por sorpresa, me parece deslealtad”.
La desmentida del gobierno no logró disipar las dudas sobre una eventual responsabilidad de una alianza de mafiosos y políticos. Y había razones para contemplar esa opción. Al fin y al cabo, en los candentes debates en el Congreso, Vargas Lleras ayudó a hundir el mico con el que pretendían considerar que el narcotráfico fuera reconocido como delito político. Fue ponente de la ley que endureció la extinción de dominio de los bienes del narcotráfico. Denunció permanentemente el paracaidismo de los narcos en Ralito. Y había sido una de las voces que sostenía que la mafia estaba metida en el proceso de desmovilización.
Este martes, en una carta dirigida al expresidente Juan Manuel Santos, Rodrigo Londoño, máximo líder de las extintas Farc reconoce la autoría de ese atentado que habría podido costar la vida del exvicepresidente. Londoño afirma que hacen este reconocimiento con el objetivo de “comparecer honradamente a la JEP y la Comisión de la Verdad.... conforme a la palabra empeñada”. En ese escrito asegura que contarán la verdad sobre los dos atentados que cometieron contra Vargas Lleras a quien, según ellos, “también pediremos perdón con humildad”.