NACIÓN
La caída del general Palomino
Cinco años después de dejar la dirección de la Policía, en medio de un escándalo monumental, la Procuraduría lo destituyó y lo inhabilitó por 13 años. Esta es su historia.
Cuando Rodolfo Palomino llegó a la dirección de la Policía, en 2013, su historia inspiraba esa admiración que solo despiertan las personas que se ganan todo a pulso. Al entonces nuevo alto mando, la vida no le había regalado nada.
En su trayectoria, desde que era un pequeño niño en Laja Seca, una vereda del municipio de Bolívar (Santander), había mucha disciplina y mucho coraje. De joven había sido vendedor de cebollas en la plaza de mercado y estudiante ejemplar en el internado de Zapatoca. Como policía se había llevado todos los honores. Acumulaba ya para esa época 95 condecoraciones y 110 felicitaciones en su hoja de vida. Había desafiado lo peor del crimen e incluso a la muerte. Sobrevivió a 11 atentados, se salvó de ser secuestrado y salió adelante de una emboscada en la que la guerrilla derribó a tiros su helicóptero.
Esa vida de servicio público llena de gloria terminó de derrumbarse esta semana cuando la Procuraduría falló en su contra. La decisión de destituir e inhabilitar al general por 13 años, una de las más duras en la historia contra un alto mando de su institución, pone punto final a una trayectoria que luego de muchos altos, tuvo también muchos bajos. El Ministerio Público lo condenó por presionar mediante sus subalternos a un coronel para que cambiara una declaración en la que lo denunciaba por supuesto acoso sexual y laboral.
La historia es la siguiente. Apenas Palomino asumió el mando, comenzaron a salir algunas denuncias muy graves en su contra por parte de miembros de la misma institución. En la vida pública, con su particular bigote y su imagen de buen tipo, el general se coronaba para entonces como uno de los hombres más populares del país y de la entera confianza del Gobierno Santos, que lo había puesto a la cabeza de esa institución de 230.000 hombres y mujeres. Asestaba certeros golpes contra las mafias y el crimen, pero al interior vivía una guerra que no le daba tregua.
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El capítulo más difícil tenía que ver con supuestas presiones que se habían vivido durante años al interior de la Policía. Al comienzo todo eran rumores, sin embargo, un teniente coronel, Reinaldo Gómez Bernal, decidió presentar una queja formal. Gómez radicó un documento en la misma entidad buscando que se abriera un juicio disciplinario. En este aseguró que años atrás había sufrido por las presuntas “presiones amorosas y sexuales” del general Palomino.
En video: el coronel (r) Reinaldo Gómez cuenta los detalles de su denuncia contra el general Palomino
En una entrevista radial en octubre de 2015, en La FM, el teniente coronel no solo confirmó lo que había puesto en su escrito, sino que reveló detalles y entregó una prueba reina. Se trataba de la grabación de una reunión que había tenido con tres altos oficiales de la Policía que, enviados por Palomino, le pedían que se retractara de sus denuncias a cambio de archivar un proceso disciplinario que tenía en su contra en la misma institución. “Me sentía como en la Cosa Nostra, y por eso grabé, para dejar el soporte”, relató Gómez este viernes en entrevista con SEMANA. Por esa denuncia, la carrera policial de Palomino comenzó a enredarse.
La Procuraduría le impuso una dura sanción por cuenta de ese episodio puntual de la reunión. El ente de control analizó la grabación, recogió las versiones de los implicados y levantó todos los registros de esos hechos. Al final, concluyó que, con toda “certeza”, el general había usado su poder para hacer retractar a Gómez. La decisión calificó la falta del general como “gravísima”.
En video: el coronel (r) Reinaldo Gómez cuenta por qué decidió grabar la reunión en la que lo presionaron para retractarse de sus denuncias contra el general
El fallo asegura que los miembros de la Policía que asistieron a esa reunión “emprendieron toda una estrategia defensiva para lograr que el teniente coronel Gómez se retractara del contenido del escrito inicial, puesto que maltrataba la imagen institucional y la del general”. Agrega que todos ellos eran conscientes de que lo que hacían era irregular y recoge los testimonios que prueban que el general Palomino siempre estuvo al tanto de todo. Según el Ministerio Público, Palomino le pidió a sus subalternos organizar esa reunión con el fin de “solucionar el inconveniente que podría darse para la afectación de su reputación si dicho documento se daba a conocer a la opinión pública”.
El general había sido absuelto en una primera instancia en 2018, y el caso había estado en reposición en el Ministerio Público desde entonces. El jueves de la semana pasada, el día antes de terminar su periodo, el procurador Fernando Carrillo emitió el fallo revirtiendo esa decisión y condenando al general Palomino. En la providencia también se sanciona al mayor John Santos Quintero, ahijado de matrimonio del general, y se confirma la condena contra los coroneles Ciro Carvajal, quien era el secretario jurídico de la Policía, y Flavio Heriberto Mesa, quien había sido el comandante de la Policía en Cundinamarca. Los tres fueron los asistentes a la reunión. “Es un fallo histórico”, asegura Gómez, quien espera ser reintegrado de la Policía. “Por este fallo me hicieron un atentado, me intentaron secuestrar, casi me matan...Y hoy en día tengo una empresa de amasijos en Cundinamarca. Espero volver a la institución”, agregó.
El episodio del coronel Gómez y la grabación oculta sumó, pero no fue el detonante en su momento para la salida de Palomino. El general comenzó a ver cómo explotaban, uno tras otro, pequeños y grandes escándalos. Una vez se presentó un problema con un carrusel de reintegros. Otra vez, oficiales denunciaron extenuantes jornadas de trabajo y malos tratos. Luego surgieron muchas dudas sobre su patrimonio. Tuvo que salir a explicar si desde la entidad estaban haciendo seguimientos e interceptaciones a periodistas que denunciaban la corrupción en esa entidad. Y el más grave de todos, la comunidad del anillo, una supuesta red de prostitución masculina dentro de la Policía.
El procurador Alejandro Ordóñez le abrió investigaciones en tres frentes: unas por posible enriquecimiento ilícito, otras por las presuntas interceptaciones a periodistas y la última por las controvertidas denuncias sobre la comunidad del anillo, uno de los episodios más polémicos en la historia reciente del país. Para la época, Ordóñez también daba golpes a diestra y siniestra mientras se jugaba su cargo ante una demanda de nulidad en el Consejo de Estado que finalmente lo sacó de la entidad. Todo terminó provocando la renuncia de Palomino y su salida de la institución.
Como la mayoría de funcionarios públicos, Palomino salió con varios procesos en su contra, pero todos se han ido cerrando, y en otros casos ha sido absuelto. En la Fiscalía le archivaron cuatro procesos, entre ellos el de la comunidad del anillo.
Así mismo, el de un coronel que lo señalaba de torpedear su proceso de ascenso; otro de un grupo campesino que lo había denunciado, pues apareció en un cartel de “se busca” de la Policía, y el del coronel Reinaldo Gómez.
En la justicia penal le queda pendiente un proceso que está ante la Corte Suprema por tráfico de influencias. Según la denuncia, el general habría visitado a la fiscal Sonia Lucero Velásquez para intentar echar para atrás una orden de captura contra el empresario Luis Gallo. La funcionaria lo grabó y presentó este audio ante los magistrados. El general está acusado por estos hechos. En su defensa, argumentó que acudió a esa residencia porque allí la fiscal tenía su oficina de trabajo. “Yo no fui a la intimidad de un hogar ni a perturbarlo, y mucho menos a intimidarlo”, aseguró. Palomino agregó que la captura finalmente “se llevó a cabo de manera exitosa”.
Pero quizás el golpe más fuerte que ha recibido el general en estos días no tiene que ver con su propio caso, sino con la captura de uno de sus hermanos, Ramón Palomino, quien aceptó cargos y reconoció pertenecer a los Oportunistas, una banda dedicada presuntamente a la usurpación de inmuebles, falsedades y fraudes procesales en Bogotá. Por cuenta de esos hechos, el general envió un lacónico mensaje. “En nombre de mi familia y el mío, lamentamos profundamente la situación que implica a Ramón Eduardo... Si bien es cierto que no existe el delito de sangre, vale decir que estas sindicaciones nos producen un profundo dolor e indignación”.
El llamado a juicio en la Corte Suprema y la casa por cárcel para su hermano se suman a su destitución. El general todavía tiene cuentas pendientes ante la Justicia y puede que su pesadilla no haya acabado.