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A mamá de víctima de ’El Monstruo de Monserrate' le han ofrecido asesinarlo en la cárcel

Sonia Martínez fue una de las 10 víctimas de Fredy Valencia. En conversación con SEMANA Noticias cuenta por qué ya no alberga sentimientos de venganza y la desilusión que le produjo la justicia con su actuación en este caso. Este martes la Fiscalía apelará la absolución del hombre frente a los delitos sexuales que le habían imputado.

26 de octubre de 2020
Sonia Martínez, víctima del Monstruo de Monserrate
Sonia Martínez, víctima del Monstruo de Monserrate | Foto: Imagen suministrada por la familia y entrevista de Semana

Las víctimas de Fredy Valencia llevan años guardando el más grande dolor. Nubia Uribe perdió a su hija Sonia Martínez. El llamado “Monstruo de Monserrate” la asesinó a sangre fría. Sin embargo, para ella la venganza no es una opción. “No se lo niego, a mí me han ofrecido que por $300.000 alguien puede matarlo ahí en la cárcel. Pero ¿para qué? si se va a descansar ese desgraciado, lo que tiene es que sufrir”, señala.

Valencia, reconocido como un asesino en serie, fue condenado a 36 años de prisión por haber cometido el homicidio de 10 mujeres, en su mayoría habitantes de calle o en condición de vulnerabilidad.

Nubia no entiende las razones de los giros judiciales que ha tomado el caso contra el asesino de su hija. El juez lo absolvió de los delitos sexuales que se le habían imputado. Así, Valencia podría salir de prisión antes de lo que las víctimas habían contemplado. Ella teme que si a la condena de 36 años por homicidio no se le agrega el agravante por violación, pese a las pruebas comportamentales que existen, Valencia pueda quedar libre en menos de 20 años y volver a cometer los mismos vejámenes con las hijas de otros colombianos.

La mujer confiesa que en algún momento pensó en vengar el crimen de su hija, pero que al final pensó que no tenía ningún sentido terminar detenida. Hoy asegura que espera que la justicia no la defraude. Recuerda la primera vez que lo vio frente a frente en una de las audiencias: “Era que me miraba tan cínico, y lo miraba a uno y se reía... en ese momento yo hubiera matado a ese señor ahí adentro, porque yo tenía mucha rabia”.

Nubia relata como si fuera ayer esos momentos de dolor cuando se enteró de la muerte de su hija. "A ella la encontraron amarrada de un bracito y un pie. El desgraciado le partió en tres partes la columna, le partió el tabique y la asfixió, porque así sale en la necropsia. Luego la envolvió en una cobija de cuadros y la echó en una bolsa de basura y la enterró desnuda de la cintura para abajo”, narra.

La joven fue la cuarta víctima de Fredy Valencia en ser identificada por Medicina Legal, luego de realizar pruebas de ADN a sus familiares, quienes la habían reportado como desaparecida 11 meses atrás.

¿Quién era Sonia Martínez?

La historia de maltrato de esta mujer, víctima de Valencia, comenzó mucho antes de cruzarse con su asesino. Tenía una pareja 13 años mayor que ella, con la cual nunca tuvo una relación armoniosa. “Él le pegaba, llegaba con la cara morada, la boca reventada”, cuenta Nubia. Se sentía impotente porque cada vez que intentaban denunciar, “él le pegaba para que no lo demandara, le pegaba pura correa".

Por cuenta de ese maltrato, según relata su madre, Sonia comenzó a consumir drogas. "Eso fue lo que la acabó a ella”. Para ese entonces, la pareja tenía un hijo pequeño.

Nubia dice que hizo todo lo que pudo por su hija y la llevó varias veces a centros de rehabilitación de donde se escapaba. "Yo la buscaba con la Policía, la hacía esposar y la traía para la fundación esposada y la obligaba. Ella me gritaba, me decía que me odiaba, porque yo la metí ahí. Y yo le contestaba: ódiame todo lo que quieras, pero yo quiero que salgas de esto. Yo no te quiero ver por la calle. Yo me iba llorando para la casa, pero la hacía por el bien de ella”, narra.

Dice Nubia que ella, a pesar de su problema de drogas, trataba de estar pendiente de su hijo. “Cuando estaba el niño pequeñito ella iba y le compraba pañales; cuando ya estaba más grande le compraba juguetes, unos zapatos, ella siempre le compraba algo al niño”.

La última vez que supo de ella fue en diciembre de 2014, la noche de velitas. Ella llegó a la casa, luego de estar varios días en la calle. Se bañó, comió y compartió con su familia toda la noche, como hacía mucho tiempo no lo hacía. Al día siguiente, en la tarde, se marchó, y 20 días después llamó a su mamá y le preguntó si había hecho tamales porque quería pasar a comer a la casa. Nubia le dijo que cogiera un taxi, que ella se lo pagaba.

El tamal quedó servido, ella nunca llegó. Nubia recuerda las últimas palabras que escuchó de Sonia: “Me dijo: mami, la quiero mucho. Eso jamás en mi vida se me va a olvidar. Esa noche ella me hacía como mandándome besitos por el celular. Yo le dije: aquí la espero, y nunca volvió; esa fue la última vez que hablé con ella y no más”.

Se negaba a pensar que la mujer que enterró fuera su hija

Nubia asegura que aun después de que los investigadores del caso del “Monstruo de Monserrate” le hicieron pruebas de ADN y le dijeron que ella era su hija, empezó a recibir llamadas en la que le decían que habían visto a su hija en la calle o en centros de rehabilitación. Por eso, tuvo la esperanza de que al cuerpo que le rezaba cada vez que iba al cementerio no era su hija. Solo 5 años después se convenció de que los restos hallados en la fosa común sí eran los de Sonia, por cuenta de una exhumación que hizo la justicia.

“Ahí estaban los platinos que tenía en el codo. Para mí, esa era la única prueba que me decía que sí era mi hija, porque como a ella un carro la había accidentado la habían metido platinos en el codo. Ese día supe que sí era Sonia. Sufrí mucho, pero descansé”.