EDUCACIÓN
La desbandada de jardines que deja el coronavirus
“Mágicamente” es uno de los tantos jardines que ha cerrado en el país por cuenta de la pandemia. Se estima que solo en Bogotá han cerrado cerca del 20 por ciento de todos los preescolares.
“Íbamos muy bien económicamente a pesar de que era nuestro primer año funcionando”, cuenta Natalia Becerra, quien junto a sus padres fundó el jardín Mágicamente. Debido a la crisis económica generada por la pandemia, ya no tiene una sede física ni la volverá a tener en el corto plazo, ya que “con la incertidumbre que hay en los padres de familia es muy difícil que cualquier jardín sobreviva”, agrega la profesora.
Con la crisis económica que ha generado la covid-19, desde marzo, momento en que se cerraron las instituciones educativas, muchos padres han retirado a sus pequeños de los jardines infantiles por muchas razones. Tener a un niño conectado a una pantalla no es tarea fácil, muchos sienten que los altos costos de la pensión (hasta 1 o 2 millones mensuales) no se compadecen con el acompañamiento virtual en esas edades.
Con la tasa de desempleo al alza, muchos negocios quebrados y una reactivación económica que aún no se siente, algunas familias han decidido prescindir del gasto en educación de los más pequeños, más aún en estos momentos en que muchos padres pueden permanecer en casa y consideran que pueden suplir de alguna forma la labor del jardín.
Cifras de la Asociación Colombiana de Jardines Infantiles (Jardinco) indican que los jardines infantiles registran una caída en las matrículas cercana al 50 por ciento. En el caso de Mágicamente, que estaba ubicado en el barrio Niza al norte de Bogotá y acogía 25 pequeños principalmente del estrato 5, el retiro de estudiantes fue inevitable con cada anuncio que hacía el Gobierno nacional.
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“Con cada noticia aumentaba el pánico de los padres que comenzaron a retirarlos. El 90 por ciento de ellos no tenían cómo responder por la pensión. Pasamos de tener ingresos de 17 millones a recibir menos de cuatro”, dice Becerra.
Ese desplome en los ingresos puso en jaque a cientos de jardines, ya que a diferencia de los colegios, que suelen contar con instalaciones propias, poco más del 80 por ciento funcionan en casas en arriendo. En muchos casos los dueños de jardines no lograron llegar a acuerdos de pago con los arrendadores. “Nosotros no logramos llegar a un acuerdo, entonces se sumaba el gasto de arriendo, el sueldo de las profes, servicios, etc. En junio no dimos más y tuvimos que entregar la casa, no sin antes hacer grandes inversiones para que nos la recibieran nuevamente”.
De acuerdo con la Asociación Nacional de Preescolar y Educación Inicial (Andep), el caso de Mágicamente no es aislado. Martha Lucía Valencia, presidenta del gremio, asegura que solo en Bogotá el 20 por ciento de los preescolares ya cerraron por falta de ingresos. Un agravante de esto es que los jardines que cierran forman parte de los 2.700 que funcionaban legalmente en la capital, ya que hay cientos de instituciones de primera infancia que funcionan informalmente en todo el país. En Colombia se estima que hay cerca de 4.000 jardines legalmente constituidos de los que dependen 40 mil empleos, principalmente de mujeres.
Aunque el Gobierno puso a disposición algunas ayudas para evitar el cierre de instituciones educativas, la inmensa mayoría de jardines no pudo acceder a ella. “El 90 por ciento de las instituciones informan que han solicitado préstamos para pagar el arriendo y a julio no les habían viabilizado el préstamo”, dice Ruth Domínguez, presidenta de Jardinco. Además, muchas instituciones no pudieron acceder al subsidio a la nómina por no cumplir todos los requisitos.
Isabel Segovia, directora de Jardines Origami y una de las gestoras de la política de Cero a Siempre cuando fue viceministra de Educación Preescolar, Básica y Media, considera que algunas de las ayudas del Gobierno se demoraron mucho. "La inmensa mayoría de jardines, que son pequeños, se reventaron desde abril y muchos no clasificaban a ninguna ayuda (...) Nosotros, que somos una cadena grande, hemos pasado dificultades”.
Por el momento, y a pesar de que cuenta con todas las certificaciones para abrir un jardín de alta calidad en Bogotá, por la crisis la profesora Natalia Becerra sobrelleva la situación económica con un pequeño negocio de postres caseros mientras espera que se den las condiciones para volver con Mágicamente.