Bogotá
La directora de la Uaesp defiende su gestión y explica qué pasa con las basuras en Bogotá
Aseguró que el modelo de concesión firmado en 2018 en la alcaldía de Enrique Peñalosa ocasionó varios problemas para la ciudad.
A diario se conocen publicaciones en redes sociales, especialmente en Twitter, de ciudadanos y concejales de Bogotá denunciando que en diferentes zonas de la ciudad abunda la basura en las calles, sin que la administración distrital haga algo para contrarrestar la problemática.
Los puentes peatonales y vehiculares, las esquinas de los colegios, los canales de aguas lluvias y hasta los parques se han convertido en un botadero de desechos y residuos, en ocasiones, ante la mirada atónita de las autoridades.
En diálogo con SEMANA, la directora de la Unidad Especial de Servicios Públicos en Bogotá (Uaesp), Luz Amanda Camacho, defendió su gestión y explicó cuáles serían las razones para que en la ciudad existan más de 700 puntos críticos de arrojo clandestino de basuras y de escombros.
Se trata de una problemática que ella misma acepta que existe en la ciudad, pero aun así para Camacho de ninguna manera Bogotá es un basurero a cielo abierto, a pesar de que reconoce que hay muchos frentes en los que se debe trabajar conjuntamente entre el Distrito, los operadores y la comunidad.
Lo más leído
Inicialmente, la directora de la Uaesp, indicó que el problema de la basura viene desde tiempo atrás, incluso desde la administración del alcalde Gustavo Petro, hoy presidente de la República.
“En el pasado, Gustavo Petro tuvo una investigación por los residuos, una concesión en 2011 que fue suspendida y terminada por la Corte Constitucional. Era una prestación que si bien es cierto tenía un espíritu interesante, la ejecución fue pésima y lo que hizo fue generar un desorden en la ciudad acerca de la recolección, barrido y limpieza, que es una parte solamente de los residuos en Bogotá”, dijo la funcionaria,
“Posteriormente -agregó Camacho-, hubo una modificación a la norma que empieza desde el 2016, en la que se incluye la variable de aprovechamiento para recicladores en la tarifa, lo que generó un gran interés en muchos que son recicladores y que no lo son, en recoger y cargar a tarifa, porque por primera vez una acción tan positiva como esa, de lograr pagarle los recicladores por lo que hacen, se convirtió en un incentivo para quienes no son recicladores y tiene completamente viciado el sistema”.
La directora explicó que Bogotá tiene un sus registros al rededor de 178 organizaciones que puedan cargar a la tarifa, pero la superintendencia de Servicios Públicos tiene más de 360 prestadores, “no sabemos quién son los otros 200″, dijo.
“Cuando la gente dice que se subió mucho la tarifa y creen que es por recolección, barrido y limpieza, resulta que no es así, es buena parte por los otros prestadores que no tenemos identificados y que están cargando toneladas inexistentes al sistema. La superintendencia dice no tener dientes suficientes para poder revisar uno a uno y nosotros estamos pidiendo que nos delegue esa función en Bogotá”, agregó Camacho.
Adicionalmente, la directora de la Uaesp reseñó que en el 2018 inició otra concesión en Bogotá, la cual tiene otra variable adicional. “Antes, si las personas hacían una obra en la casa, tenían el primer metro cúbico gratuito, de ahí en adelante cobraban lo que valiera la tonelada dentro del esquema financiero de la concesión, pero el exalcalde Peñalosa consideró que no era importante y lo sacó de la concesión, por lo que para prestar ese servicio tuvimos que hacer un contrato adicional con los operadores, en el que ellos pusieron las reglas de juego porque fue contrato de libre competencia”, precisó.
En ese sentido, para Camacho esta es la razón principal que ha llevado a que se incremente el arrojo de escombros en Bogotá.
“A raíz de ello se intensificó la prestación del carretero, que es muy diferente al reciclador, pero el carretero no tiene dónde llevar los escombros porque Bogotá tiene la escombrera muy al sur y en la parte rural, entonces empezaron a arrojar esos residuos en un contenedor, en un parque o debajo de un puente. En consecuencia, desde 2018 no solo se incrementan los puntos críticos, sino el volumen depositado”, aseveró la funcionaria.
Estos puntos críticos son lugares de arrojo de escombros de manera clandestina y la recolección de estos residuos le cuesta a la ciudad más de 60.000 millones de pesos al año. “Los impuestos los estamos tirando a la calle por una decisión que no tuvo la rigurosidad que ameritaba”, dijo Camacho.
De otro lado, para Camacho, el tercer fenómeno que ha llevado a que el arrojo de basuras en la ciudad sea una problemática, está relacionado con los contenedores.
“Los contenedores en el mundo funcionan, pero porque no hay recolección domiciliaria. Aquí lo que hizo la administración de Peñalosa, fue poner a competir el contenedor con la prestación de ellos mismos”, dijo. Y estos contenedores, sumado a la falta de cultura ciudadana, ha generado un incremento en el arrojo de basura en las calles.
“Aquí no se le puede endilgar toda la responsabilidad al Distrito y a los operadores, no se puede mandar un mensaje que la ciudadanía puede sacar la basura a cualquier hora del día que igual los operadores tienen que recoger, no”, precisó Camacho.
Y subrayó: sí, nosotros recogemos la basura, pero un punto solo dura 7 o 9 minutos limpio, y así como no podemos pedir que exista un policía en cada esquina, yo no puedo tener un carro compactador cada cuadra, si la respuesta eran los contenedores está claro que cada contenedor es un punto crítico”.
Así mismo, para la funcionaria, la cuarta razón detrás de la problemática de las basuras, es la mala planeación en la ubicación de las cestas ubicadas en el espacio público.
“La ubicación de cada cesta la hicieron por densidad poblacional. Los operadores debían poner un par de cestas por cada 100 habitantes, y resulta que en los lugares donde la gente transita, como la carrera séptima, que hay una gran densidad poblacional, hay menos cestas disponibles”, precisó Camacho.
La funcionaria indicó además que la norma establece que la norma establece que por cada cesta, debe haber una bolsa de basura y hasta hace unos años las bolsas usadas no eran recuperables, pero ahora sí lo son y el habitante de calle está botando la basura a un lado de la cesta y se lleva la bolsa.
¿Qué ha hecho la Uaesp?
Con el tema de los carreteros, la Uaesp tomó la decisión de caracterizarlos y carnetizarlos. En el proceso ya van más de 4.500. Así mismo, en diciembre de este año se adjudicará una subasta inversa por 10.000 millones de pesos para adquirir vehículos que permitan hacer la sustitución de tracción humana.
“Creemos que los recursos nos alcanzará para 500 vehículos, los cuales los entregaremos a quienes nosotros consideremos que efectivamente son recicladores, pero no pueden tener un solo comparendo. Esos vehículos tendrán GPS para poderlos controlar y saber si están cumpliendo o no”, comentó Camacho.
La segunda solución que han planteado desde la entidad, los centros transitorios de cuidado al carretero. “Tenemos en estos momentos tres (Martirés, Kennedy y Puente Aranda, pero pretendemos terminar el año con siete en los lugares más álgidos y con puntos críticos: Barrios Unidos, Usaquén, Mártires, Santa Fe, en la Universidad Inca y en Engativá”, dijo la directora.
De igual manera, Camacho reveló que la entidad está próxima a reunirse con la ministra de Vivienda, Catalina Velasco, para pedirle que el decreto 596 que rige a los recicladores, “saque la posibilidad de que se puedan escribir como prestadores de aprovechamiento ciudadanos que no son recicladores para evitar esa carga adiciona al sistema que estamos pagando todos los bogotanos”, recalcó.
En otro punto, la entidad adelantó un estudio con los operadores para determinar cuántos contendores deben quedarse, cuántos deben reubicarse y cuántos deben salir. “En el cálculo de los 10.000 contenedores que hay en Bogotá, deberían salir 1.200 y otros 2.000 serían reubicados”, adujo Camacho.
Con el tema de los escombros, la administración distrital y la propia alcaldesa Claudia López está trabajando con los operadores para replantearles la posibilidad que nuevamente la recolección del primer metro cúbico sea totalmente gratuito.
Así mismo, para contrarrestar esta problemática del arrojo de escombros, la Uaesp habilitó ecopuntos en 17 de las 20 localidades de la ciudad, asistiendo una vez por mes una semana completa, para que las personas depositen allí los escombros, residuos de construcción y demolición, además de colchones, muebles, entre otros elementos.
En cuanto al arrojo de basura a las calles por la falta de cultura ciudadana, Camacho especificó que hay varios puntos en Bogotá, en donde los operadores hacen recolección seis veces a la semana y hasta con tres frecuencias en el día. También se está trabajando con las zonas comerciales para llegar a un acuerdo con los comerciantes para que separen sus residuos y los depositen a la hora establecida.
Frente a este punto, una de las críticas que ha recibido la administración de la alcaldesa López, es la falta de sanción para quienes arrojen basura a las calles haciendo uso del sistema de videovigilancia, pero la directora de la Uaesp respondió afirmando que si es factible, pero se deben coger en flagrancia, en el momento, porque de lo contrario no se puede imponer ningún tipo de comparendo.
¿Falta de gerencia?
A pesar de toda esta gestión que ha adelantado la Uaesp para frenar y contrarrestar el problema del arrojo de basuras en las calles de Bogotá, desde el Concejo Distrital son muchas las críticas que ha recibido la entidad y la administración de la alcaldesa López a tal punto que se ha afirmado que en la Uaesp “no hay gerencia”.
Frente a esta premisa, la directora de la Uaesp se defiende: “la gerencia no es puramente técnica y de cifras frías, la gerencia es entender el problema, diagnosticarlo y sentarse con los diferentes actores a resolverlo”.
Y a manera de conclusión, Camacho advierte: “Un basurero a cielo abierto implicaría tener a Bogotá realmente inundada de basura, yo puedo decir cuáles son los frentes donde hay basura, pero muchos más los puntos donde no hay residuos. Suena terrible decir que hay más de 700 puntos críticos y permanentes de arrojo clandestino, pero la cantidad de kilómetros limpios de Bogotá es mucho mayor que eso”.