Justicia
La dramática historia de una colombiana víctima de abuso sexual que llevó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos a fallar contra Bolivia
Brisa de Angulo asegura que su primo, un adulto, abusó sexualmente de ella cuando era menor de edad. Ahora, más de 20 años después, la Corte IDH sanciona al Estado boliviano porque el crimen quedó impune.
El pasado jueves 19 de enero, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) falló en contra del Estado de Bolivia por dejar en impunidad y no investigar un caso de presunto abuso sexual incestuoso que sufrió una colombiana de 16 años por parte de su primo, de 26 años y también colombiano, en 2001.
La demandante es Brisa de Angulo, colombiana nacida en Estados Unidos, de padre payanés y madre caleña, que asegura que su vida no es la misma desde que fue abusada por un familiar en su adolescencia. De acuerdo con el tribunal internacional, ella sufrió revictimización en medio del proceso legal que emprendió contra el presunto agresor y, al no resolverse el caso después de dos décadas, se le negó el derecho al acceso a la justicia.
La mujer, quien actualmente tiene 37 años, relató en SEMANA el episodio de abuso que padeció, el sufrimiento de su familia, la fuga de su presunto agresor y cómo continúa con su vida después de la tragedia.
De acuerdo con De Angulo, dos años antes de que ocurrieran las violaciones era una adolescente feliz con un interés especial en ayudar a los menos favorecidos. Cuenta que se inspiró en la labor de sus padres, quienes como médicos emigraron a Bolivia para trabajar por poblaciones golpeadas por la pobreza.
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“A los 14 años empiezo a involucrarme con crear una escuela en la comunidad, que no tenía una. Junto con mis papás, dedico mi vida para ayudar a esos niños. También empiezo un programa para ancianos olvidados, los recogía, los cuidaba y les daba de comer. En ese entorno llega a vivir mi primo adulto, con una carrera, a trabajar en los proyectos de mis padres”, contó De Angulo a este medio.
El hombre, un veterinario de profesión, llegó para hacer una pasantía. Sin embargo, su verdadera vocación era el cristianismo. Asegura que apareció como un protector y para apoyar en la educación, dado que ella y sus hermanas estudiaban en casa. “Ayudaba a hacer las tareas, se sentaba a tocar el piano y a tocar canciones. Rápidamente, utilizó el ambiente de la familia para bajar todo nivel de autoprotección. Estaba en mi propia casa, pero se involucraba en todo lo que yo hacía”, continuó la mujer.
Según De Angulo, incluyéndose en todas las actividades de caridad que hacía cuando era una niña, el hombre tejió una “telaraña” para alejarla de su propia familia. Relató que el abuso sexual comenzó cuando un día, en medio de juegos, le tocó los senos. “Reaccioné e inmediatamente me dijo malpensada y que había sido un accidente. De esa forma lo veía normal. Me lavó el cerebro para que pensara que lo que hacía era normal”, dijo.
En medio de la visita, el hombre la separó de sus actividades, sus hermanas, sus padres, sus amigos y hasta sus mascotas: “Fue una táctica de unos meses. Irme aislando para que, cuando ocurriera la violencia sexual, yo no tuviera a quién pedir ayuda”.
En principio, acusa al hombre de tener conductas inapropiadas con sus hermanas. “Hacía que le escribieran cosas en el trasero y se metía en las noches a dormir en el cuarto de mis hermanitas. Se metía al cuarto para verlas cambiar. ¿Qué le pasa a este señor, que tiene casi 30 años, metiéndose a ver niñas desnudas?”, narró De Angulo.
Luego, sus padres salieron de viaje por cuatro días, dejando a sus tres hijas al cuidado del hombre. “Le pidió a un tío que dejara a su niña de 5 años con él. La sentaba en sus piernas y hacía movimientos que me ponían muy incómoda. Fue al cuarto de mis papás y dijo que quería dormir con las niñas. Yo no podía contradecir al adulto y mi forma de proteger a mis hermanas fue dormir entre mis hermanas y él”, contó.
Fue esa noche que empezó la violencia sexual y los tocamientos: “Al día siguiente me violó y mi relación con todo el mundo estaba tan mal que no podía contarle a nadie. Antes de que llegaran mis papás, me dijo que los iba a destrozar si se enteraban”.
“Me llenó la culpa, no quería ser quien destrozara mi casa. Al día siguiente ocurrió la segunda violación. Me dijo que, como me callaba, me gustaba. Me manipuló para hacerme pensar que lo estaba aprobando. En las noches se metía al cuarto de mis hermanitas y me decía que, si no me lo hacía a mí, se lo hacía a ellas”. En medio de la violencia sexual, De Angulo desarrolló bulimia, anorexia y depresión, angustiando a sus papás. En medio de la situación, el hombre se ofreció para ayudar con los cambios en la menor.
“Mis papás me vieron morir, llegué a niveles de anorexia peligrosos. Veía que no había solución para esto tras ocho meses de tortura. Por fuera de las violaciones, me golpeaba y pateaba, me dejaba morada. Creía que podía matarme si me resistía. Sentía que la única solución era la muerte”, manifestó.
De Angulo intentó suicidarse en dos ocasiones durante una visita de la familia a Estados Unidos. Recibió atención de especialistas norteamericanos, a quienes les contó lo que ocurría con su primo. Asegura que esto fue comprobado por exámenes forenses. “Mis papás estaban devastados y decidieron no volver a Bolivia. Yo quería volver para hacer un proceso judicial, que es otra ola de revictimización”, indicó.
¿Dónde está el presunto agresor?
Para este medio, De Angulo identificó a su presunto agresor: “Se llama Eduardo Gutiérrez Angulo, pero se ha cambiado el nombre a Lalo Leví”. El caso se ha tramitado en tres juicios en Bolivia. Para el último, en el año 2008, el hombre dejó de asistir a las audiencias, lo cual hizo que el país suramericano lo declarara “en rebeldía”.
De acuerdo con la jurisprudencia del caso, después se conoció que Gutiérrez Angulo se encontraba prófugo de la justicia en otro país. En Bolivia, desde 2009, los fiscales requirieron informes a la Interpol para conocer antecedentes penales del supuesto agresor en Colombia y su salida del país. Tan solo en 2018, el Ministerio Público boliviano solicitó que se elevara una notificación internacional con fines de extradición.
Solo hasta el 21 de febrero de 2022 se efectuó la captura de Gutiérrez Angulo en territorio colombiano. Sin embargo, el 7 de septiembre del año pasado, el presunto violador fue liberado por decisión de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia. De acuerdo con la sentencia, el concepto frente a la extradición fue desfavorable porque, 20 años después de los hechos, prescribió a la luz de la normatividad colombiana.
Personas que han conocido el caso le informaron a SEMANA que no existe una sentencia condenatoria contra Gutiérrez y, por esta razón, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el fallo emitido esta semana, le pide al Estado de Bolivia continuar con las investigaciones del caso.
Por otro lado, SEMANA pudo determinar que Gutiérrez, tal como es mencionado en el relato de De Angulo, aún está involucrado en el cristianismo y es cercano a una popular Iglesia de esa corriente religiosa. Incluso, algunos feligreses lo califican como “líder” y participa en programas radiales de esta.
Mientras su presunto agresor continúa su vida normal en Colombia, De Angulo ha dedicado toda su carrera a fundaciones que defienden a los niños adolescentes de abusos sexuales. Es cofundadora de Brave Movement, una fundación multinacional que busca terminar con este tipo de violencia y ayudar a los sobrevivientes.
Por el fallo de la Corte IDH, De Angulo contribuirá para hacer que el Estado de Bolivia acepte la responsabilidad internacional, adecúe su ordenamiento jurídico para visibilizar la violencia sexual incestuosa, instale protocolos para este tipo de delitos cometidos contra menores, capacite funcionarios para que sepan cómo abordarlos y les enseñe a los menores a identificar y denunciar estos hechos.