NACIÓN
“La entrega de Pablo Escobar fue un falso positivo”: Jorge Lara
En diálogo con SEMANA, el hijo menor del asesinado ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, recordó sus años de exilio y cómo vivió en el exterior la noticia del sometimiento a la justicia del jefe del cartel de Medellín.
Jorge Lara tenía siete años el 30 de abril de 1984, día en que la vida le cambió por completo. Su padre, el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, fue acribillado por un sicario de 16 años, Byron de Jesús Velásquez, pagado por el jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, a quien el ministro había señalado de haber acumulado una fortuna producto del narcotráfico.
Lara Bonilla, nacido en Neiva, y miembro del Nuevo Liberalismo, fue quien provocó que la Cámara de representantes expulsara a Escobar en su primera y única aventura política, se le despojara la inmunidad parlamentaria, y el gobierno de Estados Unidos le cancelara la visa para entrar a ese país.
Un mes antes del crimen, Lara Bonilla ordenó el desmantelamiento de Tranquilandia, el complejo cocalero más grande del mundo hasta entonces, con numerosos laboratorios y pistas de aterrizaje clandestinas, ocultas en la espesura de las selvas del Yarí, en el Caquetá.
Tras el asesinato, Jorge se convirtió en el símbolo del dolor en los años 80. Su rostro, durante las exequias de su padre, fue la portada de la revista SEMANA de la edición que se título ‘Crónica de una muerte anunciada’, y que se ocupaba de toda la información que rodeó el crimen del ministro. SEMANA se abstiene de publicar esa imagen por expreso pedido de Jorge, quien pidió que no le recordaran el momento más duro de su vida.
Un mes después, la viuda y los huérfanos de Lara Bonilla tuvieron que salir del país. “Lo triste es que en Colombia los que tienen que huir son las víctimas”, dice Jorge, quien estuvo en el exilio durante más de 20 años.
Aunque dice que el país debería rememorar otras fechas, Jorge aceptó dialogar con SEMANA el mismo día en que se cumplían 30 años de la entrega de Pablo Escobar a la Catedral, que aunque fue un suceso que provocó la euforia de un país golpeado por el narcoterrorismo, para esta víctima de la guerra que le declaró el jefe de los extraditables a la nación, tal entrega no fue más que un “falso positivo”.