Bogotá
Tragedia de La Calera: el cuerpo del hombre que quedó atrapado en la avalancha no aparece desde hace dos meses y su esposa está sola respondiendo por cuatro hijos. SEMANA habló con ella
A la esposa de Javier Velilla, la vida le cambió por completo tras la tragedia en la vía que comunica Bogotá con La Calera. El cuerpo sigue sin aparecer. Quedó sola con sus hijos. Su situación es abrumadora.
“Yo llegué a mi casa, puse mi bolso en el sofá y de repente lo vi a él sentado en la cama, estaba con el hermano y lo regañé, le dije ‘usted dónde estaba, llevamos dos meses buscándolo, usted por qué nos hace esto, por qué le hace estos a sus hijos, no se imagina la angustia que hemos tenido todos estos días’, pero él solo se reía y de un momento a otro me desperté”.
Ese es el más reciente sueño que tuvo Luz Ángela Ríos con su esposo Javier Velilla hace tan solo unos días, pero al abrir sus ojos despertó de nuevo en la espantosa pesadilla en la que se convirtió su vida desde el pasado 12 de noviembre de 2022, cuando una avalancha, tras varias horas de intensas lluvias, arrasó con todo lo que encontró a su paso, incluso con el padre de sus hijos, quien era vigilante de un exclusivo conjunto residencial en la vía que de Bogotá comunica a La Calera y quien se encontraba realizando un recorrido en un carro por las vías internas del condominio, cuando la fuerza de la naturaleza lo sorprendió y lo volcó montaña abajo.
La voracidad de la tragedia no solo se llevó a Velilla, sino también a las ganas de vivir de Luz Ángela, quien hoy en día se mantiene única y exclusivamente de pie por sus cuatro hijos, pues no le encuentra sentido a una vida sin la presencia de quien era su esposo desde hace más de 15 años.
“Todos los días me preguntó por qué no lo abracé más fuerte, por qué no lo besé más, por qué lo dejé ir ese día que salió de la casa para ir a trabajar”, afirmó Luz Ángela entre lágrimas y con la voz entre cortada, desde el mismo punto en el que su esposo fue visto con vida por última vez.
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“Si Dios me pudiera dar un deseo, le pediría tan solo cinco minuticos más, que lo dejara bajar para que me diga que todo va a estar bien, que voy a poder con los niños yo sola, por ellos es que yo sigo de pie, porque si no tuviera a mis hijos yo ya me hubiera ido con mi esposo”, fueron las palabras que articuló Luz Ángela en medio del llanto.
Ese punto de la carretera al interior del conjunto residencial se convirtió en una especie de altar para Luz Ángela y sus cuatro hijos, pues lamentablemente, a pesar de que han pasado dos meses desde que ocurrió la tragedia, el cuerpo de su esposo no ha aparecido y ellos no tienen una tumba a donde irlo a llorar.
De hecho, en ese lugar frío, solitario y completamente oscuro, fue donde Luz Ángela, junto con su cuñado, el hermano de Javier, pasaron la Navidad el 24 de diciembre. Ella no se explica cómo si en el 2022 era por fin el año en el que iban a estar una Navidad y un Año Nuevo juntos, dado que en ocasiones anteriores no pudieron hacerlo por el trabajo de Javier, por qué la vida no se lo permitió y lo arrebató de sus brazos.
“Si en las anteriores navidades llorábamos porque Javier no estaba con nosotros por su trabajo, esta vez fue mucho más doloroso al saber que ni siquiera al día siguiente iba a volver”, precisó Luz Ángela.
Una búsqueda sin éxito
El domingo 13 de noviembre, prácticamente 24 horas después de lo ocurrido, fue que empezaron a llegar los organismos de socorro al lugar de la tragedia. Muy cerca de la zona, la administración distrital, en cabeza de la propia alcaldesa Claudia López, instaló un Puesto de Mando Unificado, para coordinar todas las labores de búsqueda tanto de Javier, como de Hollman Rodríguez, quien era el que iba conduciendo el vehículo al momento de la avalancha, mientras que Javier iba en la parte trasera del carro.
En cuestión de horas, Bomberos de Bogotá encontraron, dos kilómetros abajo, al cuerpo sin vida de Hollman Rodríguez, pero Javier seguía sin aparecer. Las horas y los días pasaban y la alcaldesa López alimentaba las esperanzas de Luz Ángela: “ella me prometió que no se iban a ir hasta encontrar a mi esposo, que como fuera lo iban a sacar de ahí”. Pero no fue así.
El 20 de noviembre, ocho días después de ocurrida la tragedia, los organismos de socorro dieron por terminada la búsqueda, sin éxito alguno. A Javier Velilla y al carro en el que iba literalmente se los tragó la tierra. Lo único que se encontró por esos días fue la puerta derecha de la parte delantera del vehículo, la puerta izquierda de la parte trasera, una llanta y el bumper del carro, además del cuerpo de Hollman.
Es así como Luz Ángela en cuestión de días pasó de tener la atención de todo el mundo, hasta de la propia alcaldesa López, ha quedarse sola mientras su esposo quedó enterrado a la deriva quién sabe dónde.
El último intento
Al ver que la búsqueda de su esposo se detuvo por completo, Luz Ángela llevó el caso hasta el Instituto Nacional de Medicina Legal, en donde dejó el reporte de la desaparición de su esposo y allí irónicamente, dice ella, la única respuesta que le entregaron fue que si les llegaba algún cuerpo o un NN, ellos procedían a cotejar si se trataba de un desaparecido, como Javier, o no.
Así mismo, el 23 de noviembre Luz Ángela acudió a la Fiscalía General de la Nación a poner una denuncia por la desaparición de su esposo. En ese momento, según narra ella, le prometieron, que al día siguiente, el 24 de ese mes, investigadores del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) se iban a dirigir al lugar de la emergencia a tratar de hacer una búsqueda por su parte, pero le incumplieron.
Fue hasta este jueves 19 de enero que el procedimiento se hizo realidad. SEMANA se encontraba en la casa de Luz Ángela hablando con ella acerca del drama que ha tenido que vivir durante estos meses, cuando de repente, sin ella esperarlo, recibió una llamada de un investigador del CTI quien le pidió acercarse al lugar de los hechos porque iban a iniciar la búsqueda. Esta revista la acompañó.
Efectivamente, a la zona llegaron no solo investigadores del CTI, sino también uniformados del Cuerpo de Bomberos de Bogotá y personal de la Cruz Roja Internacional. En el lugar aún quedan inmensas huellas que dan muestra de la magnitud de la tragedia que terminó acabando con la vida de Hollman y de Javier.
Para tratar de ilustrar la manera en cómo sucedieron los hechos aquel 12 de noviembre y poder tener una pequeña idea de hacia dónde fue expulsado el cuerpo, los investigadores ubicaron un carro en el mismo punto en el que estaba Javier cuando la avalancha lo sorprendió y con un dron al aire, empezaron a hacer la búsqueda y la esperanza de Luz Ángela de encontrar a su esposo resurgió de nuevo, pero el destino era otro.
Tal y como sucedió el día de la emergencia, en la tarde de este jueves las torrenciales lluvias se apoderaron del lugar, lo que obligó a la evacuación inmediata de todo el personal para evitar otra tragedia aún peor y fue así como el último intento por encontrar a Javier, fue en vano. El proceso continuará en la Fiscalía, pero ya no se hará más trabajo de campo en el lugar de los hechos.
La urgencia de un certificado de defunción
Luz Ángela se dedicaba a las labores del hogar y dependía económicamente de su esposo, por lo que además del dolor por la ausencia de Javier, ahora debe cargar sobre su espalda la angustia de no saber cómo va a poder mantener a sus cuatro hijos, ni cómo hará para comprar el mercado, pagar el arriendo, servicios y demás.
Durante estos dos meses, Luz Ángela y sus hijos han sobrevivido de la caridad de sus vecinos, pero es consciente que esta ayuda no podrá durar toda la vida. Como es apenas lógico, la empresa de seguridad en la que trabajada Javier, se ha negado a pagarle el suelo de él a Luz Ángela, porque la obligación contractual era con su esposo y no con ella.
A lo que Luz Ángela sí tiene derecho por ley, es a reclamar las prestaciones sociales que se le adeudaban a Javier y a poder iniciar el trámite para obtener la pensión de sobrevivencia, sin embargo, no todo es tan fácil como parece, dado que para poder iniciar estos procesos, Luz Ángela necesita un certificado de defunción de Javier, pero la ley determina que al no haber un cuerpo, no hay un fallecido, sino un desaparecido, y en ese orden de ideas es imposible expedir dicho certificado.
La otra salida que le queda a Luz Ángela es interponer una denuncia ante las autoridades competentes por muerte presunta, pero para que Javier sea declarado muerte presuntamente, se necesita que se desconozca cuál es su paradero por completo de dos años y solo hasta que pase este tiempo y un juez civil lo declare muerte presuntamente, Luz Ángela podrá reclamar sus derechos, antes no.