JUSTICIA
La estrategia de Uribe
Nadie sabe lo que sucedió en la indagatoria del expresidente, salvo quienes participaron en ella. Pero los ejes de su plan de defensa quedaron en claro.
Después de casi ocho horas de indagatoria ante la Corte Suprema de Justicia, el expresidente Álvaro Uribe puso la cara ante la opinión pública. Aunque la corte les había prohibido a los implicados en el proceso hacer declaraciones públicas, el exmandatario se despachó. En una intervención de hora y media hizo un recuento de lo que él considera las arbitrariedades cometidas en su contra. A pesar de la extensión del discurso improvisado, el expresidente fue claro, ameno y convincente. Tanto sus seguidores como sus detractores coinciden en que se trató de un gran performance en un momento clave y difícil de su vida. Una vez más, Uribe demostró su capacidad de salir al ataque cuando está contra las cuerdas.
El proceso apenas comienza y seguramente va para largo. Pero ya ha quedado claro que la estrategia de la defensa jurídica y política del expresidente tiene su eje en tres puntos:
1. El soborno
Los abogados del expresidente no hablan de “manipulación de testigos”, sino de “soborno de testigos”. De ese modo tratan de demostrar que los hechos públicos hasta ahora conocidos, difícilmente pueden configurar ese delito. Los montos de los desembolsos hechos por sus intermediarios han sido del orden de 1, 2 o 3 millones de pesos, sin exceder en ningún caso individual un total de 9 millones de pesos.
Eso no significa automáticamente que esos pagos no constituyeron sobornos. Al fin y al cabo, si una persona se pasa un semáforo en rojo y le da 200.000 pesos a un policía, ya configuró el delito. Pero en un caso en que está de por medio la culpabilidad o inocencia de un expresidente de Colombia, el monto es importante. La opinión pública no entendería una condena por sumas como las que están documentadas hasta ahora.
Por eso, la defensa de Uribe ha insistido en que los pagos obedecen a auxilios humanitarios o gastos de logística como transporte, recargas de celular y alimentación. Ese argumento puede ser válido, sobre todo si se tiene en cuenta que la contraparte de Uribe, Iván Cepeda, entregó, por medio de una ONG, auxilios a Monsalve del orden de 16 millones para que testificara contra Uribe, y la corte admitió eso como ayuda humanitaria. Esa cifra duplica los desembolsos que se le critican a la defensa de Uribe.
Un testigo contra el expresidente Álvaro Uribe, el exparamilitar Carlos Enrique Vélez, asegura que el abogado Diego Cadena le prometió 200 millones de pesos, pero que le hizo conejo y solo le dio 40. Sin embargo, Vélez solo entregó a la corte recibos de pagos que sumarían entre 7 y 9 millones. Nunca se sabrá si eso es verdad, pues ese testigo ha cambiado de versión y además en el mundo de los sobornos las cosas se manejan en efectivo para no dejar rastro. Pero en términos jurídicos solo cuenta lo probado y hasta ahora la cuantía de los recibos en manos de la corte no daría para un soborno presidencial.
Por otra parte, el expresidente se ha distanciado de Diego Cadena, el abogado que hizo esos pagos. Uribe aseguró que no tuvo conocimiento de los mismos y que si lo hubiera consultado no los habría autorizado. Cadena explica que no le preguntó porque los consideró gastos logísticos rutinarios sin mayor trascendencia.
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Como no solo con dinero se puede sobornar, también está en debate el recurso de revisión que le prometió Cadena al testigo Monsalve. Teniendo en cuenta que este tiene una condena a 40 años de cárcel cualquier revisión de la pena puede incentivar más que un cheque. No se sabe cuánto le habría costado esa gestión a Monsalve de haberla tenido que pagar, pero no debe ser poco porque Cadena tiene jet privado. Al no haber dinero en el caso de este testigo, la acusación de soborno estaría basada en ese ofrecimiento. Habrá que ver si a esa asesoría se le puede dar alcance presidencial.
2. Quién buscó a quién
La defensa del expresidente Álvaro Uribe tiene otro elemento: dejar claro que él y su equipo nunca buscaron a los testigos, sino que atendieron a su llamado. Concretamente, aseguran que cuando aparecían personas para denunciar presiones del senador Iván Cepeda, lo único que hacía el exmandatario era pedirle a sus abogados que vieran de qué se trataba. Según sus abogados, Monsalve tuvo a alguien del entorno de Uribe para tenderle una trampa. Monsalve tuvo dos emisarios: su vecino de celda Enrique Pardo Hasche y un viejo amigo de andanzas, el exparamilitar alias Caliche. Estos le habrían hecho llegar el mensaje a Uribe de que Monsalve quería retractarse, pues sus declaraciones contra el expresidente eran falsas y las habría hecho bajo presión de Cepeda. De ahí que Uribe envió al abogado Cadena a hablar con el testigo en la cárcel. Pero todo habría sido una celada y Monsalve grabó esos acercamientos con el famoso reloj espía.
Aquí entra en juego el factor de quién busca a quién. De acuerdo con la versión de Uribe, él no tuvo la iniciativa sino que reaccionó lógicamente ante una información que le interesaba. Monsalve sin embargo dice exactamente lo contrario. Asegura que lo buscaron a él y niega haber haber emprendido todo. Señala que los dos intermediarios, Pardo Hasche y Caliche lo contactaron para conseguir que se retractara a favor de Uribe, a cambio de beneficios.
Hasta ahora nadie sabe cuál de las versiones corresponde a la verdad. Pero por esa misma contradicción el elemento de quién buscó a quién resulta crucial. Si lo que dice Monsalve es real, efectivamente habría manipulación de testigos. Pero si a él lo buscó Monsalve para hacerle una trampa no habría lugar a ese delito. Y a esto último le apuntan los abogados de Uribe.
Algo parecido sucede con el intermediario Caliche, un exparamilitar oriundo del Huila y amigo de Monsalve. Según la corte, Álvaro Hernán Prada, un congresista del Centro Democrático, habría buscado a Caliche para llegarle a Monsalve y hacerlo retractar. Aquí aparecen otra vez las versiones encontradas de quién buscó a quién. El congresista Prada niega la interpretación de la corte y sostiene que Caliche, por petición de Monsalve, lo buscó insistentemente para contactar a Uribe. En este caso, además del choque de versiones, hay unos chats que podrían favorecer al congresista Prada.
Por ejemplo, en uno de estos Caliche le dice: “Dígale a Uribe que usted tiene un emisario de Juan Monsalve que va a declarar las maricadas que ese hp del Cepeda kería hacer con el (sic)”. Y en otro: “Señor quiero decirle que en ningún momento usted me ha buscado para ninguna información, fuy yo el de la idea de buscar un medio para dar una información... (sic)”. Para la corte, sin embargo, la insistencia de Caliche en esos chats no define automáticamente cuál de las partes inició el diálogo.
3. Qué es verdad y qué es mentira
El principal problema de este caso es que hay testigos suficientes para soportar tanto la versión de Uribe como la de Cepeda. Así las cosas, la corte deberá encontrar a quien creerle. Los testigos clave han cambiado sus versiones varias veces, lo cual les quita credibilidad. No está claro que la corte vaya a dar por veraz la última versión.
El concepto de ‘manipulación’ tiene un alcance diferente si el responsable pretende que el testigo diga la verdad o una mentira. Iván Cepeda visitó a múltiples exparamilitares, les ofreció seguridad para sus familias y ayuda humanitaria, y varios de ellos terminaron por testimoniar contra Uribe. La corte solo pudo archivar ese caso por una única razón: que concluyó que esos incentivos sirvieron para que saliera a flote la verdad.
Por hechos muy parecidos a los de Cepeda, la corte le abrió proceso y llamó a indagatoria a Álvaro Uribe. La lógica indica que para los magistrados estas dádivas produjeron mentiras para favorecer al expresidente. Pero saber qué es verdad y qué es mentira es un asunto muy subjetivo. Para Uribe sucedió exactamente lo contrario de lo que plantea la corte. En todas sus intervenciones él reitera que cuando mandó visitar testigos solo aspiraba a que estos contaran la verdad. A favor del expresidente juega el hecho de que en muchas de las interceptaciones entre él y Cadena él insiste en ese propósito: que la justicia conozca la verdad. Aún en la conversación en que le autoriza a su abogado hacer la revisión del caso de Monsalve (“Proceda, doctor Diego”), el expresidente a lo largo de la conversación lo hace en forma prudente y apelando a la rectitud.
Pero no es seguro que el abogado le haya hecho caso. En las grabaciones que han salido al público de conversaciones entre Cadena, Monsalve y el vecino de celda Enrique Pardo Hasche, no queda nada claro que estuvieran buscando la verdad. En diálogos captados por medio del reloj espía que usaba Monsalve en la cárcel le dicen frases como: “Haga de cuenta Dios es Uribe. Es Dios”, “¡Este abogado (Cadena) tiene mucha plata!”, “redactemos el hijueputa documento...”
Esas conversaciones no favorecen en nada al expresidente Uribe. Sin embargo implicarían directamente a su abogado, quien ha dicho que ya no trabaja para él. Todo lo anterior permite deducir que en este caso hay elementos a favor y en contra del expresidente. Su equipo de defensa tiene el gran desafío de resaltar lo primero y neutralizar lo segundo. En todo caso, el expediente es tan complejo que hay material para todo.