INFORME
La fiebre del oro acelera la deforestación en Suramérica
Cerca de 1.680 kilómetros cuadrados de bosque húmedo tropical se perdieron entre el 2001 y el 2013.
La actual fiebre del oro, impulsada por el aumento del consumo en los países en desarrollo y la incertidumbre que por estos días experimentan los mercados financieros, se convirtió en una amenaza para los ecosistemas tropicales.
Por lo menos, esto es lo que revela un reciente estudio publicado por la puertoriqueña Nora Álvarez en la revista Environmental Research Letter, el cual señala que por lo menos 1.680 kilómetros cuadrados de bosque húmedo tropical se han perdido entre el 2001 y el 2013.
Sin embargo, la deforestación fue mayor durante el periodo de 2007 a 2013, asociada con el aumento de la demanda mundial de oro después de la crisis financiera.
En el estudio se identificó cuatro puntos calientes que concentra la problemática: los bosques húmedos guayaneses distribuidos por Surinam, Guyana, Guyana Francesa y Venezuela (41 %), la selva amazónica suroccidental en Perú (28 %), la región amazónica brasileña entre los ríos Tapajos y Xingu (11 % ) y los bosques húmedos del Magdalena y Urabá en Colombia (9 %)
Los puntos negros resaltan los epicentros de los yacimientos mineros de oro activos y potenciales. El cuadro se basa en revisiones bibliográficas y bases de datos del gobierno y de la minería privada. Archivo Particular.
“Hay una necesidad urgente de comprender los impactos ecológicos y sociales de la minería de oro, ya que es una causa importante de la deforestación en los bosques más remotos de América del Sur”, dice el informe.
Desde la crisis económica del 2007 la producción mundial de oro aumentó para satisfacer la creciente demanda. Según revela, pasó de 2.445 toneladas métricas en el 2000 a alrededor de 2.770 toneladas métricas en el 2013.
Nora Álvarez, líder de la investigación, advierte tajantemente que esta creciente crisis se ha impulsado por la compra de joyas en China e India. Además, el aumento de la demanda mundial y el precio del oro han estimulado las nuevas actividades de extracción. En el 2000, la onza de oro se pagaba a 250 dólares, en el 2013 alcanzó los 1.300 dólares. Esto ha estimulado la extracción en zonas donde antes no eran rentables como el subsuelo bajo los bosques tropicales.
Los yacimientos mineros a menudo se encuentran en zonas remotas, con frecuencia, cercanas o dentro de áreas protegidas o de alta biodiversidad.
Este es el caso del “departamento Madre de Dios (Perú), una de las áreas con mayor riqueza biológica de la Tierra, la cual perdió 400 kilómetros cuadrados de bosques entre 1999 y 2012”, advierte el estudio. Allí, “una hectárea de selva puede albergar 300 especies de árboles”, afirma Álvarez.
La extracción de oro fomenta graves daños en el aire, el suelo y contamina las fuentes hídricas con arsénico, cianuro y mercurio. Además, la contaminación y los sedimentos provenientes de las actividades viajan largas distancias a través de los ríos alterando la calidad del agua.
A pesar de las fuertes críticas, por cuenta de los costos ambientales que derivan de la extracción, Álvarez reconoce la contribución de la extracción a las economías de los países industrializados y en desarrollo.
Además, señala que es la principal fuente de ingresos para muchas personas. En América Latina, el sector de la minería del oro crece rápidamente, con una producción cada vez mayor. Pasó de 414.000 onzas a 542.000 onzas de oro en la última década.
En Colombia, genera más de 140.000 puestos de trabajo permanentes y un número indeterminado de empleos informales en las operaciones mineras a pequeña escala según la OIT (Organización Internacional del Trabajo).
La región del Magdalena Valle-Urabá es uno de los puntos más críticos debido al impacto de la exploración de petróleo, la ganadería, la agricultura a pequeña escala y la minería de oro, dice el informe.
Aunque la extracción de oro es una fuente importante para la actividad económica de la región desde 1990, al igual que en las otras regiones, se ha expandido rápidamente en los últimos diez años. Sin embargo, señala el informe que la zona presenta una problemática especial por cuenta del beneficio económico que variados grupos guerrilleros y paramilitares hacen de la explotación minera.
Los puntos verdes representan un aumento de la cubierta forestal, puntos rojos representan una disminución de la cubierta forestal, y las áreas grises indican ningún cambio significativo en la cubierta. Archivo Particular
Cerca del 20 % de los beneficios de la minería ilegal en Colombia van a los grupos guerrilleros y paramilitares. Además, el 86 % de la producción del país se estima que es ilegal.
Curiosamente, la presencia de grupos al margen de la ley se relaciona con los procesos de reforestación. El estudio detectó estos procesos en los municipios de Nechí y Caucasia, áreas de conflicto, por lo que advierte que podrían derivar en casos de desplazamiento forzado y posterior abandono de las tierras.
Finalmente, el estudio concluye que “la deforestación ha sido una consecuencia importante de la demanda mundial de oro". Además, alerta que la mayor parte de explotación se ha concentrado en zonas remotas, que tienen alto valor de conservación”.