Orden Público
La Fuerza Pública quedó herida: un policía del Esmad fue asesinado a cuchillo en el Caquetá por una turba mientras más de 70 de sus compañeros fueron secuestrados; claman justicia
Yaneth Calvo, esposa del uniformado asesinado en el Caquetá a manos de la guardia indígena, contó que él estaba programando su retiro, pues sentía que el Gobierno nacional les estaba dando más garantías a los criminales que a la fuerza pública. Estaba decepcionado.
El mayor afán que tenía el subintendente Ricardo Arley Monroy Prieto era regresar lo más pronto posible a su hogar en Neiva para consentir a su hija de 8 años, la luz de sus ojos, quien estaba enferma. La niña había sido hospitalizada y necesitaba los abrazos de su papá, que, irónicamente, no volverá recibir y se convertirán en recuerdos por cuenta de una turba enardecida que lo mató con un puñal y sin compasión.
Los hechos ocurridos son de público conocimiento. Una multitud enfurecida de indígenas, por supuestos incumplimientos en proyectos sociales, arremetió contra un contingente del Esmad, que se encontraba brindando seguridad a una instalación petrolera de la empresa Emerald Energy, en San Vicente del Caguán, Caquetá.
Los violentos no midieron las consecuencias de sus actos y asesinaron en estado de indefensión al uniformado, dejando a una esposa sin su pareja y a dos niños, un bebé de 4 meses y una niña de 8 años, huérfanos de padre.
“Mi esposo no merecía que lo asesinaran como lo hicieron”, le dijo a SEMANA Yaneth Calvo, la esposa del subintendente Monroy Prieto. Con la voz entrecortada, haciendo pequeñas pausas para tomar aliento y continuar con el relato, Yaneth reveló detalles de la última conversación con su cónyuge.
Aseguró que esa llamada fue un día antes al crimen, el pasado miércoles. En medio de la amorosa charla, lo primero que hizo el uniformado fue preguntar cómo estaba su hija, cómo le había ido en el médico y cómo estaba el bebé. “Era excelente padre, inmejorable, muy amoroso con sus hijos, quería estar con ellos en todo momento”.
Sobre su permanencia en el Caquetá, aseguró Yaneth que el uniformado le había comentado que sentían miedo, pues la situación en esa zona estaba muy pesada. “Él me dijo que si algo les pasaba era porque no tenían seguridad, que no había Ejército para apoyarlos. ¿Qué podían hacer si les lanzaban bombas incendiarias?”, señaló Calvo, al indicar que el Gobierno “los dejó solos”.
La zozobra con la que permanecían los uniformados era latente. Según la esposa del policía asesinado, se debía al comportamiento de las personas de la zona que no querían que hubiera presencia de la fuerza pública en el sitio. “Ellos llevaban 15 días allá, yo siempre sentí miedo, pero no quise expresarle ese temor a él”, comentó.
Desmotivado
En diciembre del año pasado, recalcó Yaneth, se habían sentado a hablar sobre el futuro en pareja. Él le comentó que se quería retirar de la Policía porque se sentía desprotegido, sin garantías y abandonado desde que había asumido el presidente Gustavo Petro. Para el uniformado, según su esposa, el panorama que veía no le gustaba, en “donde los delincuentes tenían más garantías que los policías”, manifestó.
Por estas razones, dijo Yaneth, el subintendente ya planeaba abandonar la institución, a la que le había dado los mejores años de su vida y de la cual quería desprenderse para dedicarse a negocios familiares. Sentía que su tiempo ya estaba cumplido.
“Lo hablamos en diciembre y me dijo que estaba aburrido de tanta viajadera, de arriesgar la vida por nada. Entonces, estábamos pensando en buscar una opción de negocio, porque él se quería dedicar a sus hijos. Los quería ver crecer”, manifestó.
La última llamada de Monroy
En medio de su doloroso relato, Yaneth recordó con detalles esa última llamada con su ahora fallecido esposo. La hora la tiene precisa: nueve de la noche. “Todo me imaginé menos que esa era la última vez que lo iba a escuchar”, dijo en medio del llanto.
Relató que finalizando la conversación le dijo que tenía que descansar, que la situación era compleja y debía cumplir el turno de guardia porque no sabía qué podía suceder, la comunidad estaba muy hostil con los policías.
“Veo mucha violencia y odio en el país contra unas personas que solamente están cumpliendo con un deber, que estaban cumpliendo con un trabajo”, manifestó, retomando las palabras de su esposo.
En medio del dolor que siente, lo que le causa profunda tristeza es que campesinos terminaron asesinando a campesinos, pues los orígenes del uniformado son del campo, sus papás son trabajadores de la tierra y él se crio en ese ambiente en Cómbita, Boyacá. “Todos tenemos que rendirle cuentas a Dios”, dijo Yaneth al referirse a los asesinos, que portaban el uniforme de la guardia indígena.
¿Qué hay detrás de la toma?
En medio de los violentos enfrentamientos, que dejaron la muerte del policía Monroy y del campesino Reinel Arévalo, se encuentra la empresa Emerald Energy, contra la cual estaban dirigidas las protestas de la guardia indígena.
El escuadrón del Esmad había sido ubicado allí porque ya había reporte de amenazas y de un posible hecho de violencia por parte de los pobladores. La comunidad se quejaba por los supuestos incumplimientos en los programas sociales en la región, la pavimentación de las vías, la protección ambiental, entre otros compromisos que había asumido la empresa.
Desde hace unos 40 días, los pobladores se habían hecho presentes en inmediaciones al campo petrolero para reclamar el cumplimiento de lo pactado, generando tensión en el sector al ver que no se hacían efectivos los compromisos. El desenlace no pudo ser peor. Hubo un violento enfrentamiento y los policías fueron superados en número y obligados a rendirse.
Este hecho fue aún más grave, pues a través de diferentes redes sociales circularon audios de los uniformados, en medio de la confrontación, denunciando que el mando central de la Policía los abandonó, no les enviaron los refuerzos ni tampoco hubo apoyo del Ejército.
Este hecho dejó varios interrogantes: ¿la toma violenta fue organizada por la guardia indígena o hubo constreñimiento de las disidencias de las Farc de Alexánder Díaz Mendoza, alias Calarcá, que delinquen en la región?
¿Por qué la central no les brindó apoyo a los uniformados? ¿Hubo una reacción tardía por parte del Gobierno, pues solo hasta el viernes viajó el ministro de Defensa, Iván Velásquez, al sitio?
Al final, la imagen que lamentablemente trascendió fue la de una comunidad violenta que secuestró a decenas de agentes del orden, los humilló, quitándoles sus uniformes, armamento, dejándolos en pantaloneta, amarrándoles las manos, encerrados en un camión, como si se tratara de ganado, y la falta de reacción del Gobierno tras el hecho violento y las reclamaciones sociales.