ORDEN PÚBLICO

La guerra de las bandas delincuenciales venezolanas en Colombia

Dos temidas estructuras criminales de ese país extendieron sus venganzas a Colombia. Ya tienen influencia en siete ciudades y han dejado una estela de crueles asesinatos.

7 de agosto de 2020
Los miembros de las bandas venezolanas en Colombia exhiben armas, dinero y crímenes en sus redes sociales.

Desde hace décadas los grupos criminales colombianos han influido en Venezuela. Guerrillas y paramilitares pasan la frontera sin dificultad para traficar drogas y armas. Incluso han establecido campamentos y han hecho del territorio vecino su refugio ante las persecuciones del Ejército y la Policía. Pero desde el año pasado las autoridades registraron el fenómeno inverso: al menos dos grandes bandas venezolanas entraron a Colombia y trasladaron aquí sus sangrientas disputas.

Se trata de los Meleán y los Yeico, estructuras criminales nacidas en el estado Zulia. Los primeros se hicieron famosos por grabar y subir a redes sociales, como Instagram y Facebook, los registros de sus asesinatos. El año pasado, por ejemplo, transmitieron la ejecución de dos personas a quienes acusaron de ser informantes de las autoridades venezolanas. Antes habían publicado la decapitación de un hombre que intentó robar en una de las propiedades de esa banda.

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Los tentáculos de los Meleán llegan incluso a Estados Unidos. A comienzos de 2019, Alexánder Meleán fue capturado en Orlando y extraditado a Venezuela. Era uno de los jefes del clan criminal liderado por Willy Meleán, quienes sostienen una disputa con los Yeico, dirigidos por alias Yeico Masacre. Los miembros de las bandas han quedado tan expuestos, en parte por la exhibición de sus delitos y la ostentación de dinero y armas en las redes, que tuvieron que pasar la frontera para evitar sus capturas. En febrero, por ejemplo, detuvieron a la pareja de Willy Meleán y a un oficial de la Policía de Zulia que trabajaba para la banda.

Fuentes de la Policía le dijeron a SEMANA que esas estructuras ya están en siete ciudades, Barranquilla, Valledupar, Santa Marta, Riohacha, Ibagué, Soacha y Bogotá. Se dedican especialmente al hurto, la extorsión y manejan redes de prostitución. Tienen armas largas y pistolas modificadas que consiguen de miembros corruptos de las fuerzas de seguridad venezolanas. En la capital colombiana, por ejemplo, operan en Bosa, Kennedy, Fontibón y Chapinero.

Uno de los hechos que dispararon la atención sobre esas organizaciones ocurrió el 16 de febrero en Ibagué. Seis hombres en tres motos interceptaron un carro y, con armas semiautomáticas, balearon a los pasajeros. Tres de ellos murieron y el conductor quedó herido. Al parecer, entre las víctimas estaban el padre y el hermano de Yeico Masacre. En junio pasado, asesinaron a dos hombres en Bogotá. Una teoría apunta a que este último crimen fue la venganza de los Yeicos contra los Meleán por las muertes de Ibagué.

Otro asesinato vinculado a esta guerra es la de alias Kike, que ocurrió en enero en Barranquilla. Era un narco que había estado preso y además uno de los jefes de la cárcel de Maracaibo, que al parecer había buscado refugio en la capital atlanticense. Solo en Santa Marta los vinculan a cuatro muertes, y por eso la Alcaldía de esa ciudad ofreció diez millones de pesos de recompensa por alias Tommy Masacre, de la banda los Yeico, y cinco millones por información sobre otros miembros de ambas organizaciones. En total, las autoridades calculan que ya van más de diez asesinatos relacionados con la guerra entre esas dos bandas en Colombia.