LA HEROINA DEL HEROE
El 'Huracán' Palacio estuvo a punto de convertirse en símbolo de la lucha contra el sida, pero el abandono económico lo lanzó en los brazos del narcotráfico.
LAS DOS PLAGAS DEL SIGLO XX son el tráfico de drogas y el sida. Y las dos se conjugaron en Rubén Darío el 'Huracán' Palacio, ex campeón mundial de boxeo y uno de los deportistas más carismáticos que ha tenido el país. La vida de este boxeador, nacido en La Sierra (Antioquia), hace 32 años, se ha movido siempre entre la luz y la oscuridad; la risa y el llanto; la fama y el olvido. Pero, en honor a la verdad, El 'Huracán' ha tenido más horas de dolor que minutos de placer.
Uno de los episodios más tristes de su vida lo vivió el pasado 6 de noviembre en Miami, cuando la policía lo detuvo en el aeropuerto con una cantidad de droga camuflada en su chaqueta de cuero y en su ropa interior. "Rubén Darío Palacio fue detenido en momentos en que pretendía introducir 5.33 libras de heroína. Deberá afrontar cargos por posesión y tentativa de distribución de heroína", decía el lacónico comunicado de la Fiscalía. Su familia sólo conoció del caso el jueves cuando los periodistas llamaron a su casa y le dijeron a su hermana Beatriz que el boxeador había sido detenido.
En ese momento el drama de el 'Huracán' en Miami era tan grande como el de su familia en Colombia. Cuando llegó ante el magistrado William Turnoff, el lunes 7 de noviembre, con una barba incipiente, esposado, con un vestido caqui de prisionero y un semblante demacrado, se identificó como jefe de relaciones públicas de una empresa editorial de Cali. "¿Tiene usted dinero para pagar un abogado?", le preguntó el juez. "No, señor, no tengo" fue la respuesta del ex campeón. "¿Tiene usted propiedades?", le preguntó Turnoff. "No", respondió el boxeador."¿Automóviles?" "No, señor", dijo a punto de llorar. El juez procedió entonces a nombrarle un defensor de oficio para que lo asistiera en el interrogatorio.
DE HEROE A VILLANO
A el 'Huracán' la vida le ha dado tan duro como los rivales en el cuadrilátero. Antes de ser campeón mundial había intentado tres veces ganar un título niversal: una en 1985, otra en 1990 contra Luis 'Chicanero' Mendoza y la tercera enfrentando una vez más a Mendoza en Miami, quien lo noqueó en tres asaltos. "Fue mi final... Ahora haré dos peleítas por ahí para ganarme unos pesos y no seguiré peleando: ya está bueno de esta joda; tanto luchar para nada", le confesó a Estewil Quesada, de El Tiempo, minutos después del combate.
Pero el 26 de septiembre de 1992 la vida le dio otra oportunidad en Inglatera. Sólo, y jugándose sus restos, derrotó a Collin MacMillan, un campeón pluma de quien decían que era un molde de Sugar Ray Leonard. Esa fue la última vez que el 'Huracán' sonrió. Lo que siguió fue una serie interminable de desgracias. El 15 de abril de 1993, cuando se disponía defender por primera vez su corona, la Organización Mundial de Boxeo lo despojó de su título al comprobar que era portador del virus del sida. La bolsa de 70.000 dólares que recibiría y que le permitiría comprarle una casa a su mamá, a su esposa y a sus hijos, se esfumó de sus manos en cuestión de segundos. El 'Huracán' entró así a la historia mundial del boxeo por la puerta de atrás. No como el invencible campeón, sino como el primer boxeador que era despojado de su fajín por ser portador del virus del sida.
Lo que continuó fue una seguidilla de golpes bajos. Al poco tiempo lo abandonó su esposa, en julio falleció su padre, sus amigos le voltearon la espalda, el gobierno hizo campañas a costillas suyas sin que ello significara una mejoría en sus condiciones económicas. La Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia le prometieron una casa. Nadie cumplió. El 'Huracán' tomó el camino equivocado. En Cartagena, recientemente, protagonizó un escándalo bajo los efectos del alcohol y abandonó por un tiempo sus citas al especialista. La sombra de 'Pambelé' empezaba a rondarlo. Lo peor sucedió cuando todo el mundo lo esperaba. Ahora el 'Huracán' Palacio, el hombre que se estaba convirtiendo en un héroe en la lucha contra el sida, deberá afrontar un juicio y quizá una condena de 10 años de cárcel.