POLÍTICA
La hipocresía de Santos en su “verdad” sobre los falsos positivos
El expresidente Juan Manuel Santos acudió a la Comisión de la Verdad a dar su testimonio sobre dichos crímenes.
Este viernes, el expresidente Juan Manuel Santos acudió a la Comisión de la Verdad para hablar sobre los falsos positivos. Aunque reconoció que los hechos ocurrieron cuando él se desempeñó como ministro de Defensa, y pidió perdón a las familias de las víctimas, su versión dejó más dudas que certezas. A pesar de que Santos era el responsable de la cartera, no se hizo responsable de estos crímenes, pero sí se tomó el crédito de los éxitos de las operaciones militares que incluso lo llevaron a la Presidencia.
Por el contrario, Santos buscó a otros culpables y enfiló baterías contra el expresidente Álvaro Uribe y el entonces viceministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón.
De Uribe dijo que quería derrotar a toda costa a las FARC, que desconocía la existencia de un conflicto armado y que veía a los guerrilleros como terroristas. Además, que siempre pensó en una derrota estratégica de las FARC para obligarlos a ir a una mesa de negociación. Santos pudo haber pensado esto, pero jamás lo expresó como ministro ni como candidato presidencial en su primera elección.
Dijo que mientras su viceministro Sergio Jaramillo, su alfil en las negociaciones de La Habana con las FARC, vio el problema, su otro viceministro, Juan Carlos Pinzón, insistió en negarlo.
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Lo sorprendente e inexplicable es que si Santos tenía tantas dudas sobre Pinzón, ¿por qué razón lo nombró primero como secretario general de la Presidencia, luego como ministro de Defensa y, finalmente, como embajador de Colombia en Washington durante su gobierno? Esto demuestra, como mínimo, una gran incoherencia. Si tantas reservas tenía frente a su viceministro Pinzón y los falsos positivos, ¿por qué entonces le delegó la responsabilidad de las Fuerzas Armadas?
Esto lleva a otra teoría y es que Santos tiene unos objetivos puntuales con su testimonio. En primer lugar, quiere ganar aplausos fuera de Colombia y de los sectores de izquierda. No es ningún secreto la vanidad de Santos y su obsesión por recibir la aprobación de la comunidad internacional.
En segundo lugar, Santos continúa con su campaña de desprestigio contra quien fuera su mentor y le dio todas las oportunidades: el expresidente Álvaro Uribe. Esto tiene una clara intencionalidad política con miras a las elecciones de 2022.
El objetivo final de Santos es conducir a Uribe, a como dé lugar, a la JEP, así como hizo con su hombre de confianza, el general Montoya, quien servía para los reconocimientos, como la Operación Jaque, y a quien luego terminó marginando. Con mandatarios así, el único efecto es debilitar la credibilidad de las Fuerzas Armadas en los políticos que las comandan.
Sobre Juan Carlos Pinzón, quien será nombrado embajador en Washington la próxima semana, Santos tiene dos objetivos. El primero es una especie de retaliación en su contra por sus diferencias con las negociaciones de La Habana, que lo llevaron a irse del gobierno en 2017. Segundo, como Santos conoce la efectividad de Pinzón como embajador, quiere enrarecer el ambiente de su llegada a Estados Unidos. Sin embargo, es improbable que lo logre, ya que Pinzón tiene amplias relaciones con diferentes sectores en Washington, incluyendo una relación personal con el presidente Joe Biden.
Una fuente con conocimiento de los hechos le dijo a SEMANA que “quien ordenó parar los falsos positivos, por recomendación del general Freddy Padilla, fue el presidente Álvaro Uribe. Santos era sumiso y dócil al presidente Uribe”.
Seguramente, Santos seguirá teniendo que dar explicaciones sobre el capítulo de los falsos positivos.