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La historia de amor que llevó a la cárcel al presunto responsable de la masacre de Guaduas

Detrás de la masacre de Guaduas, Cundinamarca, en la que cuatro hombres decapitados aparecieron en el río Magdalena, hay una historia de amor.

23 de diciembre de 2020
Alias Caballo y alias Nikita, Masacre Guaduas
Alias Caballo y alias Nikita, masacre Guaduas | Foto: Suministrada a Semana

En Guaduas, Cundinamarca, el domingo 2 de agosto de 2020 aparecieron cuatro personas decapitadas en el río Magdalena, en el tramo de la vereda Malambo. Luego de unas semanas de investigación las autoridades lograron identificar que en medio del ocultamiento de esta macabra escena había una historia de amor.

Los investigadores de la Policía Nacional dejaron claro que ese no fue el móvil del crimen, ya que las pesquisas arrojaron que las víctimas José Miguel Torres, Miguel Ángel Ulloa y Jonathan Cerón fueron asesinados por estar en el lugar equivocado. Viajaron a acompañar a alias Javier, quien al parecer se disputaba el control territorial con Bernardo Jesús Sánchez, alias Caballo, por el cobro de extorsiones y manejo del microtráfico en esa zona.

Pero la historia de amor que hay en medio de este crimen la protagonizan alias Caballo, de 39 años, y su principal cómplice, Natalia Riaño, alias Nikita, de 26 años. “Alias Nikita fungía como amante, tenía una fuerte atracción, al parecer, tanto física y sentimental hacia ella. Situación que también tuvo un papel preponderante para nosotros ubicar a Caballo”, contó el capitán Jorge Romo, investigador de la Sijín de Cundinamarca.

Alias Caballo tiene esposa e hijas. De hecho, su casa fue el primer lugar donde decidió esconderse. Su familia vivía en Sasaima, Cundinamarca, pero cuando las autoridades llegaron allí y allanaron la vivienda, él se alcanzó a escapar. Luego volvió al pueblo, dicen los investigadores, pero en esta oportunidad en búsqueda de su amante que vivía en el mismo municipio. A partir de ahí empezó el plan de fuga.

Según la Policía ella estaba tan enamorada de él que lo seguía adonde fuera sin importar que fuera el principal sospechoso de asesinar y decapitar a cuatro hombres. “Alias Caballo y alias Nikita se movieron por diferentes lugares en zona rural de Puerto Boyacá, Boyacá; en Cimitarra, Santander; en Puerto Berrío, Antioquia, entre otros municipios del Magdalena Medio”, señaló Romo.

Pero no se percataban de que iban dejando pistas en cada lugar al que llegaban. La noche del crimen, alias Caballo, en medio del afán, perdió sus documentos. Se le cayeron muy cerca al lugar donde ocurrió el homicidio. Nikita, al enterarse de eso, contactó a un lugareño y le pidió que escondiera esos papeles en una bolsa negra debajo de un arbusto. Así lo hicieron, pero la Policía los encontró antes que ellos. Y lo recopilaron como prueba de los hechos.

Masacre Guaduas
Masacre Guaduas | Foto: Semana

Los investigadores, le seguían los pasos. Habían logrado hacer interceptaciones, pero cada vez que estaban cerca, ellos encontraban la manera de huir. De alias Caballo se conocía su prontuario, pero de alias Nikita, era muy poco lo que se sabía: solo que tenía 3 hijos, ninguno de su amante, y que estaba dispuesta a todo con tal de protegerlo.

Tanto así que por medio de ella, alias Caballo pidió que sus secuaces le hicieran llegar un arma, para poder defenderse cuando lo intentaran capturar, ya que con el paso de las semanas sentía más cerca a la Policía. El punto de entrega también era un matorral. La dejaron enterrada, pero los prófugos se enteraron de que los investigadores estaban cerca y una vez más se escaparon.

Según las autoridades, fueron Nikita y sus cómplices quienes pidieron esconder una de las pruebas reinas del crimen: las víctimas fueron asesinadas con disparos de fusil y luego sí intentaron desaparecer los cuerpos. Los investigadores ya tenían vainillas con las cuales se podrían hacer cotejos balísticos a la hora de encontrar el arma con la que dispararon. Alias Nikita pidió esconder el fusil, pero el arma fue hallada por la Policía en el galpón de una finca abandonada.

Fusil con el que cometieron la masacre en Guaduas
Fusil con el que cometieron la masacre en Guaduas | Foto: Suministrada a Semana

En medio de la persecución hubo un par de semanas en las que al parecer había tensa calma, así que Caballo y Nikita pensaban quedarse a vivir en zona rural de Cimitarra, Santander, por lo que pidieron que les enviaran una encomienda hasta ese punto. La Policía rastreó el paquete, pero no contaban con que algún informante les avisó a los amantes, quienes una vez más emprendieron la huida.

Caballo y Nikita eran estratégicos al elegir el escondite, siempre buscaban lugares apartados, zonas rurales, donde no viviera mucha gente, para que así cuando llegara alguien diferente a los habitantes del pueblo, todos lo identificaran rápidamente. Esto dificultaba las labores de inteligencia de la Policía porque nadie podía camuflarse dentro de la población.

Además, buscaban lugares donde la señal del celular fuera deficiente para que así al grupo de inteligencia le quedara más difícil rastrear la ubicación. Adicional a eso, botaban constantemente las sim card del celular. Pero eso no era impedimento para que los uniformados estuvieran siempre enterados de los lugares por donde se movían.

Cada vez que llegaban las autoridades cerca de ellos, a Nikita y a Caballo se les iba cerrando la posibilidad de encontrar nuevos lugares para esconderse. Estaban tan acorralados que no tuvieron otra opción que viajar a Puerto Berrío, Antioquia, de donde Caballo es oriundo. Allí se ubicaron en el área urbana y justo el día en que pensaban salir del país hacia Ecuador, fueron capturados por un error que cometieron.

Los investigadores que estaban realizando inteligencia lograron identificar que alias Nikita había llamado a sus hijas desde un celular público. Contrario al cuidado que siempre tuvieron los prófugos durante dos meses, esa tarde del 9 de octubre regresaron al mismo lugar donde vendían minutos a hacer otra llamada. Una vez los investigadores ubicaron el “minutero” del que llamaron y vieron regresar a la pareja se percataron de que la mujer llevaba un tatuaje de una flor en el hombro izquierdo, el mismo que tenía Nikita. No dudaron en capturarlos.

Ese mismo día se conoció que alias Nikita estaba en embarazo. Ahora los dos están a las espera de que un juez determine su culpabilidad en el crimen, ella en calidad de cómplice y él como autor intelectual.