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La historia de La Picota y sus bacanales, prostitutas, licor, droga y paseos de presos
SEMANA conoció las minutas de guardia en La Picota, que revelan cómo el centro de reclusión más importante del país se convirtió en un hotel para detenidos de alto perfil. Fiestas, prostitutas, droga y licor paseaban por el penal.
Mi relación con el señor Mattos se dio en el plano de lo estrictamente profesional”, dijo el director de la cárcel La Picota de Bogotá, el coronel en retiro Wílmer José Valencia Ladrón. No obstante, SEMANA conoció las minutas de guardia en el pabellón de funcionarios y allí se encuentra todo lo contrario. Detallan las visitas que, supuestamente, recibió el director en su oficina de parte del empresario Carlos Mattos y el exgobernador de Arauca Facundo Castillo, capturado por tener estrechos vínculos con el ELN en lo que se ha llamado la ‘elenopolítica’. Fueron más de 12 largos encuentros en menos de un mes.
Las minutas, en poder de la Fiscalía, detallan reuniones entre el director de La Picota, Mattos y Castillo. Estos encuentros diarios y hasta de seis horas no estaban fijados en documentos anexos, autorizaciones o actos administrativos, como los firmados para permitir la salida de Mattos a las citas médicas, que luego usó para pasear en vehículos oficiales e ir a su oficina en el norte de Bogotá a fin de reunirse con su abogado, Iván Cancino, como lo reveló el periodista Ricardo Calderón en Noticias Caracol.
En esos registros de entrada y salida de Mattos y Castillo, el segundo dejó su celda el 10 de diciembre de 2021 para visitar al director de la cárcel; así aparece en las minutas. Un día después, fue Mattos el que llegó –según el documento– a la oficina del coronel Valencia y allí estuvo por más de dos horas. Haciendo qué y con quién es un dato que no aparece en la minuta.
El 12 de diciembre nuevamente Castillo salió de su celda con destino a la oficina del director de La Picota, una reunión que duró casi seis horas. En los reportes no queda claro si efectivamente se cumplió el objetivo de visitar al director o si ese tiempo fue usado con propósitos diferentes, como salir del penal. Nadie da razón de las actividades del exgobernador fuera de su sitio de reclusión.
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Al siguiente día, otra vez Castillo se encontró, al parecer, con el director de la cárcel, pero en esta oportunidad la minuta no consignó la hora en que el exgobernador salió de su celda, solo el regreso, cerca de las 3:14 de la tarde. El coronel Valencia aseguró, enfáticamente, que “nunca” se reunió con los detenidos.
Un hecho particular escrito en las minutas ocurrió el 20 de diciembre de 2021 cuando a la oficina del director llegaron, al aparecer, Mattos y Castillo. Así quedó en la constancia, aunque no se advierte por cuántas horas, pues en esas minutas no registran la hora de salida de las celdas. Los dos, Mattos y Castillo, no estaban en su lugar de reclusión porque, aparentemente, cumplían una cita al mismo tiempo en la oficina del coronel Valencia. Algo que hoy resulta ilógico.
Las frecuentes y extrañas visitas de Mattos y Castillo a la dirección de la cárcel La Picota se extendieron hasta el 20 de enero. Los dos detenidos se turnaban para llegar hasta el despacho en jornadas que no dejan en claro los espacios de tiempo, pues en varias minutas no se reportaron las horas de la salida o la entrada. Esto abre paso a las dudas sobre el lugar y su permanencia, incluso si estuvieron fuera de la cárcel, como lo hizo Mattos en carros del Inpec.
SEMANA también conoció una contundente evidencia del día en que Mattos aprovechó una cita médica para salir de paseo. Ese viernes 25 de febrero, de acuerdo con la minuta del pabellón de funcionarios, Mattos nunca regresó a su celda. El último registro fue a las 6:10 de la tarde y en él se advierte que el empresario no estaba en su sitio de reclusión.
Por el escándalo de Mattos en las calles de Bogotá, las investigaciones arrancaron en la Fiscalía y la Procuraduría. Las dos entidades adelantaron inspecciones judiciales a La Picota y se encontraron con una particular vigilancia de guardianes del Inpec que seguían con detalle cada movimiento de los investigadores de forma intimidante. Además, muchos videos de seguridad de las tantas salidas de Mattos fueron borrados del sistema.
El director
Wílmer José Valencia Ladrón fue coronel de la Policía hasta octubre de 2017, y entre sus últimas asignaciones se desempeñó como comandante de distrito en Barranquilla y del departamento en Arauca. Es de Aracataca, Magdalena, hijo de un suboficial de la Policía y conserva el acento costeño.
Llegó al Inpec en noviembre de 2019 y de acuerdo con algunas fuentes su hoja de vida fue impulsada por un conocido senador, costeño también, que se encuentra privado de la libertad. El coronel lo negó. Aseguró que postuló su hoja de vida a la Comisión Nacional del Servicio Civil y su trayectoria profesional fue suficiente “recomendación” para quedarse con el cargo. “Por tratarse de un oficial superior en el grado de coronel me asignaron como director del centro carcelario más grande del país”.
En su contra cursan más de 16 investigaciones y dos a punto de sanción. La mayoría, curiosamente, por no tener la misma complacencia que tuvo con Carlos Mattos y Facundo Castillo, como los traslados. Otros procesos lo dejan como supuesto responsable de certificar la judicatura de una futura abogada cuando ella no estaba trabajando en el Inpec.
También se investiga un traslado irregular, ordenado por el coronel Valencia, de Héctor Manuel Oviedo, alias Osama, un conocido cabecilla del Clan del Golfo, de La Picota a una cárcel en Sincelejo.
Pero hay un dato que resulta revelador y pondría sobre la mesa la estrecha relación con el exgobernador Castillo. Recientemente, le fue abierta una investigación por delitos electorales debido a los presuntos vínculos de su esposa, candidata al Congreso, con Castillo. Asimismo, la fuga de dos detenidos en La Picota que tenían orden de traslado y un rosario de irregularidades que revelan falta de control y hechos de corrupción en el penal, que era dirigido por el coronel Valencia.
Él se defiende al asegurar que las investigaciones nacen justamente de su trabajo como director, y las compulsas, por “incumplimiento” de los funcionarios que tiene a su cargo, pero que en ningún caso son por hechos de corrupción o conductas irregulares de su parte.
En las denuncias hay diferentes evidencias, entre videos, fotos y documentos, que muestran cómo en La Picota durante los dos años de administración del coronel Valencia se encontraron, en diferentes operativos, más de 100 kilos de estupefacientes, 2.800 celulares y 68 millones de pesos en efectivo, todo circulando por el penal.
Otras pruebas muestran el supuesto ingreso de prostitutas al pabellón de servidores públicos en camionetas polarizadas que pasan los filtros a plena luz del día, en horarios en los que ni siquiera los abogados tienen acceso. Son imágenes que, según la fuente, revelan la complacencia de guardianes cercanos al director de La Picota. Estos hechos difícilmente se pueden explicar que ocurran sin conocimiento del director del penal, pero ante estas pruebas el coronel Valencia aseguró que fue él quien lo puso en conocimiento de las autoridades.
La Fiscalía tiene en su poder las pruebas de estas denuncias y las irregularidades en los traslados de Carlos Mattos, que, según el director de La Picota, no le preocupan, pues, asegura, tiene la “conciencia tranquila”.