VALLE DEL CAUCA

Esta es la historia de vida de Víctor Escobar y su clamor por una muerte digna

Este ciudadano caleño tiene enfermedad pulmonar crónica que le impide levantarse de la cama.

12 de octubre de 2021
Víctor Escobar permanece 24 horas conectado a respiradores artificiales.
Víctor Escobar permanece 24 horas conectado a respiradores artificiales. | Foto: Jamir Mina

Luego de varios años de batallas judiciales para conseguir la aprobación de la eutanasia, este lunes 11 de octubre se conoció que el Juzgado 17 del Circuito de Cali ordenó a Coomeva EPS conformar un comité científico que acompañe al caleño Víctor Escobar, de 59 años, en el proceso de ponerle fin a su vida de una manera digna.

Escobar tiene una grave enfermedad pulmonar crónica que lo mantiene postrado en una cama, con una movilidad reducida. El fallo del juez ordena a Coomeva EPS adelantar, acompañar y garantizar el proceso de eutanasia a este paciente en el menos tiempo posible, “que no podrá ser superior a lo que el paciente indique o máximo 15 días después de reiterada su decisión”, dice el documento.

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Historia de una vida de lucha

“¿Y si me muero esta noche?”, le dice Víctor Escobar a su esposa, Diana Nieto, antes de dormir. Ambos ya saben el protocolo por si la muerte, por fin, se digna a llegar al apartamento 301 de la unidad residencial Portal del Parque, barrio Mojica, oriente de Cali. Allí la esperan desde hace dos años, pero es esquiva.

Víctor habla poco porque el aire le falta hasta para levantar la mirada. Sus días desde hace 11 años han estado conectados a dos respiradores artificiales, con los que toma aliento para hilar tres o cuatro palabras antes de caer presa de su ahogo perpetuo. Dos accidentes cerebrovasculares y los pulmones operando solo al 40 % lo han hecho reflexionar sobre su vida: ahora solo quiere una muerte digna. Quiere –desde hace dos años– la eutanasia.

En las noches se acuesta con la ilusión de no levantarse, aunque con seguridad en la madrugada la tos con expulsión de sangre le empeña la máscara de oxígeno. Diana se levanta para retirarla, limpiarla y volver a instalarla; esa misma rutina la repiten cada 90 o 120 minutos. No hay paz, hay mucho dolor. Por eso, Víctor llora y ruega por una muerte digna. “Esto es un calvario, esto es muy duro. Cada noche que me acuesto quisiera no despertar. Esto es una vida muy difícil, esto no se lo deseo a nadie”, le contó a Semana Noticias.

Víctor tiene 59 años. Siempre trabajó como conductor de tractomulas y en una fábrica de cemento donde manipulaban altos niveles de asbesto. Antes de los accidentes cerebrovasculares era un tipo sano, fumador y de poco descanso; tiene tres hijos que no viven con él y conoció a su actual esposa cuando ya la salud le era esquiva. Diana es su ángel de la guarda: lo baña, lo viste, lo lleva al médico, lo auxilia en las noches, limpia la sangre de su ropa, arregla la casa y lo alimenta con los cuidados propios de un bebé de apenas meses de nacido. Víctor come poco y todos los alimentos deben ser semiblandos para poder ingerirlos.

Víctor Escobar permanece 24 horas conectado a respiradores artificiales
Víctor Escobar | Foto: Jamir Mina

Los dos –y una hija de Diana– viven en el apartamento 301. El cronograma de citas médicas está en una agenda pegada en la puerta de la habitación. Antes de la pandemia, Víctor iba al médico dos veces por semana. Y ante la falta de recursos para pagar un taxi, toman el transporte público masivo. Cada salida es una prueba de fuego.

“Mi familia sufre, mi esposa sufre, mis hijos sufren y yo sufro al verlos sufrir a ellos. Estoy cansado de todo esto y quiero que mi Dios se acuerde de mí y dejar tanto sufrimiento. Mi ciclo está cumplido y en las manos de Dios entrego todo. Si esto es malo, él me va a perdonar, sé que él tendrá misericordia conmigo”, dice Víctor.

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