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PERFIL

La historia de Zabaraín, el senador que una vez pidió que sus compañeros del Congreso se fueran al siquiatra

Luego de su desafortunada intervención en el debate contra el fiscal, muchos se preguntan de dónde salió este congresista que llegó al capitolio con la maquinaria del Clan Char y Germán Vargas, de Cambio Radical.

28 de noviembre de 2018

Por José Guarnizo*

Antonio Luis Zabaraín Guevara no encontraba las gafas que segundos antes había puesto a su lado sobre el atril. Mientras las cámaras lo enfocaban en vivo y en directo, el senador se esculcaba en los bolsillos del saco, revolcaba las hojas que había llevado para su discurso y miraba inquieto a su alrededor.

El país estaba expectante por el debate al fiscal general de la Nación Néstor Humberto Martínez por sus conflictos de interés en el caso de Odebrecht, y Zabaraín miraba en círculos intentando hallar los lentes que tenía a la vista pero que no veía. Una funcionaria de la secretaría del Senado lo sacó del embrollo y le señaló las gafas para que pudiera continuar.

Se supone que Zabarían estaba ahí en nombre de su partido Cambio Radical para hacer una defensa a Martínez, minutos después de que por allí hubiesen pasado Jorge Robledo, Gustavo Petro y Angélica Lozano. Los tres habían hecho sendas exposiciones y denuncias en contra del fiscal. Pero Zabaraín sorprendió lanzando una teoría sobre Fidel Castro y sus relaciones con el narcotráfico.

En 23 minutos de intervención, Zabaraín se dedicó a mencionar, apegado a varias hojas que llevaba impresas, titulares que vinculaban a Hugo Chávez y a Castro con el negocio de las drogas. A voz en cuello leyó una noticia que decía: “Fusilados al amanecer los cuatro militares cubanos condenados por narcotráfico”. Era un artículo publicado en España el 14 de julio de 1989.

El senador de Ciénaga, Magdalena, aseguró que Fidel había fusilado al general Ochoa Antich porque había descubierto una trama sobre Raúl Castro y negocios ilegales. Pero en el Capitolio tal vez pocos recordaban  –o no pudieron advertirlo- que el general retirado y exministro de defensa de Venezuela, Fernando Ochoa Antich, a sus 80 años, de vez en cuando suele reaparecer para dar entrevistas en este mundo de los vivos. El fusilado, como bien lo recordó el periodista Ewald Scharfenberg, fue el cubano Arnaldo Ochoa.

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Mientras en redes sociales se preguntaban quién era ese congresista que no encontraba las gafas y que parecía haberse excedido en algunas copas, en el recinto comenzaron a escucharse algunas protestas de senadores y uno que otro silbido. Antonio Sanguino, impaciente, pidió una moción de orden para suplicarle al presidente del Congreso que agilizara la agenda del día para que pudieran hablar los representantes de los demás partidos: “yo le voy a solicitar que por favor controle el tiempo, porque además, con la intervención del doctor Zabaraín, hay que solicitarle al fiscal general de la Nación que le abra una investigación a Fidel Castro”. Y se escucharon varias risas.

Tal vez por las formas algo surreales del discurso, pasó desapercibido que Zabarían quería demostrar que las protestas en Colombia –las de estudiantes y los trabajadores- estaban siendo financiadas por el narcotráfico. Y en consecuencia le pidió a Martínez – a quien le echó bastantes flores y le pidió que siguiera adelante-  que investigara eso y de paso, no se dejara amedrentar por la izquierda.

El momento más sorpresivo de Zabaraín, ahí parado detrás del atril mientras gesticulaba exageradamente y subía la voz como si estuviese denunciando algún entramado de corrupción en la plaza pública,  fue cuando reconoció que no sabía mucho del escándalo de Odebrecht, es decir, el gran tema del que el país no había parado de hablar desde que Noticias Uno reveló los audios del ex controller Jorge Enrique Pizano con Néstor Humberto Martínez:

“Aquí hay algo que debe quedar claro y es que yo no tengo muy claro lo que ha sucedido…hummm… tengo alguna información... Pero si los señores del grupo AVAL hubieran estado cometiendo algunas irregularidades, apenas que el señor Pizano hubiera asomado las narices y hubiera dicho algo, lo hubieran despachado. ¡Si esa es una empresa privada! Y no señor, continuaron con la investigación”.

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En las redes sociales Zabaraín se convirtió de inmediato en un meme.  Según cuentan dentro de las filas de Cambio Radical, el senador había sido encomendado para defender a Martínez, a pedido del ex vicepresidente Germán Vargas Lleras y de Álex Char, el alcalde de Barranquilla. “Pero lo que hizo fue cagarla”, dijo un conocido de Zabaraín que pidió no ser mencionado con nombre propio.

Antonio Zabaraín, “Toño”, como lo llaman en la Costa, incursionó en la política cuando se lanzó a la alcaldía de Ciénaga, Magdalena, en el año de 1997, elecciones que perdió por seis votos. Ese estrecho margen hizo que Zabaraín y su contendor, José Rafael Serrano Revollo, se fueran a los estrados en una disputa que duró casi los cuatro años de la alcaldía. A Zabaraín al final le dieron la razón y pudo gozar del puesto de primer mandatario por seis meses.

Pero el tiempo le alcanzó a Zabaraín para otorgar uno de los contratos más polémicos de los últimos años en Ciénaga. Se trata de la Concesión de agua potable, acueducto y alcantarillado entregada a Operadores de La Sierra con lo que comprometió recursos del sistema general de participación por veinte años. El servicio que ha prestado la empresa durante este tiempo ha sido objeto de todo tipo de denuncias  por la mala calidad del agua que suministra. 17 años después, el municipio enfrenta una emergencia sanitaria. Lo peor del caso es que en 2015 el concejo de Ciénaga firmó una prórroga del contrato por diez años más.

A Zabaraín lo han cuestionado varias veces por su relación con Operadores de la Sierra. La última vez que le preguntaron por el tema, su respuesta quedó registrada en las páginas del diario La Opinión del Caribe: “Todo lo que hicimos (en el año 2000) fue asesorado por el Gobierno Nacional, que hizo un acompañamiento interdisciplinario que permitió que la gente pudiera tener agua. La gente se olvida de eso, además, me achacan que es la empresa de Zabaraín, como si fuera mía, y que todos los empleados son mis amigos”. 

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La página de Congreso Visible reseña a Zabaraín como un “empresario que ha estado vinculado como gerente y miembro de juntas directivas de entidades relacionadas con los sectores de construcción, portuario y minería”.

Antes de llegar al Congreso, las actividades empresariales de Zabaraín se afincaron en Barranquilla, donde conoció y se hizo amigo de la familia Char. Cuentan que fue precisamente el exsenador Fuad Char quien convenció a Zabaraín que se lanzara al Congreso por Cambio Radical y no por el partido Conservador, donde militaba su esposa Inés López, quien en la pasada legislatura fue representante a la Cámara por Atlántico.

Zabaraín llegó al Senado empujado con la maquinaria de Cambio Radical. Le hizo campaña a Vargas Lleras y se subió a tarimas varias veces con el exsenador  Fuad, quien hizo las veces de su padrino político. Muchas veces Zabaraín aseguró que arrasaría en las elecciones. Y el resultado no terminó siendo nada despreciable si se tiene en cuenta que nunca había pisado el Capitolio: sacó 74.786 votos.

Fotografía: portal Zona Cero.

Las intervenciones en el Senado de este ungido de Cambio Radical han sido bastantes sui generis. El 6 de noviembre pasado, en medio de la discusión de la reforma a la Justicia, Zabaraín le pidió a la dirección administrativa que remitiera a todos los senadores al siquiatra.  “La verdad es que yo veo aquí permanentemente que se lanzan expresiones o que se toman decisiones de personas orates (…)  Eso es aberrante, pero aquí las monstruosidades que comete este congreso a través de la historia son cosas que de verdad me llaman la atención y por eso sugiero que nos pongamos en manos de un siquiatra”. El senador se refería, sobre todo, a quienes promovieron el No en el plebiscito por la paz y a los congresistas que impulsaron la consulta anti corrupción.

De sus épocas de conservador, Zabaraín guarda una muy estrecha relación política con el veterano exsenador Roberto Gerlein. “Pero es que de Zabaraín no hay mucho qué decir, es discípulo de Gerleín y se quedó con el personaje. Lo imita, lo imita cuando está en tragos y lo emula en el Senado”, dijo alguien que lo conoce de los años en Ciénaga.

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De hecho, en el debate al Fiscal Martínez, Zabaraín dedicó una parte de su discurso a defender a Gerlein, pese a que esa familia no era el centro de la discusión. En medio de sus devaneos en el estrado y subiendo la voz hasta el grito, el senador dijo que la familia Gerlein no tenía nada que ver con el escándalo de Odebrecht. Aseguró que ellos eran personas muy honorables y que no se podía generalizar. “Es como si nosotros fuéramos a decir en este recinto que en la Dirección Nacional de Estupefacientes hay unas investigaciones en contra de un señor de apellido Robledo”.

El senador, que fue tachado de estar borracho en su llamativa aparición, dijo luego en un trino que era abstemio. Pero ya era demasiado tarde. Su discurso había ya tomado el vuelo de suceso pintoresco de la noche. Zabaraín no terminó defendiendo al fiscal. Pero su intervención sirvió para que el país supiera bien quién era: nada menos que el presidente de la comisión sexta del Senado, que se encarga de los temas de educación, ciencia y tecnología, el mismo que dijo sospechar que las marchas estaban siendo financiadas por el narcotráfico.

*Editor general de Semana.com.