POLICÍA
La historia desconocida de cómo se salvaron los policías atacados en la estación de Madrid, Cundinamarca
Un joven de 18 años que con valentía puso en riesgo su ojo izquierdo tras una fuerte golpiza que le propinaron, logró evitar que la situación fuera peor.
Nicolás Garzón es auxiliar de Policía. Con su chaqueta deportiva azul con gris manchada de sangre y un parche en el ojo relata con dolor y orgullo cómo pudo cumplir con la misión de llegar con las municiones de armas aturdidoras a la estación El Sosiego en Madrid, Cundinamarca, para dispersar a la muchedumbre que los estaba atacando.
El 28 de junio él estaba asignado para la estación del centro de Madrid. Allí se encontraba cuando empezó a escuchar por el radioteléfono a sus compañeros de El Sosiego pedir ayuda porque decenas de protestantes se querían tomar el lugar. Uno de ellos describe que inicialmente un grupo de manifestantes intentó llevarse las vallas que cercaban el lugar, pero al no permitirlo regresaron con ira a vandalizar el punto.
En ese instante, Garzón recibió la orden de vestirse de civil y llevar en un morral las municiones que se le habían acabado a los uniformados que trataban de controlar la situación. “Estaba llegando a la estación El Sosiego, y cuando estaba entrando al parqueadero, cuatro personas me abordaron, empezaron a hacerme preguntas, se dieron cuenta de que yo era policía y empezaron a golpearme”, recuerda el auxiliar desde la silla del hospital de la Policía.
Narra que en ese momento solo sentía golpes y la voz de los hombres que le pedían entregar el morral. “Yo abracé el bolso, lo pasé adelante y lo apretaba fuerte, pero no lo solté”. Lo defendió como si se tratara de un tesoro, sabía que allí llevaba los artefactos aturdidores con los que podrían salvar a sus compañeros.
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“Estaban todos rodeados, los de la puerta estaban aguantado, eran como más de 100 personas y les tiraban piedras, les tiraban de todo”. Dice que alcanzó a ver esa escena y al voltear a ver lo que pasaba alrededor, mientras apretaba el bolso. Alcanzó a ver una piedra que lanzaron contra su ojo izquierdo. “Pero eso no me hizo soltar el bolso”, dice. Avanzó hasta la puerta de la estación, estaba sangrando y de repente no aguantó más, su cuerpo se desvaneció, quedó inconsciente.
“Cuando volví a abrir los ojos el morral ya no estaba, los compañeros lo habían cogido y ya estaban dispersando a toda la gente”, fue así cómo logró cumplir su misión y evitar que la tragedia fuera mayor. “Sacaron a los compañeros que estaban gravemente heridos. A mí me cogieron siete puntos y tuve afectación en la retina”, en un diagnóstico inicial se creía que podría tener daños irreversibles en su visión; sin embargo, su evolución clínica ha sido satisfactoria.
Otros de los uniformados heridos describen el momento como uno de los más difíciles de sus vidas. “Hubo momentos de angustia porque aparte de los golpes hacia nosotros y los malos tratos, los escudos empezaron a romperse de lo fuerte que nos atacaban. Estuvimos desde la 1:30 de la tarde hasta casi las 7 de la noche que empezaron a evacuar a los heridos”, describió uno de los patrulleros que se encontraba en el lugar y resistió más de 5 horas de golpes.
En su momento, la Alcaldía de Madrid se pronunció: “Rechazamos las graves agresiones por parte de un grupo de personas contra la estación del barrio El Sosiego, a la cual ingresaron y le prendieron fuego. Delicados hechos en donde se ha visto afectada toda la comunidad del sector, presentándose además daños en las casas y comercios vecinos”.
En medio de los ataques, las autoridades también reportaron agresiones contra las misiones médicas del municipio a ambulancias y vehículos de socorro que estaban asistiendo a las personas que resultaron heridas en medio de las movilizaciones.