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La historia inédita de cómo, cuando era guerrillero del M-19, el ahora presidente Petro le habría desfigurado a golpes la cara al general Díaz Ortiz
De acuerdo con las declaraciones entregadas por coronel en retiro César de la Cruz a Revista SEMANA, los hechos ocurrieron antes de la captura del entonces líder del M-19 en 1985.
Reveladora, así ha resultado ser la entrevista entregada por el coronel en uso de buen retiro César de la Cruz a Vicky Dávila, directora de la Revista SEMANA. El militar entregó detalles sobre cómo, a mediados de los años 80, fue capturado el entonces miembro del M-19, y ahora presidente de la República, Gustavo Petro Urrego.
En dicha entrevista, además de identificar a la población de Zipaquirá como el cuartel de operaciones en el que se fraguó la toma del Palacio de Justicia de noviembre de 1985, el militar también reveló un capítulo particular de esa guerrilla, que involucra al ahora presidente y lo señala como el responsable de un hecho atroz en contra de un militar que llegaría a ser general de la República, quien para la época tenía el rango de capitán: Gabriel Díaz Ortiz, miembro del cuerpo de inteligencia del Ejército Nacional.
De acuerdo con las revelaciones del coronel César de la Cruz, para la época de 1985, previo a la toma del Palacio de Justicia, el país vivía un cese al fuego ordenado por el presidente Belisario Betancur, en medio de acercamientos para buscar la paz con el M-19, lo que impedía al Ejército el desarrollo de operaciones en contra de los miembros de esa guerrilla.
Para la época, De la Cruz, entonces con 20 años, estaba asignado a la ciudad de Zipaquirá, municipio del departamento de Cundinamarca, donde Gustavo Petro era concejal, y donde los hostigamientos de las facciones urbanas de esa guerrilla eran tangibles en contra de los militares; no obstante, estos estaban maniatados por órdenes superiores.
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En dicho contexto, según recuerda el militar en sus declaraciones a SEMANA, sin poder ingresar a territorios dominados por el M-19, miembros de inteligencia, incluidos el capitán Suárez Bustamante y el capitán Gabriel Díaz Ortiz, adelantaban labores en el municipio, logrando incluso permear en un territorio erigido como bastión del M-19, el barrio Bolívar 83, una zona que cumplía en Zipaquirá la labor que otrora cumplía Envigado en Antioquia en favor de Pablo Escobar, solo que, en el caso cundinamarqués, se refería a la guerrilla.
La golpiza
En lo que el coronel retirado describió cómo “una falta de precaución”, los señalados militares del cuerpo de inteligencia, se habían adentrado en el señalado barrio sin medir el verdadero peligro que podrían correr.
Era el mes de agosto. Según recuerda De la Cruz, Bustamante, Díaz Ortiz y un soldado bachiller se introdujeron en el barrio en un carro Renault 9, pero fueron sorprendidos por una turba de violentos que estaba liderada por el entonces concejal Petro Urrego.
Si bien el militar señala que el bachiller y el capitán Suárez lograron huir, otra fue la suerte de Diaz Ortiz, a quien el ahora presidente, según De la Cruz, intentó quitarle, sin éxito, la vida con un arma de fuego.
El militar en uso del buen retiro describió que “el carro fue incinerado”, y el arma con la que Petro habría querido matar a Díaz Ortiz falló, por lo que el entonces líder guerrillero recurrió a agredir al militar con la cacha de la pistola.
La narración señala que, producto de dicha golpiza propinada por Petro Urrego, entonces concejal de Zipaquirá, el militar agredido “quedó con su cara un poco desfigurada”, asegurando que, para salvarla, debió ser sometido a meses de tratamiento en le Hospital Militar de Bogotá, donde le fueron insertados “platinos a raíz de esos golpes que se le dieron en ese barrio Bolívar”.
Según el coronel De la Cruz, el responsable de la golpiza fue evidentemente Petro, recordando que el mismo político aún conservaría el arma.
Lo anterior, según De la Cruz, amparado en unos recientes testimonios entregados por el exviceministro de Defensa, y general retirado, Ricardo Díaz, quien en declaraciones entregadas también a SEMANA advirtió que el presidente conserva una arma “con la que casi matan a un general”.
“Esa es la famosa pistola del señor capitán Díaz cuando entró al Bolívar 83. Esa es la real historia de eso”, precisó De la Cruz, quien también destacó que el entonces capitán Díaz se salvó porque los miembros de la guerrilla lo entregaron “moribundo”, permitiendo que pudiera ser rescatado en el referido hospital, donde permaneció por cerca de 3 meses internado.
La captura de Petro
En sus declaraciones, el coronel De la Cruz también recordó que apenas semanas después, en octubre de 1985, a pocos días de la toma del Palacio de Justicia, Petro cayó en manos del Ejército por cuenta del levantamiento del cese por parte del presidente de la República, en respuesta a un atentado que sufrió el general Rafael Samudio, entonces comandante del Ejército.
“Ese mismo día, se dio la orden de entrar a los objetivos de cualquier célula terrorista y unidad subversiva. Nosotros teníamos la información de que (en el barrio Bolívar 83 de Zipaquirá) estaba el M-19. Teníamos ocho meses en la base, en la acción psicológica, pero también en inteligencia, y nos metimos al barrio Bolívar 83″, admitió el militar, destacando que, aunque la comunidad intentó ocultar a Petro Urrego, este fue capturado en un lugar donde se adelantaba una fiesta, quizá organizada como coartada para tapar al ahora presidente.
“Fue allí donde en un bar de cerveza, escondido, encontramos a Petro, con otras seis personas, debidamente armadas”, dijo el coronel retirado, advirtiendo que el entonces concejal estuvo detenido “dos o tres días en Zipaquirá. Luego los trajimos a Bogotá, y se entregaron como tenía que ser”.
Sobre el particular, el uniformado retirado advirtió que otra hubiese sido la suerte que corrió el ahora presidente si los militares no hubiesen respetado los derechos humanos, advirtiendo que, para la época, la Justicia Penal Militar “también aplicaba para los terroristas y fue allá donde se le juzgó y se le condenó por porte ilegal de armas y terrorismo”, en hechos que el militar advierte que posteriormente ‘fueron borrados’.
Una de las más fuertes aseveraciones y llamados hechos por el exmilitar al presidente Petro fue: “Yo sí le quiero recordar a él que la prueba fehaciente de que el Ejército respeta los derechos humanos es que él está vivo. En ese momento en que se capturó, tranquilamente, el Ejército hubiera podido tomar otra decisión con él y no se tomó, porque se respetaban los derechos humanos”.
Según De la Cruz, en aquel entonces, pese al cese al fuego, la base militar en Zipaquirá era hostigada todas las noches desde la parte alta de Zipaquirá, aclarando que la historia de la desfigurada de la cara al general Díaz Ortiz no había salido hasta el momento a la luz debido ‘quizá al temor’.