Íngrid Betancourt y John Milton Rodríguez ya se reunieron con los representantes de la Iglesia católica en el país. Esta semana se espera que lo hagan Gustavo Petro, Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo, Luis Pérez, Rodolfo Hernández y Enrique Gómez.
Íngrid Betancourt y John Milton Rodríguez ya se reunieron con los representantes de la Iglesia católica en el país. Esta semana se espera que lo hagan Gustavo Petro, Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo, Luis Pérez, Rodolfo Hernández y Enrique Gómez. | Foto: GUILLERMO TORRES

Política

La Iglesia Católica entra de lleno en la campaña electoral: habrá reuniones con los candidatos

Por la sede de la Conferencia Episcopal han empezado a desfilar varios de los candidatos presidenciales. El Vaticano sigue con detalle los acontecimientos del proceso electoral colombiano.

9 de abril de 2022

A pesar de que la Iglesia católica se ha cuidado de no participar en la política electoral, está claro que para quien llegue a la Casa de Nariño el próximo 7 de agosto resulta fundamental tener la ‘bendición’ de esta institución, no solo porque aún son mayoría los colombianos que siguen los postulados del catolicismo, sino porque ella tiene un rol protagónico en la construcción del orden social de Colombia,así como en la discusión sobre temas centrales del país, la política de paz y las libertades sociales.

Prueba de ello son las audiencias que han sostenido recientemente algunos candidatos presidenciales con el papa Francisco.

El que ‘pegó primero’ fue el aspirante del Pacto Histórico, Gustavo Petro, quien a principios de febrero se entrevistó con el sumo pontífice.

Por el Vaticano también pasó el candidato Rodolfo Hernández, quien reveló que en la reunión con el papa se tocaron varios temas que son claves para la agenda colombiana como la pobreza y cómo combatirla, la lucha contra la corrupción y los sistemas políticos de Colombia y Argentina.

Según reveló monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal, “en coherencia con toda la actitud del papa” frente al proceso electoral, la Iglesia católica colombiana se está sentando con los candidatos presidenciales uno a uno para escucharlos y para “intercambiar la visión que tenemos como Iglesia del país”.

Fuentes de la Conferencia Episcopal le confirmaron a SEMANA que los obispos ya tuvieron audiencia con los candidatos Íngrid Betancourt y John Milton Rodríguez, quien a pesar de pertenecer a la Iglesia cristiana se mostró complacido con este encuentro.

“Fue una reunión fraterna alrededor de los temas que nos preocupan a todos los colombianos. Fue un momento pastoral muy bello donde tuvimos la oportunidad de tratar de manera privada asuntos que atañen a la realidad nacional”, expresó Rodríguez.

Se espera que la próxima semana pasen por la sede de la Conferencia Episcopal los candidatos Gustavo Petro, FedericoGutiérrez, Sergio Fajardo, Luis Pérez, Rodolfo Hernández y Enrique Gómez.

Como detalle, a cada candidato se le entrega una Biblia y una encíclica Fratelli tutti,una comunicación en la que el papa Francisco hace una profunda reflexión sobre la política en el mundo.

Entre las preocupaciones de la Iglesia frente al contexto nacional, según le dijo recientemente monseñor Rueda a SEMANA, está la “polarización del país, porque en este tiempo electoral históricamente se ha incrementado la violencia en Colombia (...) Tenemos que salir de los caminos de la violencia para imaginar un país diferente, con paz, equidad y oportunidades de progreso para todos. Los cambios traen temores, pero también esperanzas que estamos obligados a cuidar”.

Tampoco hay que olvidar que, en varias oportunidades, el Vaticano ha formado parte de los intentos de una negociación política con el ELN, organización que ha tenido a tres sacerdotes entre sus filas: Camilo Torres, Manuel Pérez y Domingo Laín, claros defensores de la teología de la liberación.

A pesar de que Colombia es un Estado laico, en el que el Gobierno funciona de manera independiente a las confesiones religiosas, está claro que tener en contra a la Iglesia es una ‘cruz’ con la que ningún presidente quiere cargar.