NACIÓN
Inquietudes por la llegada a Colombia de los desertores de Maduro
La llegada masiva de militares venezolanos a territorio colombiano ha despertado las alarmas en los organismos de inteligencia nacionales. ¿Cuál es la preocupación?
Hasta este miércoles 27 de febrero la cifra de militares y policías venezolanos que desertaron e ingresaron a Colombia era de 411.
La llegada de estos hombres y mujeres que decidieron darle la espalda al régimen de Nicolás Maduro empezó como un gota a gota desde el pasado sábado 23 de febrero en medio de los altercados que se dieron en la frontera en medio del fallido intento por ingresar ayuda humanitaria a Venezuela.
Norte de Santander, Arauca y La Guajira son los principales puntos de entrada al país de estos uniformados venezolanos. A esta cifra se suman siete más que decidieron huir hacia Brasil.
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Los dramáticos testimonios de la mayoría de estos militares coinciden en señalar las difíciles condiciones de falta de alimento que se viven dentro de los cuarteles, al igual que en el resto del país. Muchos de ellos arriesgaron sus vidas al cruzar por las trochas con sus hijos. Los casos de varias mujeres que pertenecían a la Guardia Nacional Bolivariana atravesando con sus niños de pocos años han conmovido a la opinión.
Una vez cruzan la frontera y se entregan a las autoridades colombianas, estos militares comienzan un proceso de regularización de su situación ante Migración Colombia. La entidad les entrega unos permisos especiales para que puedan permanecer unos días en territorio nacional mientras adelantan todos los trámites correspondientes para la solicitud de asilo político, que es lo que pretenden la mayoría de estos militares. Con esto regularizarían su estadía en el país, con lo cual podrían acceder a servicios de salud y buscar empleos.
Si bien el Gobierno ha dispuesto un completo andamiaje para apoyar a estos militares y policías que decidieron darle la espalda al régimen de Maduro, también hay motivos serios de preocupación, especialmente entre las agencias de inteligencia.
La razón es simple. Es claro que la mayoría de estos uniformados que han desertado lo hicieron por razones legítimas y fue una decisión autónoma, individual y consciente. Sin embargo hay sospechas de que dentro del numeroso grupo de militares y policías puedan llegar algunos espías o infiltrados de los servicios de seguridad del régimen venezolano.
Varios oficiales y analistas de inteligencia coinciden en señalar que esta es una posibilidad muy alta. Este tipo de situaciones son apropiadas para efectuar tareas de inteligencia y contrainteligencia. “Usted mete un lobo en un rebaño de ovejas y puede pasar desapercibido”, explica uno de estos agentes de inteligencia.
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Con este símil pretende decir que hay información confiable la cual señala que algunos de los que han llegado como desertores realmente vienen como parte de una o varias misiones. En primer lugar,con el fin de verificar y recolectar toda la información posible sobre aquellos que han abandonado las filas en el vecino país. Datos sobre sus familias y sus ubicaciones en Colombia, entre otros.
No menos grave, según los informes de inteligencia conocidos por SEMANA, es la inquietud que existe en el sentido que bajo la cubierta de ser desertores que buscaron y les otorgaron refugio en Colombia, puedan desarrollar actividades de recolección de información estratégica para los servicios y Fuerzas Armadas venezolanas.
En los últimos meses las autoridades colombianas han descubierto a varios espías del Servicio de Inteligencia Bolivariano (Sebin), una especie de KGB de Maduro. Por esta razón, usar la fachada de “militar desertor” es una opción.
Aunque es claro que la gran mayoría de los desertores son reales, y así lo afirman las propias agencias colombianas, es indudable que allí también llegaron algunos con otras intenciones non sanctas.
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Otras de las inquietudes que plantea el informe de inteligencia al que tuvo acceso SEMANA tienen que ver con el hecho de la vulnerabilidad de muchos de estos militares que han llegado. Esto, en términos simples, quiere decir que existe preocupación porque estos hombres, con experiencia en el uso de armas y tácticas de guerra, puedan terminar reclutados por las bandas criminales colombianas. O, incluso, formado sus propias agrupaciones. Todo esto frente a la falta de oportunidades de empleo.
Por ello, afirma el documento, es de gran importancia para el Gobierno colombiano tratar de conseguir a la mayor brevedad posible trabajos para estos militares o policías, con el fin de que no integren esos grupos.