ENTREVISTA
“La justicia mató a mi madre y acabó con mis mejores años”: Gustavo Sastoque, injustamente condenado por asesinato de Pizarro
Hace casi 30 años, un joven agente del CTI fue acusado y condenado por el homicidio de Hernando Pizarro Leongómez; el país sabía que era inocente, pero terminó más de 10 años en prisión. Ahora las Farc reconocen que ellos son los autores del crimen ¿Por fin llegará la justicia?
Era 1995 y el país estaba en medio del fuego cruzado y una justicia atemorizada se escondía detrás de los llamados jueces y testigos sin rostro, que también fueron usados para cometer arbitrariedades e injusticias. Así le sucedió a Gustavo Sastoque, quien de la noche a la mañana pasó de ser un joven y prometedor agente del CTI a acusado del asesinato Hernando Pizarro Leongómez, miembro del frente urbano Ricardo Franco de las Farc, y hermano de quien fuera el comandante del M-19, Carlos Pizarro Leongómez. Acabaron con su vida.
Por esos años, su hermana Alba Sastoque tocó cuanta puerta encontró para demostrar su inocencia. Los medios de comunicación así lo publicaron, pero la justicia en este caso no solo no tuvo rostro, sino que para él fue sorda.
Ahora las Farc reconocieron ante la JEP que fueron los autores del crimen y dejaron condenar a un inocente. También la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió al Estado dejar sin efecto la injusta condena. El caso ya regresó a la Corte Suprema de Justicia y Sastoque espera, de una vez por todas, demostrar, como le prometió a su mamá, su inocencia. Así le contó a SEMANA toda su tragedia.
SEMANA: ¿Por qué la Corte Suprema decidió escuchar en su proceso a los tres excabecillas de las Farc?
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Gustavo Sastoque: La Corte Suprema decidió escuchar a los tres exmiembros de las Farc debido a que se instauró una acción de revisión presidida por la Procuraduría, ya que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en un informe de fondo, solicito al Estado dejar sin efecto la condena que se me impuso injustamente por Violación a los Derechos Humanos, ya que nunca tuve garantías procesales y, debido a la confesión que hicieron los exmiembros de las Farc ante la JEP endilgándose el crimen de Hernando Pizarro como los verdaderos autores, solicitamos a la JEP realizar el respectivo traslado de este testimonio como prueba sobreviniente en la acción de revisión, pero el magistrado ponente solicitó escucharlos en versión libre para determinar si me conocían o no.
SEMANA: ¿Qué piensa que después de tantos años de injusticia las Farc salgan a atribuirse el crimen de Hernando Pizarro Leongómez?
G.S.: Fue una sorpresa a pesar de que ya habían transcurrido muchos años desde que se fraguó el montaje judicial en mi contra. Por mi parte, siempre pensé que detrás del montaje estaban involucrados miembros de inteligencia militar y de la Fiscalía. Lástima que hayan demorado tanto tiempo para confesar ese crimen, por que fueron casi 11 años de mi vida que estuve privado de la libertad por un delito que no cometí, perdí a mi madre, mis proyectos, mis sueños, todo porque la justicia quería demostrar que era eficiente sin importarles el daño que causan a un inocente y no les interesa saber quién es realmente el asesino del señor Pizarro.
Solo exijo a la justicia colombiana que limpie mi nombre y se me restablezcan mis derechos, porque el daño moral, psicológico y económico ya lo hicieron. Son más de 20 años luchando para demostrar mi inocencia, espero que esta vez la Justicia colombiana acepte y repare el daño que me causaron.
SEMANA: Usted llevó su caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ¿Qué decidió?
G.S.: La CIDH, en un informe de fondo, formuló al Estado colombiano adoptar las medidas para dejar sin efecto la injusta condena que la justicia colombiana me impuso, por violación de los derechos a la libertad personal, garantías judiciales y protección judicial.
También reparar integralmente las violaciones a los derechos humanos. Compensación económica, medidas de atención en salud física y mental, y otra serie de recomendaciones para que la justicia colombiana evite volver a cometer estos errores jurídicos que acaban con la vida de cualquier ser humano.
SEMANA: ¿Qué pasó con su expediente en Colombia, por qué lo condenaron?
G.S.: Mi injusta condena se basó únicamente en testimonios falsos, nunca hubo una prueba material; las pruebas que aporte para demostrar mi inocencia nunca fueron valoradas ni tenidas en cuenta. Desafortunadamente caí en las garras de la ya desaparecida justicia sin rostro, en donde nunca hubo garantías procesales, nunca se pudo contrainterrogar a los testigos falsos, no conocí al Fiscal, ni al Juez, ni a ningún administrador de justicia que se presentaron para el montaje que se fraguó en mi contra. La idea era condenarme sin importarles el daño que le causarían a un inocente desviando las verdaderas investigaciones.
SEMANA: ¿Cuánto tiempo estuvo detenido? ¿Cómo fueron esos días de prisión?
G.S.: Estuve privado de la libertad 10 años, 9 meses y 28 días. Tenía 26 años de edad y todos mis sueños y proyectos nunca los pude hacer realidad por culpa de la justicia colombiana
Estuve 15 días en las celdas del DAS incomunicado, luego fui trasladado a la cárcel Modelo, en un pabellón de máxima seguridad, sin ver ni el sol. Allí estuve 27 meses, luego fui trasladado a las casas fiscales de La Picota, en donde empezaron a llegar trágicas noticias, me condenaron a 41 años y 6 meses. El Tribunal y la Corte (Suprema) confirmaron la condena, por eso recurrí a un Organismo Internacional, porque nunca hubo garantías procesales. Pero lo más trágico fue la noticia de la muerte de mi señora madre, quien falleció cuando se enteró de mi condena. La justicia colombiana mató a mi madre y acabó con mis mejores años de vida.
SEMANA: Usted siempre dijo que era inocente ¿Cuáles son las pruebas de que realmente lo es?
G.S.: Dios, la sociedad y la misma justicia colombiana saben que soy inocente, desafortunadamente existen administradores de justicia que se prestan para encubrir delincuentes y condenar inocentes, desviando las verdaderas investigaciones. El caso de mi injusticia no ha sido el único; en este país hubo casos como el de Júbiz Hasbún, a quien sindicaron por el crimen de Luis Carlos Galán y otra cantidad de casos. En las cárceles también hay muchos inocentes. En mi caso, desafortunadamente fui el chivo expiatorio escogido para desviar la verdadera investigación y encubrir a los asesinos reales del crimen del señor Pizarro.
SEMANA: En todo este tiempo, se ha puesto a pensar ¿por qué terminó en este caso y condenado??
G.S.: Desafortunadamente mi caso fue llevado por la inquisidora justicia sin rostro en donde las garantías procesales judiciales no existían. Existe un testimonio que obró dentro de una investigación, este testigo afirma que a mí me escogieron dentro de varios álbumes de funcionarios del CTI de la Fiscalía; llenaba las expectativas que requerían para el chivo expiatorio, era el apropiado para sindicarlo y luego condenarlo basados en testimonios de testigos falsos. Nadie está exento de un carcelazo en este país y más cuando algunos administradores de justicia se presentan por algún interés para acabar con la vida de inocentes.
SEMANA: ¿Usted trabajaba para el CTI, conocía a Pizarro, tenía algo que ver con él, formaba parte de sus investigaciones?
G.S.: Llevaba seis años trabajando en el CTI el día que inicio esta horrible pesadilla, el 8 de marzo de 1995, cuando me capturaron injustamente. Yo no tenía la más mínima idea del motivo de mi detención. Me vine a enterar al día siguiente, cuando el abogado llego a los calabozos del DAS y me preguntó que si yo sabía por qué me habían detenido. Él me comentó que era por la muerte del señor Pizarro y recordé que un señor Pizarro lo habían asesinado en un avión; le comenté al abogado que yo nunca he montado en un avión; el abogado me respondió que no era por él, sino por el hermano.
Yo no soy asesino doctor, le respondí al abogado y ahí empezó la infructuosa pelea contra la justicia colombiana y a pesar del daño que me causaron, seguiré luchando para demostrar mi inocencia.
SEMANA: El día del crimen usted estaba comprando unos zapatos ¿por qué la justicia nunca le creyó?
G.S.:. Esa no fue la única prueba que se aportó para demostrar mi inocencia, Hubo pruebas científicas, documentales y más de 30 testimonios entre familiares, personas, particulares, miembros de la fiscalía y las mismas personas que me atendieron en el almacén de los zapatos quienes en forma extraña a los pocos meses cerraron el negocio.
SEMANA. ¿Qué pasó con los testigos en su contra? Algunos, al parecer, con el paso de los años terminaron hablando del montaje, incluso con participación del Ejército y la Fiscalía?
G.S.: Los testigos falsos al inicio del montaje declararon bajo reserva de identidad, nunca vi, ni siquiera fue posible contrainterrogarlos por parte de mi abogado. Luego, tal vez como estrategia, uno de los testigos levantó la identidad, quien a la postre resultó ser una funcionara del Ejército, la señora Olga Esther Guevara Fajardo.
Más adelante instauré una denuncia por los delitos de fraude procesal y falso testimonio en contra de los testigos falsos, la autoridad competente los llamó a declarar: la testigo Olga Esther Guevara se sostuvo en su mentira de siempre, con algunas contraindicaciones. El otro testigo falso de nombre Germán Ramírez, al momento de rendir su declaración, afirmó que él nunca había señalado que miembros de la fiscalía lo obligaron, el cual nunca me señaló, lo raro es que el expediente sí me señaló. Ese proceso nunca prosperó, fue archivado porque había prescrito.
SEMANA: ¿Cómo está usted, su familia, su hermana Alba que prácticamente se convirtió en su abogada y salía a ventilar por todo lado su inocencia?
G.S.: En la actualidad trabajo en el Fondo de Empleados de la Registraduría como mensajero, fue la única entidad que me tendió la mano laboralmente en cabeza del gerente, el señor Freddy Alirio Echeverry, teniendo en cuenta mis antecedentes judiciales manchados por la injusticia. El Fondo es una entidad independiente de la Registraduría, pertenece al sector de la economía solidaria. Vivo con mi hija Alejandra quien es mi motor para seguir luchando y mi familia como siempre unida brindándonos apoyo en cabeza de Albita, mi hermana mayor, quien siempre nos apoya, nos aconseja, y nos da moral para seguir adelante.
SEMANA: ¿Usted fue el único condenado por este caso?
G.S.: Sí, yo fui el único condenado, a pesar que los testigos falsos habían señalado a otros tres funcionarios de la Fiscalía, nunca los llamaron ni a versión libre. Me imagino que para la justicia sin rostro era más fácil condenar a un inocente y no a cuatro.
SEMANA: ¿La familia de Pizarro alguna vez lo buscó? ¿Les quiere decir algo?
G.S.: Si señor, mi hermana Albita tuvo algunas reuniones con el señor Eduardo Pizarro, creo que es profesor de la Universidad Nacional. Estoy seguro que ellos desde un principio eran conscientes de mi inocencia, ya que el doctor Eduardo Umaña era el abogado de la familia Pizarro y en algunas oportunidades hablé con él en La Picota, me dijo que eso era un crimen de Estado y necesitaban un chivo expiatorio. Las palabras que me quedaron grabadas de él fue cuando me dijo: “En este país es más fácil defender a un culpable que un inocente”, fue la verdad, me condenaron por un crimen que nunca cometí.
SEMANA: ¿Usted sabe quién y por qué mataron a Pizarro?
G.S.: De acuerdo a la declaración que rindieron los exmiembros de las Farc ante la JEP, ellos son los que tienen al parecer la verdad de lo que ocurrió tras el crimen del señor Pizarro. La justicia colombiana acabó con mis sueños y proyectos; es la misma justicia la que tiene que aclarar la verdad sobre el crimen del señor Pizarro, mi interés no es saber quién lo asesinó, mi interés es que la justicia colombiana acepte el error que causó condenándome por un delito que no cometí, solo exijo que se limpie mi nombre y se haga justicia. El daño me lo hicieron y es algo irreparable, soy inocente y la sociedad lo tiene que saber.