REDES SOCIALES
Superintendencia de Industria y Comercio investigará a WhatsApp en Colombia
SEMANA conoció en exclusiva la apertura de la investigación de la Superintendencia de Industria y Comercio contra la plataforma. Hay preocupación por el cambio de políticas de privacidad frente a los usuarios. Estas son las implicaciones de ese expediente que se abrió esta semana.
La semana pasada, millones de colombianos recibieron un mensaje de WhatsApp que nadie pudo pasar desapercibido. La plataforma, que en los primeros meses de 2020 logró sobrepasar los 2.000 millones de usuarios en el mundo, envió a todos unas palabras que sonaron a ultimátum: o aceptan las nuevas condiciones de su política de privacidad, antes del 8 de febrero, o serán desconectados de la aplicación.
El mensaje, que a última hora fue reemplazado por otro en el que se extiende el plazo hasta mayo para empezar a aplicar la nueva política de privacidad, dejó claro que nadie detrás de un celular tiene el control de su propia vida en la pantalla.
El gigante tecnológico, que fue adquirido por Facebook en 2014, por la módica suma de 21.800 millones de dólares, pareció anunciar que con el cambio de su política compartiría datos de contacto de sus usuarios con Facebook. De inmediato, una ola de indignación se extendió en las redes sociales, pero esta vez sí se salió del mundo virtual. Italia, India y Turquía anunciaron aperturas de investigación contra la plataforma.
Colombia no se quedó atrás. SEMANA conoció, en exclusiva, el documento con el que este país se sumó a los otros tres, y abrió también la suya, con lo cual esta será la cuarta nación en el mundo que intenta poner tatequieto a los abusos de la reina de las aplicaciones de mensajería.
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El oficio dirigido a WhatsApp LLC, que lleva la firma del superintendente de Industria y Comercio, Andrés Barreto, es aparentemente sencillo. Contiene 15 preguntas y el requerimiento de cinco documentos, con los cuales Colombia busca tener la información que le permita actuar para proteger los datos de sus nacionales.
Y es que la empresa de Mark Zuckerberg, domiciliada en el mítico Willow Road Menlo Park de California, según se dio a entender en el mensaje emitido acerca de la nueva política de privacidad de WhatsApp, lo que buscará será obligar a los usuarios de la plataforma de mensajería a entregar ciertos datos personales a Facebook. La diferencia de hoy es que WhatsApp ya no está solo en la baraja de ofertas de servicios de mensajería gratuitos. Telegram y Signal estaban allí y, a la voz de tener que entregar información privada a Facebook, empezó la migración. Solamente Telegram llegó a 500 millones de usuarios en esta semana, 25 millones de los cuales se adhirieron a la plataforma en tan solo unas horas.
La empresa de Zuckerberg, ante la salida masiva de usuarios, ha emitido comunicados a la opinión pública para tranquilizar, argumentando que la nueva política no afectará la privacidad de los mensajes.
Lo cierto es que Colombia no dio espera para tomar cartas en el asunto. La protección de datos es una de las banderas de la Superindustria desde hace más de dos años, en los que ha fortalecido dicha delegatura. Barreto contó que esta investigación a WhatsApp es similar a la que ya se había hecho en su momento con Uber, Facebook, Google, TikTok y Zoom. El fin es identificar que esos cambios en la política de privacidad cumplan con los estándares colombianos, que son similares a los europeos, pues en Estados Unidos las leyes de protección de datos son altamente deficientes.
Por ello, Colombia solicita a la compañía tecnológica que responda sobre la finalidad específica que lo llevó a pedir los datos a sus usuarios; le pregunta acerca de los datos concretos que recolectará y cuál será el uso que les dará. La Superindustria también indaga sobre la manera en la que protegerán a los menores.
Con las conclusiones que se establezcan a partir de las respuestas que entregue WhatsApp, las cuales tendrán que estar en el escritorio de la Superindustria en 15 días calendario, el país tomará nuevas decisiones. Las posibilidades van desde aprobarles todo y dar un parte de tranquilidad a los usuarios sobre la protección de sus datos, o pedir ajustes a la nueva política de privacidad anunciada por la empresa tecnológica.
¿Hay confusión?
Lo sucedido esta semana alrededor de WhatsApp tiene algo de confusión y mucho de verdad. La polémica desatada sobre los términos y condiciones de la aplicación se debió –en parte– a la mezcla de una comunicación fallida de la compañía y a la desconfianza cultivada por Facebook, luego de haber hecho parte de un gran escándalo, tras el cual el Congreso de Estados Unidos puso contra las cuerdas a Zuckerberg en un interrogatorio transmitido en vivo al mundo entero, en el que la estrella de Silicon Valey terminó pidiendo perdón por haber permitido el robo de los datos de 87 millones de usuarios de Facebook, aparentemente a sus espaldas.
El caso fue de tales dimensiones que, hasta el momento, muchos culpan a este manejo cibernético de lo sucedido en las elecciones de Estados Unidos, cuando se presentó un cambio inesperado que finalmente le dio el triunfo a Donald Trump sobre Hillary Clinton. “No hicimos lo suficiente... Fue mi error y lo siento”, dijo visiblemente acongojado ante un Congreso furioso.
También está en el radar la idea del monopolio construido por Facebook después de la integración de las plataformas más usadas en el mundo: Instagram y WhatsApp, en medio de una creciente industria que monetiza los datos y las deficientes leyes de protección en el mundo. De hecho, a finales de 2020 se dio a conocer que la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos, entidad gubernamental que viene desarrollando una investigación hacia la compañía de Mark Zuckerberg, tomaría el camino jurídico para detener presuntas prácticas de monopolio en el mercado por parte de Facebook. La demanda está en curso.
Monetizar, algo que asusta
El negocio de WhatsApp ha sido objeto de múltiples análisis de expertos en el tema. Originalmente, se trataba de conseguir innumerables seguidores para subir el valor de la marca en el mercado. Así lo logró, previo a la venta de la aplicación a Facebook, por casi 22.000 millones de dólares. Pero en la mitad estaba el tema de los datos, algo que para países como Colombia es sagrado.
Desde 2016, las plataformas que ha integrado Zuckerberg se muestran como un atractivo proyecto para hacer dinero, cuya ganancia estaría por el lado de establecer alianzas colaborativas con grandes empresas como bancos y compañías aéreas, por ejemplo, para suministrarles información.
Y es que desde 2016 la mayoría de los usuarios, sin saberlo, han compartido información sobre su actividad en la plataforma con Facebook. La idea de este gran hermano que lo conoce todo de las personas siempre ha estado. WhatsApp no solo sabe su número de teléfono, la frecuencia con la que abre la aplicación, la resolución de la pantalla del dispositivo, la ubicación estimada a partir de la conexión a internet, sino también muchos otros datos que pocos imaginan. Dicha información es utilizada para comprobar el correcto funcionamiento de sus plataformas, pero también para orientar de una mejor manera las campañas publicitarias de este conglomerado.
En medio de los cuestionamientos por el uso de los datos, Facebook ha salido a defender su política, la cual, desde su perspectiva, no permite ningún acceso ni al contenido de los mensajes ni a las llamadas entre usuarios, ya que sus comunicaciones están codificadas. También sostiene que no mantiene registros sobre las personas con las que se conectan los usuarios y los contactos de esta aplicación no se comparten con la red social.
Ahora que vuelven a avivarse los reclamos, la compañía dice que dicha política se mantendrá, pues según explicó un portavoz de WhatsApp, las actualizaciones anunciadas solo aplicarán a los usuarios de WhatsApp Business.
Aun así, el temor invade a los ciudadanos del mundo que cada vez están tomando más conciencia acerca de dónde comparten su información privada y con quién lo hacen. Precisamente, la migración de los usuarios de WhatsApp a otras aplicaciones es una consecuencia de esa conciencia. Pero trasladarse a otras plataformas no significa estar blindado.
Linda Patiño, analista digital, explica que los usuarios no son conscientes de que las redes sociales no son las únicas que captan información sobre ellos. La banca, los grandes retailers, restaurantes, plataformas de domicilios, teleoperadores, el comercio y hasta las criptomonedas están en todo momento recogiendo datos de los ciudadanos.
El debate del big data
La evolución progresiva del big data es una realidad en el mundo para la cual cada país se viene preparando. La idea se vende como algo grandioso. Servirá, por ejemplo, para que en un futuro los manejadores de grandes bases de datos puedan llamar al ciudadano y alertarlo sobre un posible riesgo de enfermedades del corazón debido a los hábitos de sedentarismo que lleva. ¿Cómo lo sabrán? Eso es algo que ya viene sucediendo, y las redes sociales y plataformas están ayudando.
En consecuencia, el gran problema de los datos es el uso y la ética alrededor del negocio que se genere con el big data. Es un hecho que hoy, un poco más de la mitad de la población humana esté conectada a internet. Los avances tecnológicos en inteligencia artificial y machine learning han facilitado la recolección y generación de miles de millones de datos a los que antes no se tenía acceso.
Esto ha hecho que la industria del big data y del análisis de negocios crezca de una manera exponencial, sin que hasta ahora exista una regulación que la limite. Statista, uno de los mayores portales de estadísticas de mercado, realizó cálculos según los cuales el big data y el análisis de negocios en el mundo estaban valorados en 169.000 millones de dólares para 2018. La expectativa es que en 2022 el crecimiento sea tal que el tamaño de este mercado alcance la cifra de 274.000 millones de dólares, es decir, 11 veces lo que Zuckerberg pagó por WhatsApp.
La gran batalla de Colombia
En medio de esas expectativas, el peligro del mal manejo de los datos está latente. Afortunadamente Colombia tiene normas que garantizan un marco de privacidad que ha sido defendido a ultranza, principalmente por la Superintendencia de Industria y Comercio. Esto será clave para el requerimiento que el país hace ahora a WhatsApp, pues en esta nación confluyen una ley de protección de datos y una de competencia, los dos temas que están involucrados en la coyuntura actual alrededor de la compañía de servicios de mensajería.
La lucha de Colombia para frenar a las grandes plataformas tecnológicas no solo no es nueva, sino que ha entrañado desde siempre intensas polémicas. El mayor pulso se vivió con Uber. Al igual que en la mayoría de países del mundo, la entrada de esta app de servicios de transporte sacudió al mercado local de taxis y lo puso en jaque. Los taxistas, frustrados por tener que cumplir con más requisitos que los conductores de Uber y alarmados por el descenso de clientes, armaron paros y amenazaron con revueltas.
En enero del año pasado, la Superintendencia tomó una decisión radical: Uber tenía que irse de Colombia por competencia desleal. Después de una enorme controversia, la empresa le encontró el quite y aseguró que no prestaba un servicio de transporte sino de alquiler de carros. Luego llegó la pandemia y en medio del aislamiento, en junio pasado, el Tribunal de Cundinamarca tumbó esta decisión. Uber se quedó. El tema, sin embargo, no se resolvió de fondo, pues el organismo judicial solo esgrimió como argumento el vencimiento de términos del proceso.
Otro caso emblemático es el de TikTok. Se trata de una de las aplicaciones más populares entre los adolescentes que permite subir videos de 15 segundos con todo tipo de efectos. La aplicación china ha causado escozor en el mundo. Estados Unidos la prohibió y anunció esa decisión como un asunto de seguridad nacional. En Colombia, la Superintendencia determinó que la empresa incumple en 47,37 por ciento los requisitos que exige la regulación colombiana. Advirtió además que la aplicación posee y trata datos personales de 12.447.549 colombianos, de los cuales 1.933.835 son niños y adolescentes. La entidad también abrió una investigación y comprobó que TikTok utiliza cookies para recolectar esos datos.
En una decisión ordenó a la aplicación modificar algunos elementos de su política: hacer su manual en español, pedir la autorización de los padres de los menores para el uso de la app y ajustar sus políticas a la normatividad del país.
Rappi, el unicornio colombiano, también ha sido sancionado. En noviembre pasado, la Superindustria lanzó otro dardo. Por cuenta de la cuarentena, el país estaba sumido en la modalidad de trabajo y estudio virtual.
Las reuniones, las clases y hasta las visitas de amigos se convirtieron rápidamente en encuentros en Zoom. En Colombia, la plataforma de videoconferencias apenas era conocida por algunos ejecutivos que debían conectarse entre ciudades, pero en pocos meses de encierro se volvió masiva. La Superintendencia emitió una resolución en la que le ordenó a Zoom proteger los datos personales de los colombianos y comunicar al país las medidas adoptadas antes de cuatro meses. Como dato curioso, tan solo en abril de 2020, los colombianos habían hecho más de 17 millones de reuniones por esa vía.
¿Hay riesgo de censura?
Si Colombia llega a aplicar una censura a WhatsApp, como la que tienen vigentes países como China, no será algo que detone después de concluir la investigación de la Superindustria. Según expresa Barreto, lo que viene en el corto plazo es que la plataforma corrija el mensaje que envió, si es que se prestó para confusión y no era lo que quería decir. En todo caso, Barreto destaca que, afortunadamente, hay una amplia competencia en servicios de mensajería tipo WhatsApp que probablemente la gente no conocía, por lo tanto, el propio mercado hará sus correctivos.