Si Enilse López Romero, la Gata, pudiera devolver el tiempo, seguramente no volvería a participar en política. Haber logrado que su hijo Jorge Luis Alfonso ganara la Alcaldía de Magangué en 2003 fue la causa de sus desgracias. Por lo menos así lo cree ella, según lo publicó hace un tiempo en un aviso de página entera en el periódico El Universal.
La anécdota viene a cuento porque la semana pasada la Corte Suprema le ratificó a la Gata la condena a 37 años de cárcel por el homicidio de un guardia de seguridad el 12 de junio de 2000. Y a una mujer como ella, que acumuló un gran poder y fue la más temida en la región, seguramente nunca se le ocurrió que iba a terminar sus días pagando una condena.
Su vida es toda una parábola. La más poderosa empresaria del chance en cuatro departamentos de la costa y gran electora de Sucre y Bolívar hoy no alcanza a pesar 40 kilos y tiene a sus dos hijos preferidos en aprietos: uno en la cárcel y otro al borde de perder la investidura de congresista.
En 2006 también postuló a su hijo menor, Héctor Julio, a la Cámara de Representantes y logró la más alta votación en el país. Con esos resultados y el poder económico que le daba tener las concesiones del chance en Bolívar, Sucre, Atlántico y Magdalena, la Gata y sus hijos se convirtieron en una formidable fuerza política. Impuso gobernadores como Luis Daniel Vargas y Libardo Simancas en Bolívar, este último condenado por parapolítica. Y en Sucre, en alianza con Álvaro García, hizo lo propio.
Pero su poder fue haciendo agua poco a poco. En Magangué comenzaron a rechazarla porque el gobierno de su hijo no fue bueno. Y lo más grave, durante su mandato fue asesinado el periodista Rafael Prins, homicidio por el cual Jorge Luis, el exalcalde hijo de la Gata, está detenido.
En Magangué, precisamente, gracias a un operativo enviado de Bogotá, a ella la capturaron en febrero de 2006 para que respondiera por un caso de lavado de activos. La trasladaron a la cárcel El Buen Pastor de la capital, en donde, de acuerdo con versiones extendidas, una reclusa que le daba alimentos y atendía sus caprichos habría terminado dándole una sustancia que le afectó el hígado y los riñones.
Ya sea verdad o leyenda, lo cierto es que el deterioro físico de la Gata fue evidente en 2008 cuando comenzó el juicio: tenía la cara hinchada, estaba delgada y su voz se había apagado. Para ese entonces, ya había sido trasladada a la clínica La Asunción en Barranquilla, donde permaneció varios meses.
Desde hace tres años disfruta de una de las más particulares formas de detención en Colombia: una especie de cárcel móvil. Tiene detención domiciliaria, lo cual de por sí ya es curioso para una persona condenada a 37 años, pero lo más extravagante es que la cumple en sus tres residencias, la de Cartagena, la de Barranquilla y la de Magangué. Un triángulo que cubre tres departamentos y que implica aproximadamente 500 kilómetros entre las tres ciudades.
Personas que la han visto dicen que está muy enferma. Por un tiempo se alimentaba con sondas. Un grupo de cardiólogos, internistas y neumólogos le diagnosticó trastornos hepáticos y cardíacos, sus órganos vitales no funcionan bien y su estado de ánimo es el de una depresión severa.
Hoy sigue siendo dueña o socia del chance en los cuatro departamentos. Cabe recordar que, antes de que se apoderara del negocio en Atlántico, hubo una guerra que cobró 19 muertos en menos de tres años. Y en 2004, uno de los socios de Uniapuestas en Barranquilla fue asesinado en la empresa luego de haber sido citado para una reunión de socios.
En 25 años de ascenso social, económico y de poder político ha conocido el lado oscuro de la tragedia: su padre José López fue secuestrado y pagó por su rescate 200 millones de pesos, pero murió 20 días después de que lo devolvieron; su esposo Héctor también fue secuestrado y por él pagó 300 millones, y sus hermanos José Domingo, Exiquio y Eligio fueron asesinados.
A José Domingo las Farc le aplastaron la cabeza pasándole un carro por encima y a los otros los asesinaron a tiros y los remataron con granadas. Su medio hermano Arquímedes estuvo preso y ella agoniza en su casa viendo cómo su imperio se derrumba por haberse metido en la política.