Nación
La operación soberanía que no fue necesario desplegar ante el triunfo de Colombia contra Nicaragua en La Haya
Aunque la decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya fue favorable para Colombia, había gran expectativa y prevención de parte del Gobierno de Colombia, al punto de que el presidente Gustavo Petro había advertido que “una nación defiende sus mares”.
Esta mañana Colombia recibió una de las más importantes noticias de su historia en cuanto a pleitos internacionales. La Corte Internacional de Justicia de La Haya negó todas las pretensiones que tenía Nicaragua en la plataforma continental para extender sus fronteras, una decisión que incluso generó sorpresa por los precedentes negativos en este pleito. De inmediato, se quedó parqueado todo un despliegue militar que estaba listo para realizar un acto de soberanía si la decisión resultaba adversa.
Las Fuerzas Militares tenían listo un componente completo para un acto militar de soberanía en el que iban a actuar principalmente la Fuerza Aérea y la Armada, que son las de mayor presencia en la isla de San Andrés.
Aviones, helicópteros, lanchas rápidas, una fragata, y un numeroso grupo de hombres estaban listos para el acto de soberanía, que no tenía ninguna intención ofensiva, pero sí buscaba mandar un mensaje de defensa del territorio, si la decisión resultaba contraría. En todo caso, las Fuerzas Militares también estaban listas por si algo extraordinario ocurría.
El asunto incluso lo había dejado claro el presidente Gustavo Petro, quien brilló por su ausencia en San Andrés, donde se había comprometido a recibir la decisión del tribunal internacional, pero finalmente nunca llegó.
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“Una nación defiende sus mares, defiende sus cielos, defiende sus tierras, dependiendo incluso de su capacidad política y militar. La capacidad política de una nación depende de su propio pueblo, de su unidad, de la fortaleza y calidad de la sociedad. No de una parte de la sociedad, sino de toda la sociedad”, había advertido Petro.
La advertencia de Petro
Ante la expectativa que había en Colombia por la lectura del fallo de la Corte Internacional de La Haya, el presidente de la República, Gustavo Petro, se anticipó a la decisión y lanzó un fuerte sablazo a Nicaragua sobre el litigio de las 200 millas náuticas en disputa.
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El jefe de Estado, en un agudo discurso que dio en el marco de la inauguración de una nueva versión de la Feria Internacional Aeronáutica en Rionegro (Antioquia), fue directo en señalar que “una nación defiende sus mares”.
“Mañana hay una decisión de ese estilo, no sabemos su contenido, no somos nosotros los que produjimos ese espacio de decisión, que en nuestra opinión fue equivocada, pero que ahí está. Y vamos a responderla desde San Andrés, cualquiera que sea su contenido”, había sostenido Petro.
“Y la capacidad militar de una nación, pues depende de sus Fuerzas Militares, de sus instrumentos, de su capacitación, mañana estará a prueba y ya mañana hablaremos de este tema, pero lo que deja como lección para este evento es que hay que tener capacidad aérea”, insistió Petro.
También alertó: “podemos llegar hasta San Andrés fácilmente, pues en vuelo civil y sí, en vuelos militares, nuestra capacidad naval es lo suficiente para controlar el mar que estuvo bajo nuestro cuidado y que disminuyeron en una de estas decisiones judiciales hace unos años. Mañana, yo creo que son las respuestas que tiene que dar un gobierno, una nación, unas fuerzas militares”.
Colombia contra Nicaragua: estos son los seis puntos claves para entender el fallo de La Haya de este jueves en la pelea por el territorio marítimo
Desde diciembre de 2001, Colombia y Nicaragua vienen disputando parte de la soberanía de la plataforma continental extendida en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Todo inició cuando el país centroamericano demandó tener la soberanía del territorio, pero esta saga parece haber tenido un final con el fallo de este jueves 13 de julio.
La disputa legal entre ambos países ha sido justificada. En el caso de Nicaragua, quiere proyectarse más hacia el Caribe, buscando una posición más estratégica contra Estados Unidos, que siempre ha sido contrario al régimen autoritario de Daniel Ortega. Mientras tanto, Colombia alega que ha ejercido su soberanía por décadas y que la población de la zona se siente parte del país.
La disputa data desde el siglo XIX, cuando Nicaragua ocupó las islas Mangles que Colombia consideraba como suyas, hasta que Colombia hizo efectiva y legal la soberanía sobre dicho territorio, incluyendo el archipiélago de San Andrés.
1. La demanda de Nicaragua ante la Corte en el 2001
Las razones fundamentales de Nicaragua para demandar a Colombia ante la Corte fueron la negativa de nuestro país de negociar la soberanía del archipiélago de San Andrés y los cayos, y la posición colombiana desde 1969 de que la frontera marítima entre los dos países se había establecido en 1930 por el meridiano 82.
Nicaragua consideraba, además, que no era posible que unas islas seis veces más cercanas a su territorio que al de Colombia y frente a su costa no les pertenecieran. Igualmente, creían que, aun en el caso de que pertenecieran a Colombia, su jurisdicción marítima solo podría ser de pequeños enclaves de 12 millas de mar territorial alrededor, sin plataforma continental ni zonas económicas propias.
2. Intentos fallidos de negociación
Todos los mandatarios de Colombia desde 1969, así como sus cancilleres, sabían perfectamente que el meridiano 82 no era una frontera marítima. Sin embargo, con excepción de López Michelsen, ninguno se atrevió a reconocerlo públicamente, por el temor de ser calificado de traidor a la patria.
Los gobiernos de López Michelsen, Turbay Ayala, Betancur y Pastrana trataron de pactar con Nicaragua el límite marítimo, conscientes de que la posición sobre el meridiano 82 no era sólida jurídicamente. Sin embargo, Nicaragua solo lo haría si al mismo tiempo se negociara la soberanía de los componentes del archipiélago, lo que nunca fue aceptado por Colombia.
3. Colombia, “adalid” de la jurisdicción obligatoria de la Corte Internacional de Justicia
Con la convicción vendida muchos años atrás de que Colombia era “el adalid de la solución pacífica de las controversias”, ningún mandatario quiso dar el paso de desvincularse de la jurisdicción obligatoria de la CIJ. Por algo, El Tiempo, cuando Nicaragua presentó su demanda, señaló en un editorial que “Colombia no tiene nada que ganar y Nicaragua nada que perder”.
Finalmente, cuando ya la demanda era inminente, la administración Pastrana retiró la declaración por la que había aceptado la jurisdicción de la Corte en 1936, pero quedó vigente el Pacto de Bogotá, en el que también se establecía la misma obligación.
Colombia alegó que la Corte carecía de competencia para pronunciarse sobre la demanda de Nicaragua, ya que la controversia se había resuelto en 1930 con la entrada en vigor del tratado Esguerra-Bárcenas, y que esa condición impedía al tribunal asumir la competencia por el Pacto de Bogotá. Nicaragua sostenía lo contrario. El asunto lo resolvió un fallo en 2007.
4. El fallo de la Corte en el 2007
El fallo de la Corte del 13 de diciembre de 2007 fue netamente favorable para Colombia. Reiteró que el archipiélago era de Colombia y que el tratado de 1928 era válido y estaba vigente. Se reservó para otra instancia la decisión sobre cuáles eran las islas y cayos que hacían parte del archipiélago, así como la delimitación que debía realizarse, ya que rechazó el límite por meridiano reclamado por Colombia y la línea media entre las costas continentales que Nicaragua había invocado.
Al mismo tiempo, el expresidente Uribe hizo una hábil presentación que generó optimismo entre la opinión pública. Por su parte, Ortega, también hábilmente, minimizó el grave golpe recibido a las tesis que venían sosteniendo Nicaragua y él mismo desde muchos años atrás.
5. El fallo de la Corte de 2012
Vino luego, en noviembre de 2012, el fallo de la Corte sobre los asuntos pendientes. Este tribunal decidió trazar su propia delimitación de acuerdo con las normas vigentes del derecho internacional. No aceptó la línea media propuesta por Colombia ni el supuesto borde externo de su plataforma continental que Nicaragua pretendía.
Reconoció la soberanía colombiana sobre todos los cayos y asignó al archipiélago una considerable extensión de espacios marítimos. No obstante, enclavó dos de ellos, Serrana y Quitasueño, y afectó tratados que Colombia había concertado con otros Estados.
El entonces presidente, Juan Manuel Santos, armó una curiosa tesis, con respaldos domésticos, en el sentido de que Colombia no podía aplicar el fallo de la Corte hasta tanto no se concertara un tratado bilateral con Nicaragua en el que se incorporara lo establecido sobre la delimitación marítima en el fallo de 2012. Además, inició con su canciller y otros funcionarios del Gobierno una inusitada ola de ataques contra la Corte Internacional de Justicia, lo que llevó a que el presidente del tribunal citara al embajador de Colombia en La Haya y formulara una formal protesta, ya que algo así nunca se había presentado.
6. La venganza de Ortega
Ortega y su combo, después de haber perdido la aspiración fundamental sobre los cayos y la delimitación marítima, y aprovechando el desconcierto colombiano, tiempo después demandó a Colombia nuevamente, reclamando la misma línea que la Corte le había negado en el fallo de 2012.
De ahí en adelante se presenta una serie de incidentes jurídicos que se pueden resumir en que Nicaragua, teniendo enterradas sus pretensiones sobre las islas de San Andrés y Providencia y la totalidad de los cayos, trata de que al menos la Corte Internacional de Justicia le respalde una jurisdicción marítima que penetre en los espacios generados por la costa continental de Colombia.
Desde 1913, por más de un siglo, hemos tenido centenares de incidentes en el Caribe, muchos de ellos nos han llevado al borde de una confrontación armada. La Corte Internacional de Justicia se ha pronunciado de conformidad con las normas y principios del derecho internacional que consideró aplicables. Se espera que el fallo del 13 de julio no vaya a abrir la puerta a una confrontación perpetua.
De todas maneras, resulta paradójico que no obstante la corrupción y la angustiosa vinculación del narcotráfico con el Archipiélago, si no hubiera sido por el pleito con Nicaragua, San Andrés, Providencia y sus cayos hubieran seguido siendo puntos olvidados de la geografía colombiana.