Crónica
La otra cara de la moneda, el Ejército contará su verdad sobre la guerra en Colombia
El Ejército Nacional inauguró un museo con el que busca que las nuevas generaciones conozcan, mediante sus relatos, lo que pasó durante años de conflicto.
Arauca, Casanare y el oriente colombiano son unas de las regiones más afectadas por el conflicto armado, y por eso, en homenaje a las víctimas, el Ejército Nacional inauguró un museo histórico en el que pretende contar su versión de la historia.
Ever Perilla es indígena del pueblo kurripako del Guainía. El 15 de octubre de 1999 fue secuestrado y torturado por el frente 21 de las Farc; su historia, como muchas en el país, permaneció en el anonimato, una más de las crueles estadísticas. Sin embargo, el pasado 3 de agosto se sintió valorado. “Mi historia va a quedar plasmada para que las nuevas generaciones conozcan la realidad que vivimos”, dijo antes de cruzar la puerta del Museo Centro Histórico del Oriente en Yopal (Casanare), inaugurado por el Ejército. Perilla permaneció tres años encadenado, y al romper la cinta tricolor con la que le dieron apertura al museo, sintió que su libertad cobró vida.
Asegura que quien vive la guerra es quien realmente la conoce, por lo que es muy difícil percibir su impacto para quienes solo han visto registros por televisión. Él estaba cosechando café en una finca cuando llegaron los guerrilleros a revisarle sus pertenencias. Años atrás había prestado servicio militar, así que tenía unas fotografías de esa época, argumento suficiente para que lo consideraran enemigo. “Me trataron como prisionero de guerra, como si fuera un integrante del Ejército”, dice al aclarar que era un ciudadano del común, y que día y noche lo repetía.
Durante su cautiverio atravesó Tolima, Meta y Caquetá caminando, fueron horas eternas. “Soy una historia viviente”, dice con orgullo en uno de los salones del museo, un proyecto que inició en 2018 y se convirtió en un espacio que busca rendir homenaje a las víctimas de grupos armados en los Llanos Orientales, como Perilla.
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El predio en el que se construyó el museo pertenecía a la Alcaldía municipal, en 2016 era el Centro de Salud La Campiña, pero no cumplía con lo estipulado para poder operar. Luego quedó desalojado y personas en condición de calle lo ocuparon. Posteriormente, fue recuperado por el Ejército Nacional para la creación del Centro Histórico.
Fortalecer la identidad
El mayor general Helder Fernán Giraldo Bonilla le dejó claro a SEMANA que no se destinó una gran inversión para adelantar las obras, debido a que la mayoría de las labores fueron donadas.
El Museo Centro Histórico Cultural del Oriente forma parte del conjunto de museos militares regionales que posee el Ejército en distintas zonas del país. Esto como resultado de un proyecto que desde 2016 lidera Giraldo Bonilla, según él, con el propósito de contribuir a la consolidación del Estado, al fortalecimiento de la identidad local y de la memoria histórica, así como a la promoción de la construcción de paz.
La idea es que niños y jóvenes de colegios de la región puedan asistir gratuitamente al museo, que muestra una narrativa diferente a la que cuentan los militantes de los grupos armados que tienen injerencia en el área rural y urbana con trabajo ideológico en las comunidades.
Lo primero que buscan los militares es empoderar a los pobladores de las riquezas culturales y naturales que poseen; incluso, algunos de los murales que están expuestos fueron hechos por Gerson González, un artista de 21 años que prestó servicio militar y retrató los atardeceres y paisajes de la región.
El Museo Centro Histórico del Oriente se encuentra organizado en torno a tres ejes temáticos: la cultura llanera, el proceso de independencia y la memoria histórica, representadas en distintas salas, cuyas exposiciones ofrecen una visión plural e incluyente de los Llanos Orientales a partir de distintas voces en las que confluyen la institucionalidad y la sociedad civil, en un esfuerzo por fortalecer la historia.
Quienes asistan a la exposición podrán ver objetos procedentes de distintas épocas, fotografías, obras de arte, cartografías, testimonios orales y escritos, recursos interactivos y audiovisuales. Este lugar tiene como antecedentes el Museo Batalla de Palonegro, en Bucaramanga, Santander; la Casa de Memoria Histórica de San Vicente y El Carmen de Chucurí, en el mismo departamento, y al Salón de Banderas Glorias del Ejército, ubicado en la Escuela Militar de Cadetes, en Bogotá.
En memoria de las víctimas
Hace cuatro años surgió la idea de construir un lugar que permitiera la difusión de la cultura e historia del pueblo llanero y la memoria de las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario cometidas por los grupos armados ilegales.
La Sala de la Remembranza es la que más toca las fibras de los visitantes, pues está plasmada la historia reciente en la que se habla de ataques guerrilleros, desapariciones forzadas y víctimas de minas antipersonal. Responde a la necesidad de reconstruir esas situaciones que, según el Ejército, requieren ser recordadas para que no se repitan, al mismo tiempo que implica la acción de hacer visibles y dignificar a las víctimas causadas por integrantes de grupos armados ilegales en el marco del conflicto armado, que ha golpeado directamente a los colombianos por más de 50 años. Se espera que, con este museo, más de 400.000 personas puedan ser beneficiadas.
Queda demostrado que cada uno, a su manera, quiere dejar plasmadas las memorias del conflicto, y más ahora que empieza una transición en la gobernanza del país, pero con la necesidad de no olvidar la sangre con la que se labró el camino.