Claudia López e Iván Duque
Claudia López e Iván Duque. | Foto: Fotomontaje SEMANA

ANÁLISIS

La silla vacía de Duque: cinco conclusiones sobre el presidente y la alcaldesa

El episodio ocurrido el domingo en la plaza de Bolívar deja varias cosas claras: el presidente debió asistir; no estuvo bien el montaje hecho a raíz de su inasistencia; la ruptura entre la alcaldía y la presidencia es total; Bogotá sale perdiendo; y en medio de la pelea nadie sabe qué va a pasar ahora con la Policía Metropolitana.

14 de septiembre de 2020

El homenaje realizado a las víctimas que fallecieron durante los violentos disturbios de los últimos días en Bogotá y que organizó la alcaldesa Claudia López, el domingo en la plaza de Bolívar, terminó convertido en un episodio de confrontación política.

La polémica surgió porque, pese a que el presidente Iván Duque había confirmado que no iba a asistir, el protocolo de la alcaldía instaló una silla de forma improvisada y le puso su nombre justo cuando la mandataria iba a iniciar su intervención.

Para muchos, el efecto de la silla vacía fue un montaje hecho de manera premeditada y con cálculo político; y para otros, evidenció simplemente que Duque no asistió y prefirió enviar a su alto comisionado de paz, Miguel Ceballos, y a la alta consejera presidencial para los derechos humanos, Nancy Patricia Gutiérrez.

Estas son las cinco lecciones que deja el episodio de la silla vacía de Duque.

1. La ruptura entre la alcaldesa y el presidente es total

Las malas relaciones entre Iván Duque y Claudia López no son un asunto nuevo. El choque nació en marzo, cuando se inició la pandemia, por cuenta de las diferencias en el enfoque para contener el virus.

Mientras Duque era partidario de ir abriendo la economía, Claudia se mostró siempre reacia a las aperturas y extendió hasta donde más pudo la figura de las cuarentenas.

Sin embargo, el episodio del domingo demuestra que el deterioro de las relaciones institucionales han llegado a un nivel sin antecedentes tanto para la Casa de Nariño como el Palacio Liévano. Ni siquiera Álvaro Uribe y Lucho Garzón, tan diferentes, chocaron cuando sus dos mandatos confluyeron entre el 2004 y el 2007.

Por protocolo institucional, cuando el presidente de la república asiste a un evento, hay una organización previa y una logística donde todos los detalles cuentan. Hay una avanzada que dialoga días previos con la entidad organizadora, en este caso con la Alcaldía de Bogotá, para definir aspectos como el lugar desde el cual hablará el presidente hasta el listado de los invitados que asistirán. De por medio, entre otras razones, hay motivos de seguridad, sin importar quién sea el alcalde o el presidente.

En esta ocasión, la ruptura política evidenció que ni siquiera los equipos de protocolo de la Casa de Nariño y el Palacio Liévano se hablan. Duque y Claudia no han podido construir una relación armoniosa y el primer paso que dieron el viernes, durante una cita en la Casa de Nariño, quedó en nada. La alcaldesa expresó públicamente las diferencias que tiene con el mandatario, en asuntos como la reforma a la Policía, y no una declaración conjunta, como es lo habitual en estas coyunturas.

2. Duque debió asistir al homenaje a las víctimas

Hasta ahora no se sabe cuál fue la razón principal para que el presidente dejara de asistir al evento organizado por la Alcaldía de Bogotá, en el homenaje a las víctimas que fallecieron durante los violentos disturbios.

El caso de Javier Ordóñez, quien según sus familiares murió por cuenta de golpes contundentes en un CAI, dio origen a protestas violentas donde murieron otras personas, la mayoría jóvenes, presuntamente por cuenta de los excesos de la Policía Nacional.

Los videos que evidencian los abusos y la destrucción de las CAI causaron conmoción. En un comienzo, las respuesta del Gobierno y de la propia Policía fueron tímidas y hubo demoras en salir a reconocer los errores cometidos y pedir perdón, como al final lo hizo el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, y el comandante encargado de la Policía Nacional, Gustavo Moreno.

Debido a la gravedad de los hechos, la presencia de Duque hubiera sido un gesto de buen recibo para los familiares de las víctimas y todo el país. Aunque el presidente dijo que ha hablado con cada uno de ellos y ha ordenado una investigación para castigar a los responsables, su inasistencia al evento en la plaza de Bolívar fue desafortunado.

3. La puesta en escena de la alcaldía tuvo cálculo político

Así como fue un error que Duque no asistiera al homenaje a las víctimas, la Alcaldía de Bogotá se equivocó gravemente al montar una escena de silla vacía para Duque, pese a que el día anterior ya se había informado oficialmente desde la Casa de Nariño que el presidente no asistiría. Con esa claridad, ¿cuál era el objetivo de la puesta en escena?

En las imágenes se ve a un funcionario, de manera apresurada, acomodando un letrero en una silla supuestamente habilitada para el presidente, con el fin de que las cámaras registraran el hecho. Así ocurrió cuando Claudia inició su intervención.

En un primer momento hubo indignación porque la inasistencia de Duque quedó en evidencia. Pero cuando se vio el video completo, dicha indignación fue contra la alcaldesa Claudia López por permitir lo que muchos llamaron “una jugadita”, en medio de un evento de reconciliación, perdón y homenaje a las víctimas. Infortunadamente, un evento sentido terminó siendo aprovechado de forma política.

4. Bogotá, la ciudad que sale perdiendo

A nadie le conviene que las relaciones entre Iván Duque y Claudia López pasen por un pésimo momento. Por ejemplo, todos los grandes proyectos de infraestructura para Bogotá pasan obligatoriamente por las manos de la nación, que los financia, en el caso de la movilidad, hasta en un 70 por ciento.

La tensión entre el presidente y la alcaldesa se va a traducir en una inevitable prevención entre los ministros y los secretarios a la hora de definir proyectos que beneficien a los ciudadanos. Hasta ahora, ha habido pocas reuniones de trabajo en equipo entre la Casa de Nariño y el Palacio Liévano y lo que ha predominado han sido las recriminaciones mutuas.

Bajo ese contexto de ‘guerra fría’ entre la alcaldía y la presidencia, ¿qué futuro pueden tener macroproyectos como la extensión de la primera línea del metro hasta Suba y Engativá, donde todos los equipos de la Nación y el Distrito deben funcionar como un reloj y ante todo trabajar en un ambiente de confianza y respeto? La prolongación del metro fue una de las propuestas que llevaron a la entonces candidata Claudia López a la Alcaldía de Bogotá, y ella necesita a la Nación para convertirla en realidad.

Nadie duda además que Claudia tiene un futuro político por delante y a lo mejor está pensando en llegar más adelante a la Presidencia. También es innegable que el uribismo ejerce una fuerte oposición sobre su mandato, al igual que el senador Gustavo Petro.

Convertir a Bogotá en un ring de pelea política, en medio de la difícil coyuntura que sufren los ciudadanos por los estragos sociales y económicos que ha dejado la pandemia, es un hecho inadmisible.

5. ¿Quién manda en la Policía Metropolitana?

Este ambiente caldeado entre la alcaldía y la nación incide en la Policía y concretamente en la Metropolitana. La alcaldesa ha sido particularmente crítica con la institución debido a los abusos en el uso de la fuerza.

La Constitución es clara. A los alcaldes, es decir a ella, le corresponde la labor de ser la comandante en jefe de la Policía Metropolitana. Así lo prometió en campaña, pero lo que se ha visto es un intento de la mandataria de evadir su responsabilidad y culpar al Gobierno de lo que está ocurriendo al decir que Duque es el comandante en jefe.

Evidentemente, el presidente es el comandante de toda la fuerza pública, pero en todas las ciudades – como ha sido una regla- los alcaldes trabajan en equipo con sus comandantes de Policía.

Hoy las relaciones con la Policía están atravesadas por una desconfianza mutua con el Palacio Liévano. ¿Qué va a ocurrir a partir de ahora? ¿Cómo serán los consejos de seguridad? ¿Habrá un relevo en la cúpula de la Policía Metropolitana? Las respuestas a estas dudas tienen que ver con algo que va más allá de la política y es la seguridad y el bienestar de todos los habitantes de Bogotá.