Historias
La teniente médico que protege a los soldados del coronavirus
El Ejército Nacional fue fundamental para mantener a raya a la covid-19, pero pocos se preguntan cómo sus miles de hombres y mujeres vivieron los 365 días de pandemia. Esta es la historia de la teniente médico Elizabeth Márquez, quién dejó a un lado el miedo al virus para velar por la salud de los soldados en todo el territorio nacional .
“La mejor satisfacción que le puede dar a uno, es cuando un paciente se mejora. Hemos tenido casos de personal activo que va a una hospitalización, va a una UCI y dura mucho tiempo. En ese momento, nos contactamos con la familia, hacemos un seguimiento, y cuando la esposa me dice: ‘ya salió. Me lo llevo para mi casa’ es la mejor sensación porque uno dice ‘lo recuperamos’, porque se trata de una vida. Pero cuando alguien fallece es muy triste, porque es una persona que uno ha acompañado, a la que le brindado todo lo que uno le puede dar, a la que uno la encomienda a Dios todas las noches cuando uno se acuesta”.
Esa palabras, que resumen el carácter de su trabajo, las dice con lágrimas en los ojos la teniente médico Elizabeth Márquez. Recordar su trabajo, la estremece y la hace romper ese estoicismo característico de las fuerzas armadas, para mostrar un lado más emotivo. Y no es para menos, ella hace parte de un equipo de profesionales de la salud, que durante el año de la pandemia ha viajado a lo largo y ancho del territorio nacional para prevenir el contagio del coronavirus en las tropas colombianas.
Al inicio de la pandemia, la Dirección de Sanidad del Ejército Nacional, creó un grupo de respuesta inmediata que pudiera desplegarse a nivel nacional para contener el coronavirus en las bases y batallones, conformado por diferentes profesionales con conocimientos en epidemiología y salud pública, entre ellos la teniente Márquez. Además de hacer pruebas para detectar la covid-19, entre sus diversas funciones se encuentra elaborar todos los lineamientos y protocolos que deben seguir los soldados de la patria.
Este podría ser un trabajo burocrático o de oficina, pero no. Para construir esos protocolos era necesario visitar hasta los batallones ubicados en los lugares más recónditos y agrestes del país con el fin de recopilar la información sobre cómo eran las condiciones de los soldados, y así, construir unos parámetros certeros.
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Era una labor riesgosa y que le implicó muchos sacrificios a la teniente Márquez. “Mi vida ha sido el Ejército, pero por mientras esperaba a mi hijo, estuve retirada de labores hasta que él tuvo cuatro meses. Y cuando ingresé, comenzó la pandemia y el Ejército armó este equipo. Con tristeza y dolor en el alma, pero teniendo en mente que estaba trabajando para prevenir que mis compañeros se enfermaran, tuve que sacrificar un poco el papel de mamá”. Eso sin contar el miedo natural que tenía de contagiar a los suyos: “Cuando yo viajaba donde estaban los brotes, al llegar a casa yo no veía a mi hijo hasta que no me había bañado y supiera que no había riesgo. Creo que eso se convierte en un hábito, en una cultura. Llego a mi casa y trato de proteger a mi hijo y a mi esposo”, dice.
La teniente Márquez, es médica de profesión, se graduó en la Fundación Universitaria Juan N. Corpas, y luego hizo una especialización, en epidemiología. Entró al Ejército en 2017. Ella, con su equipo, crean documentos, lineamientos y productos para proteger a sus compañeros del coronavirus. “Mi labor siempre ha sido ir y capacitar al personal, por lo general contábamos con una flota de aviones para transportar las muestras y a nosotros. La necesidad de transporte no puede esperar, en muchos sitios no se cuenta con un refrigerador, que es fundamental, para guardar las muestras”, afirmó Márquez.
La función del grupo también radica en responsabilizarse de llevar y gestionar el material, equipo de bioseguridad, para todo el personal de las distintas unidades. También se encargan de tomar muestras para localizar las distintas cadenas de contagio para así romperlas y evitar un brote. Luego, ya en la capital, procesan las muestras y dan un diagnóstico a cada unidad para que puedan actuar rápido.
Y los resultados de su trabajo y de su equipo ha mostrado importantes resultados. Según la teniente Márquez, la tasa de mortalidad de los soldados activos ha sido muy baja. “El laboratorio ya pasó las 80 mil pruebas. Tenemos unidades donde el acompañamiento se ha hecho y no hay necesidad de tomar ninguna prueba adicional. El porcentaje de positividad de nosotros es del 35%, es decir, de las 80 mil pruebas, sólo 35% han salido positivas. Eso nos da un parte de tranquilidad”, afirmó.
Pero hay algo más, este equipo ha desarrollado protocolos para evitar que en plena operación militar, como patrullar durante durante días en la selva, un soldado resulte infectado. Una emergencia de ese tipo sería costosa para el Ejército en todos los sentidos y podría poner en riesgo la vida de un pelotón. Para evitar esa contingencia, el equipo de la teniente Márquez estableció un protocolo en que cada soldado que regresa de permiso o llega de un patrullaje en el que tuvo contacto con población sospechosa de covid.19, debe hacer un aislamiento preventivo de 7 a 10 días para poder salir nuevamente a cumplir funciones.
Ahora con la llegada de las vacunas y con el inicio de la inmunización, la teniente Márquez se prepara para su nuevo reto: participar en la vacunación de sus compañeros. “Siempre hemos seguido los lineamientos del Ministerio de Salud, entonces aquí tenemos un equipo interdisciplinario especial para seguir lo que dicte el Ministerio. Nos hemos enfocado más en las unidades de difícil acceso. Actualmente tenemos tres grupos de trabajo que están en Vichada, Leticia, y en Vaupés. Tendremos en cuenta tanto a los dispensarios, como al personal activo, porque son lugares muy lejanos, para empezar a vacunar”, dice.
La teniente Márquez se siente muy orgullosa por el trabajo que hace. Siente que le rinde honor a su familia, en especial, a sus padre, que también ha dedicado toda su vida al Ejército. Para ella, ser parte activa del equipo que enfrentó la pandemia al interior de la tropa, se ha convertido en una de las experiencias mas gratificantes y constructivas de su vida. “Ver que los soldados aprecien el trabajo que uno hace, que llevan a cabo los protocolos, son cosas que lo llenan de satisfacción a uno”.