TESTIMONIO
La travesía por Mozambique y Argentina de la viuda de Pablo Escobar y sus hijos
En entrevista con SEMANA, María Isabel Santos recordó dos de los momentos más duros de su vida: cuando, una vez muerto el capo, tuvo que huir a un país de África con sus hijos y cuando la metieron a la cárcel en Argentina.
Han pasado 27 años de la muerte de Pablo Escobar, y su esposa, María Isabel Santos (antes Victoria Eugenia Henao), ha logrado encontrar una especie de paz espiritual y de tranquilidad que hace mucho tiempo no sentía. Luego de trabajar por varios años con psicólogos ha logrado resignificar lo que vivió y hoy entiende que también fue una especie de víctima de su esposo. Hoy incluso dicta cursos y le da charlas a otras mujeres sobre cómo fue su experiencia y cómo ha logrado superarla.
Santos habló con SEMANA sobre eso, sobre el trauma que le ha quedado por la violencia de Escobar y sobre cómo ha sufrido con sus dos hijos para llevar una vida nueva y digna. En esa entrevista, que puede leer completa aquí, la viuda del capo más temido de Colombia recordó dos de las épocas más difíciles de su vida: su paso por Mozambique, luego de que ningún otro país los recibiera por ser la familia de Escobar, y el periodo que pasó en una cárcel argentina.
Esto compartió sobre ambos episodios:
SEMANA: ¿Por qué terminaron en Argentina?
María Isabel Santos: Después de la muerte de Pablo, ningún país del mundo nos quería recibir. Todas las puertas estaban cerradas para la viuda de Pablo Escobar. El único que aceptó recibirnos fue Mozambique, y para allá arranqué con mis hijos.
SEMANA: ¿Y ustedes se fueron a la mitad del África?
M.I.S: Como no teníamos alternativa pensamos que ese iba a ser nuestro destino. Yo pensé para mí misma: tengo la responsabilidad de educar a mis hijos. Si Pablo se equivocó con las decisiones que tomó, yo no puedo hacer lo mismo y tengo que sacarlos adelante.
SEMANA: ¿Y cómo fue la experiencia en Mozambique?
M.I.S: Esa experiencia fue un horror. Las condiciones de vida que vi ahí eran desalentadoras, no había posibilidad para la educación de mis hijos, iba al mercado, pero no podía comprar casi nada pues el régimen controlaba todo. Si queríamos pensar en universidad, allá la morgue es la universidad de medicina. Yo no sabía qué hacer hasta que Sebastián, mi hijo, que tenía entonces 16 años, me dijo: mamá o nos vamos de aquí o yo me suicido.
SEMANA: ¿Y qué hicieron?
M.I.S: Cogimos un avión y nos fuimos para Buenos Aires. Allá se podía entrar como turista por 3 meses y las cosas se fueron desarrollando por sí solas. Llegamos a las 5 de la mañana del 24 de diciembre y estamos viviendo aquí desde hace 26 años.
SEMANA: Pero usted tuvo unos momentos muy difíciles, la metieron a la cárcel.
M.I.S: Durante los primeros años llevamos una vida anónima con nuestras nuevas identidades. Pero yo tenía un contador que sabía quiénes éramos y comenzó a extorsionarme. Durante 11 meses me amenazaba con toda clase de cosas si no le daba dinero. Yo fui registrando todo ese chantaje y un día me presenté ante una juez y le dije quién era yo y qué me estaba sucediendo. Eso hizo pública la información de que éramos la familia de Pablo Escobar y acabamos en la cárcel mi hijo y yo.
SEMANA: ¿Acusados de qué delitos?
M.I.S: En el fondo, de ser la familia de Pablo Escobar. Yo pasé 18 meses detenida y Sebastián 45 días cuando él no era más que un estudiante. Como había sido uno de los mejores de su clase, le habían dado trabajo como monitor antes de graduarse. Todo ese mundo se vino abajo cuando se reveló su identidad.
SEMANA: Pero ser la viuda de Pablo Escobar no es un delito, tuvieron que haberse inventado algo.
M.I.S: Por supuesto. Primero nos cuestionaron por falsedad en documentos, hasta que pudimos probar que el estado colombiano nos había cambiado los nombres de forma totalmente legal. Luego me inventaron lavado de dinero, siete años después la corte suprema de justicia nos absolvió.
SEMANA: ¿Y cómo fue su vida en la cárcel?
M.I.S: Los primeros cuatro meses, en una celda de cemento de 1 metro por 3, con una letrina y una ventanita de 20 por 20 centímetros. Me tuve que convertir en la Cenicienta para poder sobrevivir, limpiaba…limpiaba… y limpiaba…
SEMANA: ¿Y qué pasaba con sus hijos?
M.I.S: A Manuela como ya les dije, la expulsaron de dos colegios y eso le causó un trauma enorme. Sebastián, a pesar de su juventud, siempre ha sido aplomado y el hombre de la casa. Él siempre ha manejado esas situaciones con madurez y cuidó a su hermana hasta que quedé en libertad.
SEMANA: ¿Y cómo pudo quedar en libertad?
M.I.S: El premio Nobel de Paz Adolfo Pérez Esquivel estudió mi caso y se dio cuenta de que la única razón por la cual yo estaba en la cárcel era por ser la esposa de Pablo Escobar. Con su intervención eventualmente me dejaron en libertad condicional y, 8 años después, la Corte me declaró inocente y me pidió perdón.