PUERTO COLOMBIA
La triste historia del profesor Carlos Rueda, al que un arroyo le quitó la vida
La muerte del profesor Carlos Rueda en Puerto Colombia, Atlántico, revela una problemática que aflora cuando las lluvias arrecian. Crónica de un drama anunciado.
La lluvia del domingo 31 de octubre en Puerto Colombia, Atlántico, fue especial. No solo por la cantidad de agua que cayó en menos de una hora, sino porque el profesor Carlos Rueda fue arrastrado salvajemente por la furia de un caudal que copó la vía principal del barrio El Ancla.
En un video aficionado se logran apreciar las maniobras que intentaron los socorristas para salvarle la vida, pero no había mucho por hacer. El profesor Rueda, de 60 años, con más de tres décadas dedicadas a formar jóvenes bachilleres en el colegio Francisco Javier Cisneros, murió producto de los golpes. El agua lo arrastró más de 500 metros hasta la playa más cercana.
Su hijo, Dicmar Rueda, alcanzó a llegar en el momento en que sacaban a su padre de la corriente. “Cuando lo vi pensé que mi viejo se había ido. Al no dar respuestas, pensé lo peor, pero me aferré al milagro porque él era fuerte, terco y que podría salir de eso. Que eso solo sería un mal rato”.
En el sector donde cayó el profesor Rueda convergen tres arroyos. Cuando las lluvias arrecian, ese sector es una auténtica prueba de supervivencia. En la parte izquierda está entamborada la vía, pero en el costado derecho no hay ninguna protección.
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“Cuando él venía pasando se le salió la chancleta y por recuperarla cae en la parte derecha. El arroyo está canalizado unos 200 metros con salida al mar, ya cuando lo encuentran 20 minutos después no había nada que hacer”, cuenta Dicmar.
Inicialmente ese domingo fue igual a los demás para la familia Rueda: el profesor salió temprano de su casa para reunirse con sus amigos, con quienes además tenía un equipo de fútbol. Departieron con licor; al mediodía, la fuerte lluvia amenizó el almuerzo y a las 2:30 de la tarde, Carlos caminó pocos metros antes de caer preso de las aguas.
Su hijo sabía de memoria la rutina de su padre aquellos días cuando no estaba en las aulas de clase: primero iba a la cancha y luego se quedaba en casa de algún amigo. “Cuando me llamaron pensé que no era algo con tanta magnitud, porque aunque el aguacero fue muy fuerte no pensé que se había llevado a mi papá. Ahora me duele mucho pasar por ahí y recordar que allí fue donde murió mi viejo”, dice.
‘Tacho’ Sánchez fue quizá la última persona que vio con vida al profesor Rueda, pues el hecho ocurrió frente a su casa. “Él murió por los golpes de cuando el agua lo venía arrastrando”, le contó a SEMANA. Asegura que no es la primera víctima de los arroyos en esta zona. La historia, para Sánchez, se repite cada cierto tiempo: los arroyos cobran fuerza con la lluvia y algún desafortunado cae por error, a veces logran salvarlo, en otras ocasiones, como la del domingo pasado, no queda mucho por hacer.
“La administración debe invertir en estos arroyos; en este caso poner rejillas para evitar tragedias como la que le pasó al profesor”, agregó Sánchez. En lo corrido del segundo semestre de 2021 los arroyos han cobrado la vida de tres personas en la costa atlántica; dos en Barranquilla y uno más en Puerto Colombia.
Las palabras no dichas
Ante toda tragedia siempre queda el desconsuelo de las palabras no dichas; de los actos no hechos y los abrazos no entregados. Dicmar recuerda que en la última conversación con su papá prometió ir a verlo jugar la final del campeonato de fútbol local para veteranos. Pero por cosas del trabajo no acudió a la cita.
No vio a su papá el día del partido, tampoco lo pudo ver los días siguientes. Cuando por fin coincidieron ya era tarde. El profesor Rueda era empujado en una camilla improvisada por un puñado de socorristas que buscaban trasladarlo al hospital.
“Desafortunadamente el viejo no resistió y falleció cuando lo estaban atendiendo”, dice entre lágrimas. De su papá recuerda la pasión por el estudio, evitar a toda costa los problemas en las calles y ser muy cauteloso. No dejarse llevar por las pasiones.
Por eso, ahora pide perdón a la comunidad de Puerto Colombia, que pretendía darle un homenaje a su papá como último adiós. “No pudimos darle una despedida como él merecía por las circunstancias en que ocurrieron los hechos”.
Pide que se demarque la zona donde su padre perdió la vida para que nadie más corra la misma suerte. La lluvia ahora, para él y su familia, es sinónimo de tristeza.