| Foto: Jorge Restrepo

POLÍTICA

El Partido de La U también arrancó a buscar sus presidenciables

En esa colectividad se sienten tensiones al inicio de la precampaña. Así se reordenan sus filas de cara a 2018.

21 de mayo de 2016

El ambiente está tenso por estos días en La U, el partido del presidente Santos. Los quebrantos que sufrió la Unidad Nacional hace unas semanas por cuenta de los cambios en el gabinete, sumados a la proximidad de la elección de nuevas mesas directivas en el Congreso y al nombramiento del presidente de la colectividad, Roy Barreras, en el equipo negociador con las Farc, precipitaron la definición y el reacomodo de fuerzas. Y sobre todo, las apuestas y estrategias de varios congresistas y exministros de cara a la elección presidencial de 2018.

Un sector de La U, en cabeza del senador Armando Benedetti, respondió a la amenaza que hicieron hace semanas algunos miembros de Cambio Radical de no respetar los acuerdos de la Unidad Nacional para elegir a los presidentes y vicepresidentes de Senado y Cámara. La semana pasada, poco después de que La U se reunió con Santos para asegurar la unidad del partido, Benedetti anunció una especie de rebelión frente a los acuerdos de las mesas directivas que señalan que su copartidario Mauricio Lizcano sería el próximo presidente del Senado. “La U solo está compacta para el apoyo al presidente y a la paz, no para mesas directivas y con miras a las presidenciales de 2018”, escribió en Twitter.

La rebeldía de Benedetti representa el inconformismo que hay en la bancada costeña de La U, en la que también están los senadores Miguel Amín, Musa Besaile, Bernardo Miguel Elías, Sandra Villadiego y Enrique Pulgar, entre otros. Según algunos de ellos, no se ha visto representado en burocracia el trabajo político que hicieron para que en la segunda vuelta Santos ganara en la costa norte. “El gobierno sí les ha dado juego. No obstante, ellos quedaron molestos con el cambio de ministros porque la cuota Caribe, Elsa Noguera, representa a Cambio Radical y no a La U, y porque el ministro de Transporte, cuyo origen sí se le asigna al partido, es caldense”, dijo a SEMANA un alto directivo de la colectividad.

Recientemente, la división regional de La U también se hizo evidente en otra crisis interna. Según varios parlamentarios, el bloque costeño ha presionado a Roy Barreras para dejar la presidencia del partido. Para calmar los ánimos y mientras llega agosto, mes en el que la convención de La U escogerá nuevos directivos, buena parte de los congresistas cree que la vacante se le debería entregar a Benedetti a cambio de que él y sus compañeros de la costa apoyen a Lizcano en la presidencia del Congreso.

Pero la persona que la convención designe para llevar las riendas del partido en 2017 y en las presidenciales de 2018 tendrá el verdadero reto de recomponer La U. Hasta ahora, siguiendo la tradición de nombrar a figuras políticas no parlamentarias, se han ventilado tres nombres para reemplazar a Roy. Estos son el economista Roberto Prieto, quien ha gerenciado las campañas presidenciales de Santos, el exministro de Transporte Miguel Peñaloza y la exministra de la Presidencia María Lorena Gutiérrez. Si bien los congresistas quieren a esta última, lo más probable es que, por su conocimiento de la milimetría política, termine elegido uno de los otros dos.

Cualquiera de esos nombres tendrá el reto de establecer las reglas para escoger candidato presidencial en 2018. Hasta ahora, los sectores han manifestado interés en que dicha escogencia se haga mediante una consulta popular que tendría lugar el día de las elecciones parlamentarias de marzo de 2018. Ese día los liberales también harían otra consulta popular con el mismo propósito.

El hecho de que buena parte de los políticos de La U provengan de las toldas rojas, sumado a que ambos partidos han sido los más fieles a las iniciativas de paz de Santos, ha permitido el avance de conversaciones de alto nivel con el ánimo de escoger un candidato único entre los dos. Un sector de La U insiste en que una fórmula puede ser proclamar al aspirante que más votos saque en las dos consultas, y que su fórmula vicepresidencial sea el que tenga más votos en el otro partido. De ese modo, si un candidato liberal obtuviera la mayor votación, sería el candidato presidencial y a la Vicepresidencia iría el más votado de La U, o viceversa.

La otra posibilidad que se ventila es hacer el acuerdo con los liberales en la segunda vuelta. No obstante, esto depende de la evaluación que los políticos vayan haciendo acerca de la carrera partidista. Hay quienes especulan, por ejemplo, que si la candidatura de Germán Vargas toma mucha fuerza, en una segunda vuelta los parlamentarios de La U –sobre todo de la Cámara–podrían desplazarse a las toldas del actual vicepresidente.

En todo caso, más allá de lo que suceda al final de la contienda, en el partido ya se dan por seguros varios nombres de quienes competirían por la candidatura presidencial. Ellos son los senadores Barreras y Benedetti; el exministro de Defensa y embajador en

Washington Juan Carlos Pinzón; el exministro de Comercio Exterior y expresidente de la colectividad Sergio Díaz-Granados; y los ministros Gina Parody, de Educación, y Aurelio Irragorri, de Agricultura.

Si bien esos nombres tienen reconocimiento político y regional, en el caso de Barreras, Benedetti e Irragorri, y estatus técnico, en el de Diaz-Granados, Parody, y Pinzón, por ahora no es claro cuál de ellos podría tener la fuerza para ganar una consulta y –mucho menos– quien podría aglutinar el mayor respaldo parlamentario. Todos, además, son cercanos al presidente Santos: o bien han sido ministros destacados de alguno de sus dos gobiernos, o bien se la han jugado por las banderas de la paz, en el caso de los senadores.

Que ninguno de los precandidatos se perfile aún como favorito, sin duda hará que la campaña por la candidatura de La U sea difícil y que, una vez los ministros renuncien para lanzarse al ruedo, se encienda una dura pelea con el apoyo de gobernadores, alcaldes y congresistas. Si bien La U es un partido joven e ideológicamente difuso, en 11 años de vida se ha consolidado como una de las maquinarias electorales más sólidas. Así quedó en evidencia en las elecciones regionales de 2015 en las que, al igual que ocurrió con el Partido Liberal, eligió una destacada suma de alcaldes y gobernadores. También fue exitoso en las elecciones legislativas, cuando logró 37 escaños en la Cámara y 21 en el Senado.

“No me extrañan los duros encontrones entre nosotros”, dice uno de sus directivos mientras recuerda que La U nunca ha sido un partido homogéneo, que se fundó en 2005 como una opción de derecha pero que hoy respalda la paz y que por cuenta de su diversidad ideológica siempre ha estado caracterizado por el conflicto interno. Pero a pesar de esas circunstancias, contar con importantes políticos de profesión y con una importante representación local y parlamentaria son condiciones suficientes para prever que –al igual que ha sucedido en las últimas elecciones presidenciales– el papel de La U será determinante para escoger al sucesor de Santos quien, además de ser su fundador, hasta hoy ha sido su líder natural.