SOCIEDAD

Veinte años a la sombra de Pablo Escobar

La revista francesa Paris Match publica un perfil de María Victoria Henao, la mujer del jefe del cartel de Medellín que vivió rodeada de lujos. Su nombre quedó grabado en la historia, sin embargo, cargó con la soledad y la preocupación de un marido infiel y perseguido por la ley.

7 de agosto de 2017

Pablo es encantador, un ser delicioso. Dos veces por semana hace llegar flores a María Victoria. Por avión privado. Aurélie Raya, la periodista encargada de perfilar a María Victoria Henao para la revista francesa Paris Match, describe así una de las situaciones que mejor refleja los excesos del capo para con su esposa: "Querida, si Onassis (un magnate griego del siglo XX) traía pan caliente desde París para Jacqueline, entonces puedo mandarte un jet para traerte flores de Bogotá".

Después de Afton Burton, la primera mujer del psicópata Charles Manson, Henao es la segunda figura descrita en la serie escrita "Me casé con un monstruo", que estrenó el semanario, sobre las cónyuges de "los hombres cubiertos de sangre". 

Su historia es en realidad la de una mujer inmersa en una larga espera: su vida estaba atada al regreso de un marido ausente que compensa sus infidelidades con regalos materiales extraordinarios.

Cuando se conocen, María Victoria tiene 13 años. Es hija de un padre repartidor de dulces y una madre costurera que se oponen a su unión con Pablo Escobar, un joven de 24 años, desempleado, quien llega a cortejarla asiduamente a través de su mejor amiga Yolanda.

A pesar de las advertencias familiares, la joven pareja se casa en marzo de 1976; desde ese momento María Victoria siente cómo es vivir a la sombra de un marido ausente que desaparece durante semanas enteras con su primo Gustavo.

Al mismo tiempo en que se consume la unión marital empieza a desarrollarse el negocio del futuro capo de capos y se hacen públicas las primeras infidelidades de quien llegó a ser llamado el "Robin Hood Paisa". Reconocido como un megalómano, Pablo Escobar tenía la necesidad de gustar a donde llegara, cambiaba seguido de lecho y de amantes, pero le repite constantemente a María Victoria que es "el amor de su vida". Y ella sufría en silencio, según describe en su biografía su hijo, Juan Pablo Marroquín.

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Para compensar su soledad, a María Victoria le ofrecen los mayores lujos que permite el dinero de la droga, le compra pinturas de Dalí y esculturas de Rodín, convive con los animales de la hacienda Nápoles, desayuna chocolates traídos directamente desde suiza, pero el malestar es profundo y esconde varios abortos involuntarios. Cuando su marido trata de inmiscuirse en política, las cosas empeoran todavía más. Los medios le atribuyen una relación con la presentadora de televisión María Virginia Vallejo de la que solamente lo aleja su entrada al mundo de la clandestinidad, después del asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla.

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En ese momento empieza la segunda parte de la vida de pareja de los Escobar Henao, que solo se asemeja a la huida permanente de animales acorralados.

El éxodo a Panamá de los narcotraficantes patrocinados por el general Manuel Antonio Noriega será la ocasión de reunir a Pablo con su mujer, embarazada en ese momento de su hija Manuela. Pero pronto el capo regresa a Colombia y protagoniza una sangrienta guerra contra el Estado y contra sus antiguos aliados, lo que hace de la vida familiar de los Escobar Henao una existencia cada vez más parecida a la de pobres fugitivos y cada menos similar a la lujosa existencia que prometió en un principio a María Victoria.

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El punto final de la estela de muertes de Escobar lo puso una comunicación telefónica demasiado larga con su mujer y sus hijos en la que le promete: "no te preocupes mi amor. Mi única motivación es pelearme para todos ustedes. La parte más dura ya pasó, está detrás de nosotros, ahora". Fue el 3 de diciembre de 1993.

Esta llamada fue la que interceptaron los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar) y el bloque de búsqueda, y fue gracias a ella que pudieron acorralar al narcotraficante en un techo de Medellín, en el que le pegaron los tres balazos que quedaron grabados en una fotografía para la historia.

Después de la muerte de Escobar, explica la periodista francesa, María Victoria finalmente logró negociar su vida y la de sus familiares con los enemigos de su marido a cambio del emporio de pólvora y polvo del capo. Viuda a los 33 años por fin logró quitarse la sombra de Escobar bajo la que vivió durante 20 años, para poder huir a Argentina, en donde inició otra vida con un nuevo pasaporte.