Nación
Ladrón que iba a robar local de arepas terminó comprando una y tomándose un jugo de guanábana
Un intento de robo en el sur de Bogotá se convirtió en una charla profunda, cuando Adriano Gómez, el dueño, conversó con el ladrón y lo disuadió.
Es claro que la pandemia ha afectado a miles de hogares en Colombia. Mientras que algunos han batallado para sacar adelante sus negocios, otros intentan conseguir lo del día a día, esperando que la inseguridad no dañe lo poco que tienen.
Rara vez se conocen historias de personas que, tras un robo, tienen algo positivo para contar. Es por eso que la historia de Adriano Gómez, dueño de un negocio llamado Arepas del Whatsapp con dos locales en Bogotá, uno en el norte y otro, con un socio, en el sur, no deja de sorprender.
A pesar de que su negocio existe hace 4 años, el punto donde sucedió todo tiene apenas 37 días de existencia. En el local de la calle 11 sur #5a-54 vende arepas, chorizos, frutas y jugos de domingo a domingo y desde las 6 de la mañana.
El fin de semana del 18 de marzo, como de costumbre, abrieron las puertas temprano para alistar los productos del día: la leche del guanabanazo, las arepas en el horno, etc.
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“Estábamos en ese proceso, cuando de repente entró un muchacho muy alterado, con un arma en la mano, apuntándonos a las tres personas que nos encontrábamos en el local”, relató Gómez a SEMANA.
El ladrón se acercó mucho a Génesis, una de las empleadas que estaba en la registradora para exigirle que le entregara todo lo que había en la caja. Adriano levantó sus manos para mostrarle que estaba desarmado y pedirle que se calmara, le contó que ella es madre de tres hijos y que llevaba tan solo 30 días trabajando ahí.
“Yo no sé si en otros negocios, pero en el mío nunca hay plata”, dice Gómez, quien con serenidad y cabeza fría le explicó al ladrón que no tenía dinero, pero que podía ofrecerle unas arepas de peto con mucho queso que estaban saliendo del horno, un guanabanazo en leche o un salpicón que estaba en proceso. “Calmémonos viejo, guarde esa arma, tómese un juguito”, le ofreció al hombre armado.
El ladrón fue calmándose, bajó el arma y cuando Adriano sintió que el peligro disminuía un poco le pidió que decidiera si quería un jugo en agua o en leche, a lo que este respondió escogiendo la segunda opción. Sentía que la leche podría ayudar, en caso de que el hombre estuviera bajo el efecto de alguna sustancia, y que comer algo reduciría la tensión.
“Sigo tenso, pero ya veo que la postura de él es otra”, recuerda y cuenta que le pidió a Hamilton, otro de los empleados, que se ocupa de las arepas, que le alistara una arepa con mucho queso y a Génesis el jugo que le había prometido.
Increíblemente, Adriano se sentó a conversar con quien minutos antes le estaba apuntando con un arma y le preguntó por su vida. Este le confesó que trabajaba con su papá vendiendo tejas, pero que la situación estaba muy complicada.
“Le dije bueno, sí, está complicada para todos. Le pregunté por el temor a Dios”, a lo que el ladrón le dijo que hoy en día no era “muy ejemplarizante” y en ese momento lo invitó a volver a él y a buscar otra forma de ganarse la vida.
El hombre se demoró un rato en terminar de comer, pues la arepa, recién salida del horno, estaba muy caliente para ingerirla de inmediato.
“Me preguntó ‘cuánto es’, le dije ‘viejo es por cuenta de la casa, yo invito’”, a lo que el hombre, con el arma escondida debajo de su ropa, le contestó que él quería pagarle. “El precio de una arepa del Whatsapp con mucho queso es 2.500 pesos y el jugo en leche vale 3.000 mil, son 5.500″, le dijo Adriano Gómez al ladrón, por lo que este le extendió un billete de 10.000 pesos y no le recibió las vueltas. “No, viejo, en la buena, esa es su propina”, dijo el hombre antes de salir del local.
Adriano le contó a SEMANA que desde que se conoció su historia por la periodista Mariam Hadra, las ventas han crecido y poco a poco, los efectos negativos de la pandemia se ven contrarrestados por el éxito en ventas de Arepas del Whatsapp.