LAS BRUJAS CRIOLLAS
En visperas del Halloween, SEMANA descubrio que Javier Ocampo Lopez en su libro Supersticiones y agueros colombianos afirma que en Colombia brujas... que las hay las hay.
Son mujeres hechiceras que se convierten en deidades populares, conocidas por las gentes con miedo y terror, y con la convicción de que "las hay, las hay, pero no hay que creer en ellas". Las brujas son famosas por sus pactos con el diablo, sus hechicerías y sus hechos extraordinarios; les gusta viajar por la noche, principalmente los martes y viernes, volando a traves de escobas, canastos, platillos, cascaras de huevo, caballitos de juguete, montones de paja y otros. Cuando el sol sale en el firmamento en la madrugada, las brujas ya no pueden volar y caen hasta el anochecer. Para poder volar, las brujas no comen sal.
Las brujas aparecen a veces en forma de ave nocturna que da aletazos en los techos de las casas y da estruendosas carcajadas. Los campesinos les tienen pánico cuando escuchan las carcajadas estridentes y el ruido espantoso cuando se escurren en los pajonales, en los trigales o en los cafetales. Las brujas hacen ruidos como si estuvieran desentejando el techo; se transforman en gallinas, gallinazos, cerdos, culebras, burras, mariposas y otros animales.
Las imágenes más generalizadas de las brujas son las de mujeres viejas y de aspecto repugnante: ojos enrojecidos, pues nunca duermen cabellos desordenados y vestidos destrozados; narices largas y puntiagudas; caminan encorvadas por el paso de sus muchos años; para ver mejor cambian sus ojos por los de gato o lechuza; y para volar se colocan alas de petate o esterillas de palma. Les gustan las lechuzas, las hienas y especialmente los hombres, pues son bastante lujuriosas. Las brujas recurren a venenos, filtros de amor y rituales de magia negra, involucrando sacrificios de niños; utilizan algunas plantas mágicas como la mandrágora, el laurel, la potentilla, el avellano, el belero, la cicuta y la hierbamora; asimismo acostumbran numerosas drogas alucinantes y narcóticos para ver los espíritus y predecir el futuro. Las brujas son esclavas de las aberraciones y la adición a las drogas y narcóticos de todas clases.
Las brujas hacen sus reuniones en los llamados aquelarres, junto con los demonios y las hechiceras. Alli realizan abominables ceremonias preparan sus maleficios. Los aquelarres se hacen generalmente cerca de los lagos o parajes desiertos: a ellos asisten los machos cabríos. Estas reuniones demoníacas e infernales, se hacían generalmente en vísperas de las fiestas cristianas y en especial en la víspera del Día de todos los Santos, el 31 de octubre, "Día de las Brujas"; asimismo en la noche de terminación del año, el Viernes Santo, la Navidad el Corpus Christi y otras.
El historiador Enrique Otero D'Costa, en su estudio "El Patio de las Brujas", comenta que en el aquelarre las brujas cantan y danzan cogidas de la mano; y así dicen: Lunes y martes y miercoles tres jueves y viernes y sábado seis. Este canto era constante en toda la noche. No podían decir "domingo siete", pues es el día del Señor. Cuando un observador expresaba el día santo, el aquelarre se disolvía, saliendo en vuelo las brujas con pavor.
Entre los siglos XIII y XVIII se fortaleció la brujería en el mundo occidental; y en la misma forma se intensificaron los,procesos y persecuciones por parte de la Inquisición en la Iglesia Católica, que hizo una verdadera cacería de brujas. En el Nuevo Reino de Granada se recuerda el proceso inquisitorial a la bruja Juana García y a sus hijas, acusadas de hechiceras en Santa Fe de Bogotá; ellas fueron las brujas antanonas de Colombia. En la misma forma se realizaron numerosos pleitos inquisitoriales con las brujas de Cartagena de Indias, en donde se recuerda el proceso contra la bruja Lorenza de Acereto en enero de 1613. Tambien fueron muy nombradas las brujas de Santa Fe de Antioquia, Tolú, Remedios, Mompós, Girón, Buenaventura, el Chocó y las de Floridablanca en Santander.
En Antioquia las creencias sobre las brujas son las más generalizadas entre los campesinos y paisas. Las escuchan en los ranchos solitarios y en las casas abandonadas; los hombres las sienten en el pecho con fuerte, espantoso y prolongado abrazo. Cuando están sobre las personas, las privan de movimiento y del habla y le cortan la respiración. Las brujas molestan a las personas, las asustan y la arañan; roban los niños recien nacidos , llevándoselos para el monte, en donde los padres deben rescatarlos cuando las gentes hacen sus tertulia familiares, las brujas se asoman por las ventanas para infundir espanto Despista a los caminantes, borra la señales de los caminos y todo lo enreda, causando espanto e inmenso terror. El escritor Tomás Carrasquill; en su cuento "Simón el mago", habla sobre la forma para coger las brujas cuando expresa: "Coger brujas es de los mas facil no es mas que agarrar un puñao de mostaza y regala por toito el cuarto: la noche viene la vagamunda echa a pañar, a pañar frut'e mostaza y a lo q'este bien agachada, pañando nu'es mas que tirale en el cintu'e San Agustin... y al mismito queda enlazada de patimano, enredad' en el pelo.
Un padrecito de la villa de Tunja cogía muchas asina, y las amarraba a la pata di' una mesa; pero la cocinera del cura era tan boba que les daba guevo tibio, y las malditas se embarcaban en la coca! Cosiá, cuandu'a las brujas no se les puede ni an mentar con qu'e guevo, porque al momentico se guelven ojo di hormiga... y se van!"
En el Tolima, las brujas son mujeres hermosas desnudas que pernoctar en compañía del demonio y formar parte de su séquito; para transportarse de un lugar a otro, lo hacen en forma de pisca o pava. En la Costa Atlántica colombiana, para alejar a las brujas se debe colocar una escoba detrás de la puerta, o las chancletas boca abajo, debajo de la cama, que hará que ellas salgan a las volandas.
Cada región en Colombia tiene sus propias creencias sobre las brujas y ha conformado un anecdotario que se cuenta en todas partes.
Una investigación realizada por el Instituto Caro y Cuervo en los campos colombianos, y llevada al Atlas Linguístico Etnográfico de Colombia, nos narra la manera de hacerse bruja en Colombia: "Para volverse brujas compran una escoba negra en una tienda, la forran de negro, la llevan a las doce de la noche en punto al cementerio y en una boveda vacia se mete ella con la escoba por el termino de dos o tres horas, despues de ese tiempo la arropa con genero blanco, entra a la iglesia y con la escoba santigua a Cristo Nuestro Señor, se va para su casa, arreglan la cama con una sabana blanca y un almohadon con hilo de seda verde. Se despojan de sus vestidos, quedan desnudas completamente, prenden una vela de la Candelaria --que es la que nos ponen al tiempo de morir--, encienden el pabilo de la vela y dicen: Asendron principe del infierno, Achendrat, gobernador --dice ella y se tira el cabello--, oculto mi rostro para unirme con ustedes sin Dios y sin Santa María. Se tiran en la cama, tienen un tabaco de la planta del quereme, se ligan con siete perfumes, entonces se prende el tabaco del lado del reves y se fuma el tabaco y desaparece.
Las brujas o hechiceras no pueden morir hasta que no consigan otra mujer para dejarles el cargo o sea la piedra de seis lados que la bruja mantiene escondida porque es la que le dice lo que tiene que hacer. Cuando mueren les chilla un lagarto o un sapo en el estomago".
Para defenderse de los ataques de las brujas en algunos pueblos acostumbran llevar la flor de ruda en los bolsillos, poner ajos o rudas debajo de las almohadas o comer de vez en cuando carne de lechuza; tambien algunos acostumbran las amapolas y las mafafas doradas. Cuando consideran que hay brujas cerca, dicen con frecuencia en la conversación: "Sábado María" o "Domingo siete", para que no se acerquen. En algunos campos antes de acostarse, los dueños del hogar hacen cuatro cruces en el suelo para que las brujas no hagan daño; colocan dos machetes en cruz y rezan el credo al reves. Otros colocan agujas en las puertas, pero clavadas en tal forma que las puntas esten hacia afuera y no los agujeros, porque por ahí se salen. Otros riegan en la casa granos diminutos de mostaza, arroz mezclado con cebada y otros granos, porque así entretienen a la bruja convertida en ave y la pueden coger; asimismo, les dejan un terrón de sal. Algunos invitan a la bruja para que llegue al día siguiente por sal: "Mañana vienes por sal so condenada", y creen que llegara la persona que se ha convertido en bruja, a prestar sal. Acostumbran tambien poner la ropa de los hombres con una pierna al reves y los zapatos cruzados. A los niños les colocan pulseras de hilo con azabache y tienen escapularios y medallas para ahuyentarlas, pues son las deidades más temidas por nuestros campesinos.-
EL CASO DE JUANA GARCIA VISTO POR JUAN RODRIGUEZ FREYLE EN "EL CARNERO"
La segunda flor nació también en esta plaza, que fue aquel papel que pusieron en las paredes del Cabildo de ella, los años atrás, que trataba de las muertes de los dos oidores, Góngora y Galarza, pérdida de la Capitana, su General y gente, sobre el paraje de la Bermuda, que pasó así.
En las flotas que fueron y vinieron de Castilla después de la prisión de Montaño, pasó en una de ellas un vecino de esta ciudad, a emplear su dinero: era hombre casado, tenía la mujer moza y hermosa; y con la ausencia del marido no quiso malograr su hermosura, si no gozar de ella.
Descuidóse y hizo una barriga, pensando poderla despedir con tiempo; pero antes del parto le tocó a la puerta la nueva de la llegada de la flota a la ciudad de Cartagena, con lo cual la pobre señora se alborotó y hizo sus diligencias para abortar la criatura, y ninguna le aprovechó. Procuró tratar su negocio con Juana García, su madre, digo su comadre: esta era una negra horra que había subido a este Reino con el Adelantado don Alonso Luis de Lugo; tenía dos hijas, que en esta ciudad arrastraron hasta seda y oro, y aun trajeron arrastrados algunos hombres de ella.
Esta negra era un poco voladora, como se averiguó, la preñada consultó a su comadre y díjole su trabajo, y lo que quería hacer, y que le diese remedio para ello. Dijole la comadre:
--"¿ Quién os ha dicho que viene vuestro marido en esta flota,?".
Respondióle la señora que él propio se lo había dicho, que en la primera ocasión vendría sin falta. Respondióle la comadre:
--"Si eso es así, espéra, no hagas nada, que quiero saber esta nueva de la flota, y sabré si viene vuestro marido en ella. Mañana volveré a veros y dar orden en lo que hemos de hacer; y con esto, quéda con Dios".
El día siguiente volvió la comadre, la cual la noche pasada había hecho apretada diligencia, y venia bien informada de la verdad. Díjole a la preñada:
--"Señora comadre: yo he hecho mis diligencias en saber de mi compadre: verdad es que la flota está en Cartagena, pero no he hallado nueva de vuestro marido, ni hay quien diga que viene en ella".
La señora preñada se afligió mucho, y rogó a la comadre le diese remedio para echar aquella criatura, a la cual le respondió:
--"No hagáis tal hasta que sepamos la verdad, si viene o no. Lo que puedes hacer... ¿veis aquel lebrillo verde que está allí ?
Dijo la señora:
--"Si".
--"Pues, comadre, henchídmelo de agua y metedlo en vuestro aposento, y aderezad qué cenemos, que yo vendré a la noche y traeré a mis hijas, y nos holgaremos y también prevendremos algún remedio para lo que me decís que queréis hacer".
Con esto se despidió de su comadre, fue a su casa, previno sus hijas y en siendo noche juntamente con ellas se fue en casa de la señora preñada, la cual no se descuidó en hacer la diligencia del lebrillo de agua. También envió a llamar otras mozas vecinas suyas, que se viniesen a holgar con ella aquella noche. Juntáronse todas, y estando las mozas cantando y bailando, dijo la comadre preñada a su comadre:
--"Mucho me duele la barriga: ¿queréis vérmela?".
Respondió la comadre:
--"Sí lo haré: tomad una lumbre de esas y vamos a vuestro aposento".
Tomó la vela y entráronse en él. Después que estuvieron dentro cerró la puerta y díjole:
--"Comadre, allí esta el lebrillo con el agua".
Respondióle:
--"Pues tomad esa vela y mirad si veis algo en el agua".
Hízolo así, y estando mirando le dijo:
--"Comadre, aquí veo una tierra que no conozco, y aquí está fulano, mi marido, sentado en una silla, y una mujer está junto a una mesa, y un sastre con las tijeras en las manos, que quiere cortar un vestido de grana".
Díjole la comadre:
--"Pues esperad, que quiero yo también ver eso".
Llegóse junto al lebrillo y olvido todo lo que había dicho.
Preguntóle la señora comadre:
--"¿ Qué tierra es esta?".
Y respondióle:
--"Es la isla Española de Santo Domingo ".
En esto metió el sastre las tijeras y cortó una manga, y echósela en el hombro. Dijo la comadre a la preñada:
--"¿ Queréis que le quite aquella manga a aquel sastre?".
Respondióle:
--"Pues cómo se la habéis de quitar?"
Respondióle:
--"Como vos queráis, yo se la quitaré".
Dijo la señora:
--"Pues quitádsela, comadre mía, por vida vuestra".
Apenas acabó la razón cuando le dijo:
--"Pues vedla ahí", y le dio la manga.
Estuviéronse un rato hasta ver cortar el vestido, lo cual hizo el sastre en un punto, y con el mesmo desapareció todo, que no quedó más que el lebrillo y el agua. Dijo la comadre a la señora:
--"Ya habéis visto cuán despacio está vuestro marido, pues podéis despedir esa barriga, y aun hacer otra".
La señora preñada, muy contenta, echó la manga de grana en un baúl que tenia junto a su cama; y con esto se salieron a la sala, donde estaban holgándose las mozas. pusieron las mesas, cenaron altamente, con lo cual se fueron a sus casas.
Digamos un poquito. Conocida cosa es que el demonio fue el inventor de esta maraña, y que es sapientísimo sobre todos los hijos de los hombres; pero no se les puede alcanzar el interior, porque esto es solo para Dios. Por conjeturas alcanza él y conforme los pasos que da el hombre, y a dónde se encamina. No reparó en lo que mostró en el agua a estas mujeres, porque a esto respondo que quien tuvo atrevimiento de tomar a Cristo, Señor maestro, y llevarlo a un monte alto, y de él mostrarle todos los reinos del mundo, y la gloria de él, de lo cual no tenia Dios necesidad, porque todo lo tiene presente, que esta demostración sin duda fue fantástica; y lo propio sería lo que mostró a las mujeres en el lebrillo del agua. En lo que reparo es la brevedad con que dio la manga, pues apenas dijo la una: "pues quitádsela, comadre" cuando respondió la otra:
"pues vedla ahí", y se la dio; también digo que bien sabía el demonio los pasos en que estas mujeres andaban, y estaría prevenido para todo. Y con esto vengamos al marido de esta señora, que fue quien descubrió toda esta volatería.
Llegado a la ciudad de Sevilla, al punto y cuando habian llegado parientes y amigos suyos, que iban a la isla Española de Santo Domingo, contáronle de las riquezas que había en ella, y aconsejáronle que emplease su dinero y que se fuese con ellos a la dicha isla. El hombre lo hizo así, fue a Santo Domingo y sucedióle bien; volvióse a Castilla y empleó; y hizo segundo viaje a la isla Española. En este segundo viaje fue cuando se cortó el vestido de grana vendió sus mercaderías, volvió a España, y empleó su dinero; y con este empleo vino a este Nuevo Reino en tiempo que ya la criatura estaba grande y se criaba en casa con nombre de huérfano.
Recibiéronse muy bien marido y mujer, y por algunos días anduvieron muy contentos y conformes, hasta que ella comenzó a pedir una gala, y otra gala, y a vueltas de ellas se entremetian unos pellizcos de celos, de manera que el marido andaba enfadado y tenía malas comidas y peores cenas, porque la mujer de cuando en cuando le picaba con los amores que habia tenido en la isla Española.
Con lo cual el marido andaba sospechoso de que algún amigo suyo, de los que con él habian estado en la dicha isla, le hubiese dicho algo a su mujer. Al fin fue quebrando de su condición, y regalando a la mujer, por ver si le podía sacar quién le hacia el daño. Al fin, estando cenando una noche los dos muy contentos, pidióle la mujer que le diese un faldellin de paño verde, guarnecido; el marido no salió bien a esto, poniéndole algunas excusas. a lo cual le respondió ella:
--"A fe que si fuera para dárselo a la dama de Santo Domingo, como le disteis el vestido de grana, que no pusierais excusas".
Con esto quedó el marido rendido y confirmado en su sospecha; y para poder mejor enterarse le regaló mucho, diole el faldellin que le pidió, y otras galitas, con que la traia muy contenta. En fin, una tarde que se hallaron con gusto le dijo el marido a la mujer:
--"Hermana, ¿no me diréis, por vida vuestra, quién os dijo que yo habia vestido de grana a una dama en la isla Española?"
Respondióle la mujer:
--"¿Pues quereis lo negas? Decidme vos la verdad, que yo os diré quién me lo Halló el marido lo que buscaba, y díjole:
--"Señora, es verdad, porque un hombre ausente de su casa y en tierras ajenas, algún entretenimiento habia de tener. Yo di ese vestido a una dama".
Dijo ella:
--"Pues decidme, cuando lo estaban cortando ¿qué faltó?".
Respondióle:
--"No faltó nada".
Respondió la mujer diciendo:
--"¡Qué amigo sois de negar las cosas! ¿No faltó una manga?".
El marido hizo memoria, y dijo:
--"Es verdad que al sastre se le olvido de cortarla, y fue necesario sacar grano para ella".
Entonces le dijo la mujer:
--" Y si yo os muestro la manga que faltó, conocerla heis".
Dijole el marido:
--"¿Pues teneisla vos?".
Respondió ella:
--"Si, venid conmigo, y mostrárosla he".
Fuéronse juntos a su aposento, y del asiento del baúl le sacó la manga diciéndole:
--"¿Es esta la manga que faltó?".
Dijo el marido:
--"Esta es, mujer; pues yo juro a Dios que hemos de saber quién la trajo desde la isla Española a la ciudad de Santa Fe".
Y con esto tomó la manga y fuese con ella al señor obispo, que era juez inquisidor, e informóle del caso. Su Señoría apretó en la diligencia; hizo aparecer ante si la mujer; tomóle la declaración; confesó llanamente todo lo que habia pasado en el lebrillo del agua. Prendióse luégo a la negra Juana Garcia y a las hijas. Confesó todo el caso, y cómo ella habia puesto el papel de la muerte de los dos oidores. Depuso de otras muchas mujeres, como constó de los autos. Sustanciada la causa, el señor obispo pronunció sentencia en ella contra todos los culpados. Corrió la voz de que eran muchos los que habían caido en la red, y tocaba en personas principales. En fin, el Adelantado don Gonzalo Jiménez de Quesada, el capitán Zorro, el capitán Céspedes, Juan Tafur, Juan Ruiz de Orejuela y otras personas principales acudieron al señor obispo, suplicándole no se pusiese en ejecución la sentencia en el caso dada, y que considerase que la tierra era nueva y que era mancharla con lo proveído.
Tanto le apretaron a Su Señoria, que depuso el auto. Topó sólo con Juana Garcia, que la penitenció poniéndola en Santo Domingo, a horas de la misa mayor, en un tablado, con un dogal al cuello y una vela encendida en la mano; a donde decía llorando: "¡Todas, todas lo hicimos, y yo solo lo pago!". Desterráronla a ella y a las hijas, de este Reino. En su confesión dijo que cuando fue a la Bermuda, donde se perdió la Capitana, se echó a volar desde el cerro que está a las espaldas de Nuestra Señora de las Nieves, donde está una de las cruces; y después, mucho tiempo adelante, le llamaban Juana Garcia, o el cerro de Juana García.-