justicia
Las contradicciones y olvidos que ponen en duda que las Farc mataron a Álvaro Gómez Hurtado
La promesa de verdad para las víctimas que llegó con la JEP, en el caso de la familia Gómez, está en entredicho. Esta es una prueba de fuego para el tribunal transicional.
El jueves 2 de noviembre de 1995, a las 10:15 de la mañana, frente a la Universidad Sergio Arboleda, fue asesinado el líder conservador Álvaro Gómez Hurtado. Por 26 años el crimen se ha mantenido impune, aunque su familia tiene la certeza de que detrás estaría el expresidente Ernesto Samper.
Esta tesis se quebró cuando las Farc, ante la JEP, aseguraron que eran los autores del homicidio; una confesión que deja dudas, pues no han presentado una sola prueba, pero sí muchas contradicciones. El excomandante de las Farc y hoy senador Julián Gallo, conocido como Carlos Lozada, le dijo a la JEP que fue él quien ejecutó la orden de asesinar a Gómez Hurtado.
Pero en la confrontación de esa versión con Mauricio Gómez, hijo del líder conservador, quedaron sobre la mesa vacíos, contradicciones, cambios en las versiones y ni una sola prueba contundente. En la primera versión, el 10 de diciembre de 2020, Lozada afirmó que el magnicidio fue realizado por la Red Urbana Antonio Nariño, que operaba en Bogotá y que comandó hasta 2007.
“La acción la hacen cuatro personas: Danilo –no tengo el nombre a mano– muere en una emboscada de la policía entre los municipios de Fusa y Arbeláez. Fue sacado de una habitación y ejecutado en el patio por un comando de la Policía. Eso está documentado”.
Contó que “participó Chayanne, quien muere en los hechos de Mondoñedo. No en esa ejecución de la Policía, fue asesinado al día siguiente del operativo donde hubo desaparecidos, incluso incinerados. El tercero es Freddy, también muere en Mondoñedo. Y alias Sebastián, nosotros no sabemos su situación porque desertó”. Cuando habla de Mondoñedo, Lozada se refiere a una operación ocurrida entre el 6 y 7 de septiembre de 1996, en la que murieron varias personas señaladas por las autoridades de pertenecer a las Farc. Versiones que no cuadran.
Esta semana, Lozada tuvo que ratificar su versión sobre el asesinato, pero, en lugar de aclarar el panorama, este se puso más oscuro. Aunque Danilo era cabecilla del frente, Lozada dice que no recuerda su nombre. Vinieron los cuestionamientos. ¿Cómo no recuerda el nombre si se trata de la persona a la que le encargaron supuestamente asesinar a Álvaro Gómez? La explicación de Lozada es que usaban seudónimos.La familia Gómez pidió más explicaciones: las redes urbanas de las Farc fueron creadas cerca del 2002, y el asesinato ocurrió en 1995. Además, Lozada, según los documentos de las Farc, no comandaba en ese momento ninguno de esos bloques.
¿Por qué alguien que no lideraba una red urbana planeó uno de los crímenes que sacudió y cambió parte de la historia social y política de Colombia a finales del siglo XX? ¿Cómo pudo ejecutar el crimen una red urbana si en ese momento no existía? Otra pregunta, después de escuchar a Lozada, es ¿por qué no estaba en la Universidad Sergio Arboleda, esa mañana, si él era el responsable del magnicidio? La respuesta resulta difícil de creer para la familia Gómez, pues el exmiembro de las Farc afirmó que no estuvo al tanto, ya que en ese momento estaba en una reunión; pero se trataba del homicidio de una de las personas más importantes de la vida política del país.
Tanto es así que Mauricio Gómez le dijo: “Usted no sabe nada de nada, usted no sabe ni cuándo dictaba clases mi padre”. Las dudas cobran relevancia al poner en contexto lo que sucedía por esos años. Álvaro Gómez propuso dialogar con las Farc cuando Ernesto Samper era presidente. Buscaba la paz. ¿Por qué las Farc habrían matado a alguien que planteaba una salida negociada al conflicto? Pareciera que, cuanto más habla Lozada, más crecen las dudas, por lo menos para la familia Gómez.
De hecho, en diálogo exclusivo con SEMANA, Mauricio Gómez rompió su silencio y señaló directamente a dos personas: “Es para hacerle un favor a Ernesto Samper, que está investigado seriamente en el asesinato de mi padre. Llevamos 25 años intentando averiguar qué pasó. Ahora se murió el señor Horacio Serpa, que era el más cercano a todos los mafiosos, y ellos lo que quieren es que les laven la cara diciendo que ellos (las Farc) fueron los que lo mataron, y se arregló el problema”, dijo.
Las pruebas en este caso no llegaron por las Farc. Fue la familia de Gómez Hurtado la que leyó una carta de la guerrilla que hizo más frágil la versión de Lozada. En la misiva, el secretariado buscaba acercarse a Gómez Hurtado, y no se perciben diferencias o riesgos. “Pensando en los grandes y graves problemas del país y en la necesidad de buscarle salidas inteligentes, comenzando por el de la guerra y la paz, creemos de especial conveniencia en el momento actual, una conversación suya con nosotros”, dice la carta.
Si el secretariado quería reunirse con Gómez Hurtado, ¿por qué ordenar su muerte? Si la orden, como dice Lozada, la dio Jorge Briceño, el Mono Jojoy, ¿por qué intentaban encontrarse con él en Casa Verde? Son algunas dudas de la familia. Las armas, el vehículo y el sicario. En la primera versión, Lozada había advertido: “El proceso fue rápido, se tuvo la información y, como estábamos cerca del periodo de vacaciones, aceleramos la ejecución para noviembre de 1995.
En el hecho participan los cuatro. No hay más datos precisos. “Lo que puedo decir es que se hizo muy rápido”. Lozada, quien supuestamente estaba al frente del operativo, no pudo decir la marca ni la referencia de algunas armas usadas. Aseguró que utilizaron pistolas 9 milímetros y una subametralladora Ingram, pero queda en el aire la duda de por qué no pudo explicar cuáles fueron las referencias de las pistolas.La tesis inicial es que fueron 20 disparos: asesinaron a José del Cristo Huertas Hastamorir, hirieron a un escolta del DAS, a una señora que vendía dulces a la salida de la universidad y a una estudiante. Cuenta que se fueron a su casa caminando, pero de nada de esto supo dar respuesta Lozada. Tampoco dio razón de cuántas personas iban en el carro de Gómez Hurtado en ese momento, y no sabía el nombre del escolta que murió en los hechos.
¿Por qué hoy, 26 años después, con cientos de informes de prensa, no conoce el nombre del escolta? La versión surge pocos días después de que la exsenadora Piedad Córdoba acudiera a la JEP en una diligencia que fue de carácter reservado, pues se presentó como periodista y eso le daba derecho a guardar la fuente que le contó quién mató a Álvaro Gómez. La tesis de Córdoba es que recibió información de Héctor Moreno, un dirigente liberal en Santander, quien murió hace pocos meses por covid y era cercano al también fallecido Horacio Serpa. Córdoba dice que habló con el sicario que le disparó al líder conservador, el mismo que para Carlos Antonio Lozada está muerto.
¿El sicario dónde está? ¿Por qué el cruce de versiones? Este magnicidio se convierte en una prueba de fuego para la JEP, que nació para brindar verdad, justicia y reparación a las víctimas, en este caso a la familia de Álvaro Gómez; pero hasta ahora está lejos de lograrlo.
Parte de la complejidad radica en que, por tratarse de la justicia transicional, el testimonio de Lozada no requiere de un acervo probatorio contundente. Es solo la versión del exguerrillero en medio de un mar de contradicciones. La familia de Álvaro Gómez, 26 años después, sigue reclamando justicia y verdad. No cree la versión de Lozada ante la JEP, tampoco la de Piedad Córdoba.
Por el contrario, espera que algo pase con la investigación que reactivó la Fiscalía, en la que justamente esta semana se anunció la citación a declarar al expresidente Ernesto Samper, a quien relacionan con el magnicidio. Las piezas del rompecabezas no cuadran. Queda una pregunta en el aire, una vez más.
Si no fueron las Farc, ¿quién dio la orden de asesinar a Álvaro Gómez Hurtado?