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Lágrimas de resistencia: la despedida que Tacueyó le rindió a sus líderes asesinados

La masacre de cinco indígenas, que obligó al presidente Iván Duque a realizar un consejo de seguridad en Santander de Quilichao, es solo la punta de un iceberg de un complejo panorama de grupos violentos que se multiplicaron en esta región por el control de las economías ilegales. Así fue el sepelio del crimen que estremeció al Cauca.

31 de octubre de 2019
Familiares lloran durante un funeral por los cinco guardias indígenas asesinados durante un ataque de presuntas disidencias cerca de un puesto de control en Tacueyó. | Foto: LUIS ROBAYO / AFP

Sentadas en un restaurante de Popayán, tres lideresas de los pueblos indígenas y afro del norte del Cauca hablan de la situación de su tierra. Cuentan cómo la zozobra volvió a sus territorios, incluso más fuerte que antes. En ese corredor de la Cordillera Central, que arranca desde Miranda, luego pasa por Corinto, Caloto, Toribío hasta llegar a Caldono, los indígenas Nasa denuncian un plan de exterminio.

Foto: LUIS ROBAYO / AFP

La masacre de cinco de ellos, entre los que se encontraba la gobernadora del resguardo de Tacueyó, Cristina Bautista y otros cuatro comuneros, que obligó al presidente Iván Duque a realizar un consejo de seguridad en Santander de Quilichao, es solo la punta de un iceberg de un problema que se ha agravado. Esta tarde, esa misma comunidad, que se resiste a dejar de luchar, recorrió en chivas y toyotas hilux las calles sin pavimentar de esta área rural del Cauca para acompañar en un último adiós a sus líderes y familiares asesinados esta semana. 

Las imágenes del adiós son tan crueles como el plan de exterminio que ellos mismos denuncian se vienen cometiendo en su contra. Con sus muertos en hombros recuerdan cómo la guerra está dejando huérfanos a sus pueblos y cómo sus guardias y comuneros se convierten en cifras del horror que dejan las balas a su paso.  

- Nos están exterminando. Lo han advertido, sólo con portar el bastón de la guardia o con llevar un pañuelo de nuestros colores nos convierte en objetivo.

-Nosotros, que estamos cerca de la zona veredal (de Monterredondo) vemos que a los alrededores ha llegado gente nueva.

-Lo que nos da más miedo es que ahora no sabemos de dónde vienen las amenazas y las balas. Antes era claro, las Farc, pero ahora con tantos grupos diferentes, no se sabe nada.

Foto: LUIS ROBAYO / AFP

Los Nasa claman para que cese el exterminio de sus líderes 

Duque, quien visitó la población caucana acompañado de la cúpula militar y policial, así como la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, pero sin el ministro de Defensa, Guillermo Botero, prometió una Fuerza de Tarea de Despliegue Rápido, Fudra, que deberá estar operando en 40 días con 2.500 hombres. “Su misión: mayor control territorial, cerrar rutas del narcotráfico y desmantelar organizaciones criminales”, dijo en su cuenta de Twitter.

Pero mientras Duque hacía sus anuncios en Santander de Quilichao, decenas de indígenas, convocados por sus líderes, también se movilizaban a Tacueyó, zona rural de Toribío, para unirse en Asamblea permanente.  

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Y la guardia indígena recorría su territorio, armados con sus bastones de mando y la valentía de su raza, para mostrar que pese al miedo, siguen firmes y unidos. Es que esa es la fuerza que los indígena Nasa han demostrado en sus Mingas, en la recuperación del territorio y en sus luchas contra los grupos que históricamente se han disputado su zona.  

Precisamente, la masacre del martes 29 de octubre en la noche, se presentó, según lo que denuncia la misma ACIN, en el momento en el que “la guardia indígena se encontraba realizando labores de control territorial en el sector de La Luz del resguardo de Tacueyó”.

La versión de los indígenas habla de  un vehículo de color negro con integrantes de la columna Dagoberto Ramos que, “en irrespeto a la guardia indígena y su ejercicio legítimo, a sangre y fuego dispararon (...) Desde el Boquerón se desplazan vehículos con más hombres armados para arremeter en contra de la organización”.

Desde ese mismo carro ya había intentado atentar ese día contra otro líder indígena en esa zona. La Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, reveló los audios en los que la gobernadora Cristina relataba el primer atentado.

"Pasó una camioneta negra llevándose los troncos de ambos lados, la guardia salió y les dispararon, gracias a dios no hubo heridos, pero estamos en alerta porque parece que hay movimiento en el resguardo", dijo en un audio, momentos antes de su muerte. 

Ayer, los indígenas reportaron que la camioneta fue encontrada en la zona rural de Tacueyó. “Comunidades indígenas inician Minga de control en Tacueyo,  con la ubicación de una de las camionetas donde se movilizaba el grupo responsable de la masacre, el vehículo fue incinerado”, reportaron.

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Una masacre anunciada

Lo ocurrido en Tacueyó lleva meses siendo alertado no solo por las autoridades indígenas de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, Acin, y el Consejo Regional Indígena del Norte del Cauca, Cric, sino por organismos de derechos humanos y periodistas.

En agosto pasado, 126 autoridades ancestrales se reunieron en Asamblea, luego del homicidio de Enrique Guejia Mez.  En ese momento denunciaron el “asesinato de 33 personas, la ejecución de 7 atentados dirigidos contra autoridades ancestrales y comuneros y circulación de 38 amenazas colectivas e individuales en diferentes territorios indígenas del norte del Cauca en lo corrido del último año”.

“Ante estos hechos denunciamos que la respuesta institucional es insuficiente, el asesinato de líderes ha desbordado la capacidad de respuesta del gobierno y las entidades del Estado que deben velar por la vida de los ciudadanos y comunidades, al tiempo que sospechamos que muchos de estos conflictos suceden con complicidad de servidores y fuerza pública, involucrados en negocios ilícitos y situaciones de pago en contraprestación por tolerancia y omisión de acciones de control y de justicia”, dijeron en su comunicado.

Además, indicaron que  “la terminación del conflicto del Estado con las FARC ha dejado un panorama más grave que el que había antes de los acuerdos, principalmente por los incumplimientos a los excombatientes y a los compromisos en materia de reforma rural. Hoy tenemos decenas de grupos delincuenciales -los llamados disidentes- que operan muy pocas veces como un cuerpo único y en todo caso sin ningún programa político conocido, los mismos que a veces aparece como ELN y otras como EPL, como si fueran marcas que se usan e intercambian. Estos mismos emiten panfletos a nombre de Águilas Negras, Cartel de Sinaloa Nueva Generación, Renacer Quintín Lame, dejando entrever claramente que todo corresponde a una estrategia de inteligencia militar para justificar la guerra sucia en nuestros territorios, mostrar los asesinatos como resultado de choques entre grupos ilegales y vincular a nuestras autoridades y organización con la violencia socio-política”.

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Los llamados de alerta de los líderes indígenas siguieron replicándose y el número de asesinatos fue aumentado hasta llegar a 37 líderes y lideresas muertos. Esta cifra subió a 42 con la masacre del martes pasado.

La zozobra de no saber quién dispara o quién amenaza es uno de los problemas más graves. Un líder de Toribío asegura que aunque este hecho fue cometido por la disidencia Dagoberto Ramos,  son muchos los grupos que quieren tener el control. “Los narcos, las disidencias e incluso el ELN o los que se hacen llamar el Cartel de Sinaloa, no quieren que la guardia indígena ejerza su control para ellos poder seguir sembrando marihuana y coca y sacarla de acá”, dice. 

Otra líder, una de las que hablaba de su miedo con otras comuneras en Popayán, expresa que  el control de estos grupos, que se han multiplicado, no solo es por la droga. “También tienen estrategia de atacar todo nuestro movimiento indígena, de atemorizarnos, de amedrentarnos para separarnos y dejemos de ejercer control, de marchar y de seguir con nuestro proyecto de recuperación de la madre tierra, liberando territorios”, explica. 

La líder se preguntó ¿por qué los militares que ya están en su territorio permitieron el ingreso de todos estos grupos y que ellos asumieran el control? “Ahora nos dicen que llegan más militares, pero los que estaban no han hecho nada y hasta pueden estar detrás de muchas cosas como lo ocurrido con el comunero que torturaron”, dice.

Se refiere al caso de Flower Jair Trompeta Paví, quien habría sido retenido por militares  que, supuestamente, metieron una de sus manos en una máquina despulpadora de café y luego lo mataron en Corinto.

Un boletín de Indepaz, que hace una alerta humanitaria sobre el “asesinato de indígenas en el Cauca” indica que este es el departamento donde más se han presentado asesinatos de líderes/as indígenas: la cifra asciende a 88 personas desde enero de 2016 a octubre 30 de 2019. 

Esto responde en parte a las disputas de armados por territorios para narcocultivos y corredores de paso para el tráfico de pasta base de cocaína y marihuana; pero además hay que considerar el impacto de conflictividades territoriales con sectores privados legales e ilegales (minería del oro, tensiones con la agroindustria de la caña de azúcar, explotación de madera, etc)”, indicó Indepaz.

Una ilusión de paz

Anoche en Toribío, sus habitantes grabaron con sus celulares un desfile de tanquetas del Ejército. La masacre hizo que se reforzara la estrategia militar en esa zona. 

Pero el miedo había retornado a esta zona desde hace meses. “Con el nuevo gobierno y el incumplimiento de los acuerdos cada vez más guerrilleros que habían dejado las armas se unieron a grupos criminales. Y aumentaron los hombres armados con fusiles y pistolas en el territorio”, cuenta un profesor de Toribío. 

El profesor recuerda que en 2016 y 2017 tuvieron los meses más pacíficos de su población. Incluso, en el resguardo de Toribío tenían un proyecto turístico y de avistamiento de aves en su territorio. Pero los vientos de paz no duraron mucho. Los primeros en intentar llegar a copar las zonas dejadas por los Frentes 6 y la Columna Jacobo Arenas de las Farc fueron miembros del ELN y otros grupos que usaban brazaletee del EPL. “Los logramos sacar, pero luego llegaron más”, dice.

 En medio de la presencia de estos grupos ilegales y los panfletos que hablaban de la llegada del Cartel de Sinaloa, se anunciaron medidas como cortes de energía en algunas zonas de cultivos para atacar los invernaderos de marihuana de Corinto, Cauca.

En ese momento, en agosto pasado, varios periodistas llegaron a la zona a cubrir los cortes. Tras los informes, fueron amenazados con mensajes a sus celulares y un panfleto. La situación en el Cauca llegó a ser tan tensa que un periodista de Blu radio que pasó la noche en Toribío tuvo que ser sacado en helicóptero por el Ejército. 

Le pincharon las llantas del carro y varias personas extrañas empezaron a rondar su hotel. Los militares, porque no podían llegar a Toribío por tierra, tuvieron que sacarlo en helicóptero.  

Lo ocurrido el martes era una tragedia que se venía venir. Una masacre anunciada por los mismos líderes indígenas que llevaban meses pidiendo ayuda.