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Las estaciones de gasolina que las Farc tienen en medio de la selva de Jamundí. Atienden uniformados y con fusiles
Las instalaciones están ubicadas en La Liberia y La Cabaña.
Los insólitos detalles del actuar criminal de las disidencias de las Farc en el municipio de Jamundí, que reveló este sábado SEMANA, muestran detalles que parecen salidos de las peores épocas de los carteles del narcotráfico en Colombia.
Además de acumular poder y cogobernar en el municipio vallecaucano, la información conocida por este medio resalta que este grupo criminal tiene dos estaciones de gasolina con instalaciones modernas, las cuales están ubicadas en La Liberia y La Cabaña.
Esta gasolina, mayoritariamente, es usada para mover la maquinaria que está abriendo paso en la carretera que las Farc están construyendo para conectar con el Naya y el Pacífico, arrasando con la zona de reserva de los Farallones de Cali.
El carrotanque del combustible es el único que tiene permiso para transitar en esas zonas, los demás automotores pesados son robados, quemados o baleados. Los criminales están tan seguros de que están en terreno propio, que atienden las gasolineras vestidos con uniformes de las Farc y con fusiles.
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Este hecho surge adicional al actuar criminal, donde el grupo armado ilegal tiene a sus hombres patrullando armados, uniformados y en motos de alto cilindraje. Además, tienen retenes ilegales constantes, secuestran, asesinan, trafican cocaína, carnetizan a la población, exigen permisos de circulación y están acabando con la selva, generando una deforestación para construir una vía.
En impactantes videos conocidos por SEMANA se ve a guerrilleros armados patrullando, con fusiles de asalto, increpando a la comunidad para sembrar el terror; también se les ve deteniendo ciclistas, a quienes se les exige documentación al día. Un panorama desolador que devuelve a Colombia al pasado, al mismo escenario de miedo, incertidumbre y dolor de hace tres décadas.
Un equipo periodístico de SEMANA también llegó hasta la riesgosa zona rural de Jamundí, para constatar las denuncias de varios líderes del sector. Según relatan, los retenes están en las veredas Cascarilla, Pradera, La Cima, La Liberia y Ampudia, entre las 6:00 de la mañana y las 5:00 de la tarde.
La carretera de la muerte que construyen las Farc
Otro de los hechos insólitos en todo este entramado es la construcción de una carretera ilegal que conectará con el mar pacífico, la cual ha logrado avanzar con una de las mayores tales de bosques y daños al medioambiente de los que se tengan registrados en Colombia.
La intención de los criminales es unir la zona rural de Jamundí con el mar, con el fin de enviar cargamentos de droga con mayor facilidad. Para lograr el objetivo se han robado más de 20 máquinas amarillas y secuestrado a centenares de personas para esclavizarlas en trabajos de remoción de escombros.
Hoy, según fuentes consultadas por SEMANA, están a menos de dos kilómetros de lograr unir a Jamundí con El Naya, lo que permitirá que vehículos pesados puedan transportar toneladas de droga y así aumentar la periodicidad de cargamentos enviados al extranjero. Antes, esta se sacaba a lomo de mula.
Esto lo hacen a partir de las insólitas “leyes” que han instaurado en la zona controlada por ellos. “La guerrilla es la ley”, dijo un vocero campesino. Su premisa no es exagerada, porque basta con alejarse cinco kilómetros del casco urbano para encontrar señales de advertencia de la columna Jaime Martínez, que generan terror.
Sobre la carretera hay pancartas, pasacalles y grafitis que indican que a partir de ese momento es territorio de Mordisco. El primer retén de los criminales está en el corregimiento Ampudia, a tan solo diez minutos en carro desde el centro de Jamundí.
Quienes habitan en esos lugares deben portar, en un lugar visible, el carnet de movilidad expedido por la columna criminal Jaime Martínez, con lo cual llevan un control de quién vive o muere en ese territorio.
El carnet debe ser portado siempre. Quien no lo lleve por alguna circunstancia, tiene tres opciones: la primera, pagar 3 millones de pesos en efectivo; la segunda, abonar un millón de pesos en efectivo y ser secuestrado por ocho días para realizar trabajos forzados e inhumanos en la carretera que están construyendo a los ojos de todo el mundo para acelerar el paso de la droga hacia el Pacífico; la tercera, si el campesino no cuenta con el dinero, es ser esclavizado durante 25 días para ser sometido a los mismos vejámenes.