Nación

Las explosivas cartas de los Rodríguez Orejuela revelando detalles inéditos del narcotráfico en Colombia

Gilberto Rodríguez, exjefe del Cartel de Cali, murió este miércoles en prisión en Estados Unidos. No solamente arremetieron contra Ernesto Samper, sino también contra Andrés Pastrana por supuestamente victimizarse.

1 de junio de 2022
GILBERTO RODRIGUEZ OREJUELA,
GILBERTO RODRIGUEZ OREJUELA, NARCOTRAFICANTE DEL CARTEL DE CALI FOTO: CARLOS VASQUEZ 1996 | Foto: CARLOS VASQUEZ

Este miércoles se conoció el fallecimiento de Gilberto Rodríguez Orejuela, uno de los jefes del Cartel de Cali, preso en una cárcel de Estados Unidos. Conocido con el alias de El Ajedrecista, sufría una larga lista de padecimientos. Poco después de su extradición a Estados Unidos, en 2004, sufrió un infarto.

SEMANA reveló en el mes de septiembre, en exclusiva, una explosiva carta de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela a Andrés Pastrana. Cabe señalar que Miguel sigue recluido en Estados Unidos, donde ha venido afrontando complicaciones de salud.

Fueron dos misivas, la primera en el año 2000, en la que salpican a Samper, y otra de septiembre de 2021 en la que le reclaman al expresidente Pastrana, supuestamente, por “no incluirse en el escándalo de corrupción” que fue la financiación del narcotráfico a campañas.

Esta es la carta completa de 2021

“Señor expresidente Pastrana: No nos extraña, pero nos sorprende cómo, con la entrega de la carta enviada a usted con nuestro común amigo el doctor Santiago Rojas hace más de 20 años y sus declaraciones ante la Comisión de la Verdad usted señala y al mismo tiempo pretende posar de víctima de la corrupción sin incluirse usted mismo en dicha corrupción. Tenemos entendido que dicho escenario funciona para que los personajes se acerquen para hacer una catarsis espiritual confesando sus delitos y, claro, señalando a sus cómplices y los delitos que ellos mismos hayan cometido. Señor expresidente, se le olvidó contarle a la Comisión de la Verdad su participación criminal en los tan sonados contratos de Dragacol y Chambacú, donde usted fue el jefe de esa conspiración delincuencial para defraudar al Estado en varios millones de dólares.

Hacemos este señalamiento porque de este se desprende la carta producto de su chantaje, origen de este escándalo que usted presentó en la Comisión de la Verdad. Le refresco la memoria señor expresidente: pasaba el año 1999 o 2000, Miguel y yo estábamos presos en la Cárcel La Picota. Eran las seis de la mañana cuando llegó el doctor Santiago Rojas, su médico en presidencia y también directivo de alguna Junta del Inpec, directamente a mi celda y me invitó a una celda en el mismo pabellón donde, después de un corto saludo me dijo: Gilberto, vengo de presidencia y lamento traerle malas noticias, el presidente está muy enojado y dispuesto a extraditarlos a usted y a su hermano a Estados Unidos, así sea por vía administrativa. Esperé unos segundos a que el doctor Rojas se tranquilizara y le dije: Doctor, ¿qué hemos hecho para merecernos el enojo del señor presidente y la extradición? ¿Usted no sabe? Me respondió el doctor Rojas. No, le contesté, no tengo ni idea. Ah, pues le explico, ya Miguel estaba en la reunión, el presidente dice que tanto usted como su hermano están en una conspiración en compañía con Samper y Serpa para desacreditarlo ante la opinión pública por la corrupción que hubo en los contratos de Dragacol y Chambacú, y en represalia por haber sido él, el que denunció el proceso 8000, y eso él no se lo perdona a ustedes, que no duden por un segundo, que él antes de irse de la Presidencia los pondrá en Estados Unidos.

Mi reacción fue temperamental, fue agresiva y hasta grosera con el doctor Rojas, que solo estaba haciendo un favor. Dígale al señor presidente que no sea mentiroso, que no busque disculpas para zanjar odios entre él y el doctor Samper, que hace muchos años no hablamos con el doctor Samper, que no estamos interesados en ningún escándalo ni en tener problemas con nadie, ni menos con el presidente de Colombia. Que SÍ conocemos los hechos más importantes y los nombres de los corruptos de Dragacol y Chambacú, pero que no tenemos la culpa que él y tres de sus hombres más cercanos estén involucrados en ese escándalo de corrupción, que ni mi hermano ni yo estamos interesados en develar nada de lo que sabemos. Pero que no se equivoque, que no nos amenace porque podemos cambiar de opinión sin tener en cuenta que sea el presidente o no el que nos quiera chantajear. Nosotros no tenemos nada que ver en ese bochinche, le confirmé. Él está muy seguro de eso y está decidido a hacerlo si ustedes no buscan una solución, dijo el doctor Rojas. No tenemos solución porque no somos el origen del problema.

Podemos responder por lo que hacemos, no por lo que no hacemos. Ahora bien, si él tiene una solución en la que nosotros podamos colaborar que la mande a decir y nosotros resolveremos. Nos despedimos del doctor Rojas y se fue, quedando de regresar en unas horas con alguna razón de Presidencia. Así fue, a las dos de la tarde estaba el doctor Rojas nuevamente en La Picota reunido con Miguel y conmigo.

El presidente dice que la única solución que él ve posible es que ustedes escriban una carta contando cómo fue el apoyo de ustedes a la campaña de Samper involucrando también a Serpa. Nos miramos Miguel y yo y casi le contestamos al mismo tiempo al doctor Rojas, no podemos hacer eso, al doctor Serpa nunca le hemos dado un peso. No, no lo vamos a hacer, dijimos Miguel y yo, porque no es cierto. Gilberto, piénselo bien, este hombre puede extraditarlos y lo va a hacer, piensen en sus familias, además, él me comentó que la carta es para llamar a Samper y Serpa y mostrársela para que ellos desistan de hacer declaraciones públicas sobre Dragacol y Chambacú y ahí termina todo, no saldrá a la luz publica.

Doctor Rojas esto es un chantaje, le dijimos Miguel y yo. Tómelo como quiera, pero de lo que se trata es que todos queden bien que nadie sufra consecuencias, especialmente ustedes que son los más vulnerables en este momento, dijo el doctor Rojas. Nos convenció; me puse a elaborar la carta, a las seis p.m. estaba terminada y a las siete p.m. llegó el doctor Rojas por ella. Antes de entregarle la carta al doctor Rojas lo concretamos: Doctor Rojas, usted nos tiene que garantizar que el presidente Pastrana va a cumplir la palabra que le está dando a usted. Se lo prometo, nos contestó. En pocas palabras, esa es la historia de la carta que usted entrego a la Comisión de la Verdad sin esta explicación.

Como usted bien sabe, doctor Pastrana, usted entrega una carta, que prometió no entregar bajo palabra (claro, no contábamos que para la ética que usted maneja la palabra no es un compromiso, sino un instrumento para conseguir sus fines), ante una Comisión seria y respetable producto de un vulgar chantaje, para acusar a otro menos corrupto que usted, sin decir toda la verdad.

Finalmente, señor Expresidente Pastrana, queremos hacerle el último comentario para que usted refresque su memoria selectiva: fuimos amigos por muchos años de los ilustres conservadores Álvaro Pava padre, Humberto Pava hijo y Álvaro Pava hijo. Resulta que a finales del siglo pasado (1990-2000) tuvimos varios acercamientos con el doctor Álvaro Pava hijo a través de Alberto Giraldo, a raíz de las campañas presidenciales de 1994 y 1998, en las cuales usted participó y de la cual él (Álvaro Pava) era un alto directivo de su campaña.

Como usted y las personas que nos conocen saben, somos liberales de hueso colorado, pero antes que todo somos demócratas. Por esta última razón ayudamos en los últimos 50 años del siglo pasado tanto a Liberales como a Conservadores. Su campaña no podría ser una excepción y de eso un testigo de excepción podría ser el doctor Álvaro Pava hijo. La única manera en que usted podría decir que no lo sabe es que también haya sido a sus espaldas como en el caso hipotético del doctor Ernesto Samper. Doctor Pastrana, si usted cree que esto último es falso, y se siente agredido, lo invitamos a que nos denuncie ante la autoridad que usted, en su conocimiento, crea que es la competente”.

Sin embargo, varias preguntas quedaron en el aire. Por ejemplo, no es claro por qué Pastrana recibió la carta en el año 2000, siendo presidente, y no la reveló inmediatamente sino años después en su libro Memorias olvidadas.

Más extraño aún resulta el hecho de que la carta, a pesar de haber sido publicada allí, prácticamente había pasado desapercibida. Con ella, divulgada a tiempo, quizá se hubiese podido reabrir un proceso que sacudió al país y que terminó hundido en la Comisión de Acusación de la Cámara, a favor de Samper.

Pero esta no fue la única comunicación. Precisamente, el reclamo airado de los Rodríguez Orejuela a Pastrana se dio porque hay otra carta en la que lo salpican a él también de saber lo que estaba ocurriendo con la financiación a la política.

Allí, en la carta del año 2000, los entonces jefes del cartel de Cali revelan que la narcofinanciación de la campaña de Ernesto Samper a la Presidencia “no fue a sus espaldas”, como él dijo, y lo llaman “cínico”. Aseguran que Samper construyó “un sofisma”. “Que parte no de la verdad, sino del prudente silencio que hemos guardado”, dicen.

La respuesta de Samper no se hizo esperar:

“No le reconozco ninguna autoridad moral a Andrés Pastrana mientras no le explique a la opinión pública cuáles fueron sus relaciones con el pedófilo Epstein y por qué y para qué invitó a Cartagena a su proxeneta Ghislaine Maxwell”, escribió Samper en redes sociales.

Cabe recordar que la justicia en Colombia condenó a Gilberto Rodríguez a 12 años de cárcel, pero solo pagó siete. Quedó libre tras una polémica decisión de un juez, que le rebajó la pena por buena conducta. Pero meses después lo capturaron de nuevo y lo extraditaron a Estados Unidos, donde enfrentó un juicio por el envío de cientos de kilos de cocaína. Así se convirtió en un trofeo de las autoridades gringas. El capo colombiano más poderoso estaba recluido en una prisión federal.

Testimonios clave

En entrevista con SEMANA, William Rodríguez Abadía, hijo de Miguel Rodríguez Orejuela, aseguró que con la carta “no pasó nada porque los políticos se protegen entre ellos”.

“Para mí sería muy importante que esta Comisión de la Verdad pudiera citarlos a ellos (a los hermanos Rodríguez Orejuela) y que se aclaren muchas cosas. Si tenemos que hacer un perdón y olvido, pues lo tenemos que hacer y listo, pero es necesario que la gente sepa lo que pasaba y por qué se movían y por qué se hacían estas alianzas”, agregó Rodríguez Abadía. “Eso es claro y no es secreto, financiamos muchas campañas”, aseguró.

Sobre la famosa frase de defensa de Samper, en el sentido de que supuestamente todo fue a sus espaldas, Rodríguez Abadía no ocultó su molestia. “Esa frase me da roncha porque es una mentira absoluta, él sabía (Samper), y volvemos a lo mismo, no lo estoy diciendo yo, lo están diciendo los hermanos Rodríguez Orejuela en una carta firmada por ellos”, dijo. Y dejó sembrada una duda sobre por qué la carta firmada por su papá y su tío no se conoció a tiempo. “Así hayan sido considerados bandidos, son hombres de principios, y cuando dan su palabra, siempre la cumplen. No sé si ese fue uno de los objetivos para mantener este silencio, porque al final ni Samper ni Pastrana fueron los que los extraditaron, a ellos los extraditó fue Uribe y pues para mí nos equivocamos y debimos en algún momento haber contado la verdad”.

“El deber moral de él (Pastrana) como presidente de Colombia era haber presentado la carta tan pronto la recibió ante la Comisión de Acusación de la Cámara. Nunca entendí por qué no la presentó si ese era su deber como presidente de Colombia”, señaló.